A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada
(Extractos del décimo capítulo de la obra ‘Krishna, la Suprema Personalidad de Dios’)
Atraídos en exceso a los placeres materiales, los semidioses Nalakuvara y Manigriva recibieron una maldición y una bendición simultáneas del sabio Narada.
Los dos grandes semidioses Nalakuvara y Manigriva eran hijos de Kuvera, el tesorero de los semidioses, quien era un gran devoto del Señor Siva. Las opulencias materiales de Kuvera, por la gracia del Señor Siva, no tenían límite. A menudo, los hijos de los hombres ricos se vuelven adictos al vino y a la vida sexual. Una vez, estos dos semidioses, con el deseo de disfrutar, entraron al jardín del señor Siva en la provincia de Kailasa, a orillas del Mandakini Ganges. Allí, ellos bebieron mucho y se dedicaron a oír los dulces cantos de las hermosas mujeres que los acompañaban en aquél jardín de fragantes flores.
Mientras Nalakuvara y Manigriva se divertían así en las aguas del Ganges, de repente ocurrió que Narada, el gran sabio, pasó por ahí. Narada pudo comprender que los semidioses Nalakuvara y Manigriva estaban demasiado embriagados para darse cuenta de su presencia. Las jóvenes, no obstante, no estaban tan embriagadas como los semidioses, y de inmediato se avergonzaron de estar desnudas ante el gran sabio Narada. Ellas se cubrieron a toda prisa. Al ver tan degradados por la embriaguez a los dos semidioses, Narada deseó favorecerlos, y, en consecuencia, exhibió su misericordia sin causa para con ellos, maldiciéndolos.
Nalakuvara y Manigriva estaban demasiado embriagados para darse cuenta de su presencia.
Debido a que el gran sabio se compadeció de ellos, quiso terminar con su falso disfrute de la embriaguez y la compañía de muchachas jóvenes, y quiso que ellos viesen al Señor Krishna cara a cara. Él pensó maldecirlos sobre la base de lo siguiente. Narada dijo que la atracción a los placeres materiales se debe a un incremento de la modalidad de la pasión. Generalmente, cuando a una persona que se encuentra en el mundo material, la favorece la fortuna con riquezas materiales, se vuelve adicta a tres cosas: a la bebida, a la vida sexual y a los juegos de azar.
Entregados de esa manera a la envidia y a la violencia en contra de otros cuerpos, los materialistas no comprenden cuál es la meta última de la vida, y, al no conocer esta meta, se deslizan generalmente a una condición infernal. Los necios se dedican a cometer toda clase de pecados, debido a la concepción errónea de identificar el cuerpo material con el yo. Pero uno debe ser lo suficientemente inteligente como para comprender a quién le pertenece este cuerpo. Antes de cometer cualquier clase de pecado para mantener el cuerpo, deberíamos comprender a quién le pertenece el mismo. Finalmente, se concluye que el cuerpo es un producto de la naturaleza material y que al final se funde con ella. Por consiguiente, la conclusión debe ser que el cuerpo le pertenece a la naturaleza material. No debemos creer equivocadamente que nuestros cuerpos nos pertenecen.
Cuando un hombre se encuentra neciamente enamorado del falso prestigio de la opulencia, no se interesa en ninguna instrucción moral, sino que se entrega al vino, a las mujeres y a la matanza de animales. Por ello, el gran sabio Narada consideró que, como los semidioses Nalakuvara y Manigriva estaban tan perdidamente enamorados del prestigio falso, se les debería poner en una condición carente de opulencia.
