Vrindavana Dasa Thakura
Gadadhara juzga equivocadamente a un devoto puro de Krishna, pero un gran amigo lo ayudará a corregir su actitud.
Ahora, por favor, escuchen el relato de la llegada de Pundarika Vidyanidhi, un asociado del Señor Krishna muy querido. Por arreglo del Señor, apareció en este mundo en la aldea de Catigrama, lo que hizo que Bengala Oriental se volviera una tierra de peregrinación. Como el Señor nació en Navadvipa, era incapaz de ir ver a Pundarika Vidyanidhi, y por esa razón suspiraba largamente.
Un día, después de danzar mucho, el Señor Chaitanya se sentó y exclamó: “¡Oh, Pundarika! ¡Oh, padre Mío!”, y entonces rompió a llorar. “Oh, Pundarika, mi querido padre, ¿cuándo podré verte?”. Así era el aprecio que el Señor sentía por Pundarika Vidyanidhi. A través de estos pasatiempos maravillosos, el Señor revelaba quiénes eran Sus asociados íntimos.
Ninguno de los devotos que estaban alrededor del Señor podía comprender el significado del nombre que el Señor repetía continuamente, como tampoco la razón de que brotaran lágrimas de Sus ojos. Cuando Caitanya Mahaprabhu volvió en Sí, los devotos le preguntaron: “Oh, Señor, ¿por cuál de Tus asociados estás llorando? Por favor, dinos la verdad”.
El Señor respondió: “El sólo hecho de que queráis escuchar acerca de esa gran personalidad ya os hace afortunados. Su carácter y sus actividades son completamente maravillosos. El sonido de su nombre puede purificar todo el planeta. Su apariencia externa es la de un materialista. Por esa razón nadie es capaz de reconocer que es un vaishnava. Él siempre está inmerso en el nectáreo océano de la devoción pura al Señor Krishna. En su cuerpo siempre se manifiestan síntomas extáticos, tales como derramar lágrimas, temblores y escalofríos”.
“Actualmente él se encuentra en Catigrama”, continuó el Señor, “pero pronto vendrá a Navadvipa, donde también posee una casa. Cuando esté aquí podré verlo finalmente. Al principio, ninguno de vosotros podrá reconocerlo, y pensaréis que es un hombre materialista más. Mi ansiedad es muy grande, pues sin verlo no puedo ser feliz. Por favor, por medio de vuestras oraciones haced que venga sin más dilación aquí”.
Por haber hablado de Pundarika Vidyanidhi, el Señor entró en un trance extático. Llorando, el Señor gritaba: “¡Oh, padre Mío Pundarika! ¡Oh, padre Mío!”. El Señor lamentaba ser el único en conocer la magnitud de las glorias de Pundarika Vidyanidhi. El Señor es el único que conoce la verdad referente a Sus devotos, y una persona sólo puede conocer la posición única y maravillosa de un devoto puro a través de Su misericordia reveladora.
Cuando la Suprema Personalidad de Dios desea atraer a una entidad viviente, no hay ninguna manera de que ésta pueda resistirse. Por eso, el corazón de Pundarika Vidyanidhi repentinamente deseó viajar a Navadvipa. Habiendo finalizado los preparativos para el viaje, el gran devoto se dirigió a Navadvipa con varios sirvientes, posesiones, asociados, brahmanas y discípulos.
Una vez en Navadvipa, ocultó su verdadera naturaleza. Cuando lo veían, todos lo consideraban un materialista ostentador, apegado a una vida de comodidades y auto gratificación. A excepción de Mukunda, nadie en la comunidad de vaishnavas podía comprender la posición de Pundarika Vidyanidhi. Como el brahmana y médico ayurvédico Sri Mukunda también había nacido en Catigrama, conocía las maravillosas cualidades devocionales de Pundarika.
Cuando Caitanya Mahaprabhu supo que Vidyanidhi había llegado a la ciudad, se puso tan feliz que le costaba controlarse. Mukunda, sin embargo, no reveló a nadie la verdadera identidad devocional del santo que acababa de llegar. Por lo tanto, a los ojos de las personas, Pundarika continuaba siendo un materialista apegado al placer de los sentidos. Sólo Mukunda y su hermano Vasudeva Datta conocían las glorias del amor de Pundarika Vidyanidhi por el Señor Krishna.
Gadadhara Pandita y Mukunda eran grandes amigos y siempre estaban uno junto al otro. Un día, Mukunda le dijo a Gadadhara: “Hoy iremos a conocer a un gran devoto aquí en Navadipa”.
Muy animado y feliz, Gadadhara clamaba continuamente el nombre de Krishna mientras se dirigía al encuentro con Pundarika Vidyanidhi. Cuando llegaron a su casa, encontraron al impoluto Pundarika Vidyanidhi sentado cómodamente. Gadadhara Pandita le ofreció sus reverencias y se sentó.
Pundarika Vidyanidhi le preguntó a Mukunda: “¿Cuál es su nombre? ¿De qué aldea viene? Puedo ver que su cuerpo resplandece debido al servicio devocional que presta al Señor Supremo Vishnu. Tanto su forma cuanto su naturaleza son inmensamente maravillosas”.
“Su nombre es Sri Gadadhara”, respondió Mukunda. “Él es muy afortunado, porque desde su tierna infancia nunca se interesó por objetos ni tópicos materiales. Su identidad externa es la del hijo del brahmana Madhva Misra. Escucha mientras te hablo acerca de él. Gadadhara es muy querido por los vaishnavas. Como siempre está absorto en la práctica del servicio devocional, sólo se asocia con devotos. Desde que escuchó acerca de tus cualidades estaba muy ansioso por conocerte”.
Al escuchar esto, Pundarika Vidyanidhi se sintió muy satisfecho y habló palabras agradables y gentiles. Por la manera de sentarse, Pundarika Vidyanidhi parecía un príncipe ilustre. El hermoso asiento donde se encontraba estaba hecho de madera y decorado bellamente con metales y piedras preciosas. Sobre su cabeza había tres doseles fabulosos. Dos hombres se encontraban atrás suyo y le refrescaban continuamente con abanicos de plumas de pavo real. Su cabello tenía muy buen aspecto y brillaba con el perfumado aceite capilar de amalaki que se le había aplicado (su cabello era inigualable). Debido al poder de su servicio devocional puro, él parecía tan atractivo como Cupido en persona. Aquellos que no lo conocían creían que era un príncipe.
Cuando Gadadhara vio todos esos artículos lujosos y aquella atmósfera típica de la vida materialista, sintió que una duda surgiendo en su corazón. Como Gadadhara era renunciado desde su más tierna infancia, dudó un poco de la integridad de Pundarika Vidyanidhi como devoto. Aunque Pundarika Vidyanidhi fuera verdaderamente un gran vaishnava, externamente era igual que un materialista. Comía alimentos exquisitos y, además de vestirse con ropas finas, su cabello estaba perfumando con esencias muy caras.
Gadadhara pensó: “¿Qué tipo de vaishnava es este hombre, rodeado de tanta sofisticación y lujo?”. Gadadhara había sentido respeto por Pundarika tras haber oído hablar de éste, pero ahora que se encontraba frente a él, ese respeto gratuito fue cediendo su lugar a una gran desconfianza.
Entendiendo la mente y el corazón de Gadadhara, Mukunda decidió exponer la verdadera naturaleza de Pundarika Vidyanidhi. Por la misericordia del Señor Krishna, Gadadhara conocería la verdad. Al fin y al cabo, el Señor Krishna es el gran controlador de maya.
Con una voz muy dulce, Mukunda comenzó a cantar un verso glorificando el servicio devocional. Él cantó: “La impía demonia Putana sentía gran placer en beber sangre de bebés. Untando sus senos con la venenosa sustancia kalakuta, se propuso matar al Señor Krishna. Pero como ofreció sus senos al pequeño Krishna, obtuvo la mayor de las bendiciones, recibiendo la posición de madre del Señor. ¿Quién sería tan estúpido como para no adorar a este Señor Krishna, Señor de semejante misericordia?”.
En el momento en que estas palabras acerca del servicio devocional se adentraron en los oídos Pundarika Vidyanidhi, éste comenzó a llorar. Lágrimas de amor extático brotaban de sus ojos, recorriendo su rostro tan profusamente como el Ganges. Todos los síntomas de éxtasis espiritual se manifestaron simultáneamente en su persona. Él lloraba, temblaba, rodaba por el suelo, se estremecía y se desmayaba. “¡Repítelo! ¡Repítelo!”, decía con una voz estruendosa como la de un león. Nadie era capaz de contenerlo, y caía continuamente al suelo.
Muy agitado por las emociones espirituales, comenzó a tirar todos sus costosos bienes, que se partían o se dañaban al llegar al suelo. Las brillantes vasijas de agua y la bellísima bandeja con nueces de betel fueron arrojadas en diferentes direcciones, desordenando todo el lugar. Con su asiento en el suelo después de muchos golpes y todavía arrebatado por el amor por Krishna, comenzó a tirar todas sus ropas.
Mientras lloraba y rodaba por el suelo, su cabello se despeinó completamente. Él gritaba: “¡Oh, Krishna! ¡Oh, mi Señor, Krishna! ¡Oh, mi vida! Me hiciste un hombre de corazón de piedra!”. Él se lamentaba con gran agonía, gritando de manera conmovedora: “¡Fui privado de la asociación del Señor en Su encarnación más misericordiosa! ¡Él vino y yo no puedo verlo!”. Cayó al suelo y empezó a rodar con gran fuerza. Todos temían que sus huesos se rompieran. Su temblor era tan extático y tan intenso que, aunque diez hombres intentaran sostenerlo, ninguno de ellos lo consiguió. Tirando todo a su alrededor, nada quedó como antes.