Después de eso, Narada creyó que era su deber poner a esos semidioses en una condición que les impidiera sentirse falsamente orgullosos de su opulencia y prestigio materiales. Narada sentía compasión por ellos, y deseó salvarlos de su caída vida. Ellos se encontraban inmersos en la modalidad de la oscuridad, y como no podían controlar sus sentidos, eran por lo tanto adictos a la vida sexual. Era el deber de una persona santa como Narada salvarlos de su abominable condición. Por lo tanto, Narada pensó que el mejor castigo para ellos era convertirlos en árboles o entidades vivientes inmóviles. Los árboles son inmóviles por las leyes de la naturaleza. Aunque los árboles estén cubiertos por la modalidad de la ignorancia, no pueden hacer daño. El gran sabio Narada creyó conveniente que, aunque los hermanos serían castigados por su misericordia convirtiéndose en árboles, conservaron su memoria para que fueran capaces de saber por qué se les castigaba. Generalmente, la entidad viviente olvida su vida anterior después de cambiar de cuerpo, pero en casos especiales, por la gracia del Señor, uno puede recordar, como en el caso de Nalakuvara y Manigriva.
Por lo tanto, el sabio Narada consideró que los dos semidioses deberían permanecer en la forma de árboles durante cien años, de acuerdo con la medida de tiempo de los semidioses, después de lo cual serían lo suficientemente afortunados como para ver cara a cara a la Suprema Personalidad de Dios, por Su misericordia sin causa. Y, entonces, se les ascendería de nuevo a la vida de semidioses y grandes devotos del Señor.
Después de esto, el gran sabio Narada regreso a su morada conocida como Narayana-asrama, y los dos semidioses se convirtieron en árboles, conocidos como los árboles gemelos arjuna. Los dos semidioses fueron favorecidos por la misericordia sin causa de Narada, y se les dio la oportunidad de crecer en el jardín de Nanda y ver al Señor Krishna cara a cara.
A pesar de que el niño Krishna estaba atado al mortero de madera, se dirigió hacia los árboles gemelos para cumplir la profecía de Su gran devoto Narada. El Señor Krishna sabía que Narada era Su gran devoto, y que los árboles que estaban ante Él como los árboles gemelos arjuna eran realmente los hijos de Kuvera. El Señor pensó: “Ahora debo hacer que se cumplan las palabras de Mi gran devoto Narada”. Él comenzó entonces a avanzar por el pasadizo que había entre los dos árboles. Pero aunque el Señor pudo pasar por en medio de ellos, el gran mortero de madera se trabó horizontalmente entre los árboles. Aprovechándose de esto, el Señor Krishna comenzó a jalar la cuerda que estaba atada al mortero. Tan pronto como Él jaló con una gran fuerza, los dos árboles cayeron inmediatamente con gran estrépito junto con todas sus ramas y vástagos. De los árboles quebrados surgieron dos grandes personalidades, resplandecientes como el fuego llameante, que iluminaron y embellecieron todos los lugares con su presencia. Los cuerpos purificados se postraron de inmediato ante el niño Krishna, y le ofrecieron sus respetos y oraciones con las siguientes palabras.
De los árboles quebrados surgieron dos grandes personalidades, resplandecientes como el fuego llameante, que iluminaron y embellecieron todos los lugares con su presencia.