Sus discípulos permanecían de pie, indefensos, sin saber qué hacer. Pundarika Vidyanidhi continuó con su exhibición tempestuosa de amor extático por el Señor Krishna hasta que, finalmente, se desplomó en el suelo.
Impactado por lo que acababa de ver, Gadadhara se sintió muy ansioso. En su corazón pensaba: “¿Qué tipo de inauspiciosidad recayó sobre mi para que pensara de manera tan ofensiva? ¡Ofendí a una gran alma!”. Entonces Gadadhara abrazó a Mukunda, derramando lágrimas de amor y gratitud sobre él.
“Mukunda”, dijo Gadadhara, “actuaste como un amigo de verdad. Me mostraste el gran devoto que es Pundarika Vidyanidhi Bhattacarya. ¿Hay algún devoto como él en alguna parte de los tres mundos? Una persona puede purificarse por completo simplemente por observar su actitud devocional. Hoy, tan solo porque estabas junto a mi, pude evitar una gran y peligrosa catástrofe. Cuando vi toda la parafernalia lujosa alrededor de Pundarika Vidyanidhi, me convencí de que él era un vaishnava que gozaba de los placeres de la vida. Pero tú pudiste leerme la mente y, como eres muy magnánimo, me revelaste la verdad, demostrándome lo elevado que es el servicio de Pundarika Bhattacarya. Sin embargo, querido Mukunda, fui ofensivo, y mi ofensa fue tan grande que necesito hacer algo para que el corazón de Pundarika Vidyanidhi se apiade de mí. Aquel devoto que sigue el camino del servicio devocional debe tener un maestro espiritual como guía. Aunque yo me encuentre en este camino, no tengo un maestro espiritual. Por eso decidí que debo aceptar a Pundarika Vidyanidhi como mi maestro espiritual, pues él está calificado para iniciarme y darme todas indicaciones que necesito para practicar el servicio devocional. Yo cometí una ofensa contra él. Sin embargo, si me convierto en su discípulo, me perdonará sin lugar a dudas”.
De esta forma, Gadadhara reveló a Mukunda su deseo de volverse discípulo de Pundarika Vidyanidhi. Al escuchar esta noticia, Mukunda se sintió muy feliz.
Tras seis horas inconciente, Pundarika Bhattacarya comenzó a recobrar sus sentidos gradualmente. Ahora estaba calmo y pacífico de nuevo. El interminable río de lágrimas que fluía de los ojos de Gadadhara Pandita era imposible de contener, y todo su cuerpo quedó empapado. Viendo esto, Sri Vidyanidhi abrazó a Gadadhara afectuosamente, presionándolo contra su pecho.
Gadadhara se sentía extasiado. Entonces, Mukunda reveló lo que le pasaba al Pandita. Mukunda le dijo a Pundarika Vidyanidhi: “Cuando vio la apariencia extravagante de tu persona y toda la parafernalia a tu alrededor, Gadadhara Pandita notó que brotaba una ofensa en su corazón. Ahora, arrepentido, desea expiar esta ofensa aceptándote como maestro. Él es un devoto del Señor desapegado. Aunque sea joven, tiene realizaciones maduras en la vida espiritual, y es un descendiente digno de Madhva Misra. Desde su más tierna infancia siente atracción por el Señor Supremo. Creo que la combinación de un gran maestro espiritual como tú y un gran discípulo como Gadadhara sería perfecta. Esto es lo que opino de corazón. Por eso te pido que en un día auspicioso concedas a Gadadhara Pandita la iniciación.”
Habiendo escuchado las palabras de Mukunda, Pundarika Vidyanidhi sonrió y dijo: “Ten por seguro que haré lo que me sugieres. Por la misericordia del Señor, ahora tengo la gran fortuna de que haberme cruzado con un joven que es como una piedra preciosa. Encontrar un discípulo como este que acabo de encontrar es el resultado de haber cultivado actividades piadosas. En el próximo décimo segundo día de la Luna creciente, todos los signos serán auspiciosos. Por favor, regresa ese día y tu deseo será atendido”.
Habiendo escuchado eso, Gadadhara ofreció con mucha felicidad sus reverencias a Pundarika Vidyanidhi. De esa forma, Gadadhara aceptó iniciación de Pundarika Vidyanidhi. Si Gadadhara Pandita se volvió su discípulo, ¿qué más puedo decir acerca de las glorias de Pundarika Vidyanidhi? Él es el mejor de los devotos.
Pundarika Vidyanidhi fue el maestro ideal, y Gadadhara Pandita el discípulo ideal. Ambos eran muy queridos por el Señor Sri Krishna Caitanya. Y quien escuche acerca de este encuentro entre Gadadhara Pandita y Pundarika Vidyanidhi experimentará gradualmente lo más grandiosos éxtasis de amor al Supremo.