“Querido Señor Krishna, Tú eres la Personalidad de Dios original, el amo de todos los poderes místicos. Los brahmanas eruditos saben bien que esta manifestación cósmica es una expansión de Tus potencias, las cuales a veces se manifiestan y a veces permanecen no manifiestas. Tú eres el proveedor original de la vida, el cuerpo y los sentidos de todas las entidades vivientes. Tú eres el Dios eterno, el Señor Vishnu, quien es omnipresente y el controlador imperecedero del hechizo de las tres modalidades de la naturaleza material: la bondad, la pasión y la ignorancia. Tú, en la forma de la Superalma, vives en todas las múltiples formas de entidades vivientes, y sabes muy bien o que sucede dentro de los cuerpos y dentro de sus mentes. Por consiguiente, Tú eres el director supremo de todas las actividades de todas las entidades vivientes. Pero, aunque Te encuentras en medio de todas las cosas sujetas al hechizo de las modalidades materiales de la naturaleza material, ninguna de esas cualidades contaminadas Te afecta. Nadie que se encuentre bajo la jurisdicción de las modalidades materiales puede comprender Tus cualidades trascendentales, las cuales existen desde antes de la creación; por consiguiente, se Te llama la Trascendencia Suprema. Ofrezcamos, pues, nuestras respetuosas reverencias a Tus pies de loto, Señor Vasudeva, que eres el Brahman Supremo, el cual siempre es glorificado por Sus potencias internas personales. En este mundo material, se Te puede conocer únicamente por medio de Tus distintas encarnaciones. Aunque Tú asumes diferentes tipos de cuerpos, estos cuerpos no son parte de la creación material. Estos cuerpos se encuentran siempre colmados de potencias trascendentales de opulencia, fuerza, belleza, fama, sabiduría y renunciación, todas ilimitadas. En la existencia material existe una diferencia entre el cuerpo y el propietario del mismo, mas para Ti no hay tal diferencia, pues Tú apareces en Tu cuerpo espiritual original. Cuando Tú apareces, Tus extraordinarias actividades indican que Tú eres la Suprema Personalidad de Dios. A nadie que se encuentre en la existencia material le es posible realizar esas actividades extraordinarias. Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, que ha aparecido ahora para causar el nacimiento y la muerte, así como también la liberación de las entidades vivientes. Y Tú estás completo con todas Tus expansiones plenarias. Tú puedes otorgarle a cada quien toda clase de bendiciones. ¡Oh, Señor!, ¡Oh, fuente de toda fortuna y bondad!, Te ofrecemos nuestras reverencias respetuosas, Tú eres la Suprema Personalidad de Dios omnipresente, la fuente de la paz y la persona suprema de la dinastía del rey Yadu. ¡Oh, Señor!, nuestro padre, conocido como Kuvera, el semidiós, es Tu sirviente. De igual manera, el gran sabio Narada es también Tu sirviente. Y, únicamente por la gracia de ellos, hemos podido verte personalmente. Te pedimos, por lo tanto, que podemos entregarnos siempre a Tu amoroso servicio trascendental, hablando solamente de Tus glorias y oyendo hablar acerca de Tus actividades trascendentales. Que nuestras manos y demás miembros se ocupen siempre en Tu servicio, que nuestras mentes se concentren siempre en Tus pies de loto y que nuestras cabezas se postren siempre ante la omnipresente forma universal de Vuestra Señoría”.
Cuando los semidioses Nalakuvara y Manigriva terminaron sus oraciones, el niño, el Señor Krishna, el amo y propietario de Gokula, atado al mortero de madera con las cuerdas de Yasoda, comenzó a sonreír y dijo: “Yo ya sabía que Mi gran devoto, el sabio Narada, había conferido su misericordia sin causa, al salvarlos de la condición abominable de orgullo causada por la posesión de belleza y opulencia extraordinarias en una familia de semidioses. Él los salvó de que resbalaran a la más baja condición de la vida infernal. Yo ya conozco todos estos hechos. Ustedes son muy afortunados, pues no solamente los maldijo, sino que también tuvieron la gran oportunidad de verlo. Si un alma condicionada, por casualidad puede ver cara a cara a una persona santa como Narada, quien es siempre sereno y misericordioso para con todos, se libera entonces inmediatamente. Esto es como encontrarse situado a plena luz del Sol: nada puede ser un impedimento para la visión. Por consiguiente, ¡oh, Nalakuvara y Manigriva!, sus vidas ahora han alcanzado el éxito, porque ustedes han desarrollado amor extático por Mí. Éste es su último nacimiento en la existencia material. Ahora pueden regresar a la residencia de su padre en el planeta celestial y, manteniendo la actitud de servicio devocional, ustedes serán liberados en esta misma vida”.
Después de esto, los semidioses dieron vueltas muchas veces alrededor del Señor, se postraron ante Él una y otra vez, y de esa manera partieron. El Señor quedó atado con las cuerdas al mortero.
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