Aja Govinda Dasa
Dios es el maestro de todos las artes, incluyendo el arte de la resolución de conflictos. La historia del Señor Vamana demuestra cómo el Señor satisfizo a dos grupos rivales y finalizó la guerra cósmica entre los demonios y los semidioses.
Dios es el maestro de todos las artes, incluyendo el arte de la resolución de conflictos. Él es el padre amoroso de todos, y cualquiera de Sus acciones beneficia a Sus hijos. La historia del Señor Vamana demuestra cómo el Señor satisfizo a dos grupos rivales y finalizó la guerra cósmica entre los demonios y los semidioses.
Con este pasatiempo, también aprendemos que la misericordia más grande del Señor es privar a Su devoto de todas sus defensas materiales para que éste pueda rendirse a Él por completo. El Señor hace esto para poder aumentar la confianza amorosa que los devotos le profesan, liberándolos de la dependencia en sus poderes mundanos oscilantes.
El virtuoso Rey Prahlada
La historia del Señor Vamana es una secuencia de la historia del Señor Nrisimha. En síntesis, el Señor Nrisimha advino para proteger a Su devoto Prahlada Maharaja, al que aterrorizaba su padre ateo, Hiranyakashipu. Después de que Sri Nrisimhadeva matara (y liberara) al tirano ateo, Prahlada Maharaja fue coronado como emperador de los demonios, los enemigos de los semidioses. Los semidioses (líderes administrativos del universo), finalmente, pudieron recuperar su soberanía en el paraíso, que había permanecido bajo el control de Hiranyakashipu.
Después de que Nrisimhadeva reestableciera el orden, ¿cómo surgió otra vez el conflicto entre los demonios y los semidioses? Ahora que el rey santo y bienqueriente de la paz Prahlada reinaba sobre los demonios, ¿cómo podría haber guerras?
Prahlada Maharaja defendía tanto la paz y era tan santo, que demostró no tener egoísmo al importarse más con su pueblo que con su propia familia. Cuando el hijo de Prahlada, Virochana, quiso casarse con una mujer deseada por un joven brahmana, Prahlada instruyó a Virochana que renunciara a su deseo personal. De esta manera, Prahlada demostró que el rey y su familia siempre deben servir al pueblo y jamás deben usar la fuerza o el poder para realizar sus deseos personales (Mahabharata, Udyoga Parva 35).
Con semejante rey adorable en el trono, los demonios estaban pacíficos. Sin embargo, después de que Prahlada renunciara al trono y se lo transmitiera a su hijo, Virochana, el odio entre los semidioses y los demonios resurgió.
Esta es la historia por la que Prahlada renunció al trono.
Cierta vez, cuando Prahlada todavía reinaba, un sabio que estaba bañándose en el río fue picado por una serpiente, que se enroscó en sus piernas y lo arrastró bajo el agua. Debido a su fe sincera en la protección del Señor Vishnu, el sabio no se vio afectado. La cobra lo llevó hasta el reino subterráneo de los demonios, donde Prahlada lo honró. Durante ese encuentro, el sabio inspiró a Prahlada a que visitara lugares de peregrinación.
En una visita a un bosque sagrado, Prahlada vio un pino atravesado por flechas. Su savia parecía lágrimas de angustia. Había dos ascetas sentados cerca del árbol. Irritado con la visión de sus flechas en el árbol inocente, Prahlada los atacó. Sin embargo, los ascetas lo derrotaron fácilmente. Entonces, Prahlada oró al Señor Vishnu, que le dijo que solo podría vencer a los ascetas mediante la devoción. En realidad, los ascetas eran Nara-Narayana Rishis, encarnaciones de Vishnu. Prahlada renunció a su reino y se retiró a realizar penitencias para pedirles perdón por haber luchado contra ellos. Después de ese incidente, Prahlada solo sirvió como consejero a sus sucesores (Vamana Purana 7-8).
Virochana, el hijo de Prahlada
Virochana se convirtió en el siguiente emperador de los demonios. Portando una deslumbrante corona dorada, una bendición del dios del Sol, se volvió arrogante y ofensivo con los semidioses. Virochana había recibido la bendición de que no lo podrían matar mientras estuviera usando la corona (Ganesha Purana 2.29). Conscientes de eso, los semidioses conspiraran contra él. Disfrazados de sabios, fueron hasta él y le preguntaron si les podría dar caridad, y el generoso Virochana juró que les daría lo que desearan. Entonces, ellos le pidieron su corona. Aunque Virochana pudo darse cuenta de la trampa de los semidioses, mismo así se mantuvo firme a su palabra y les entregó la corona y su vida (Srimad-Bhagavatam 8.19.14).
Bali conquista el cielo
Furioso con la confabulación de los semidioses, Bali, el hijo de Virochana, se volvió el enemigo de los semidioses, los crueles asesinos de su padre. En una ocasión, cuando el rey de los semidioses, Indra, rechazó arrogantemente la guirnalda ofrecida por un sabio, este sabio maldijo a los dioses. Debido a ello, Bali pudo vencer a los semidioses en la guerra y ganar el reino del paraíso.
Los semidioses estaban en desventaja: los demonios no tenían que temer a la muerte ya que su preceptor Shukracarya podía revivirlos con un mantra secreto. Expulsados de sus moradas, los semidioses se rindieron al Señor Vishnu, que les recomendó que propusieran una tregua a los demonios batieran juntos el océano de leche. De esta forma podrían recuperar las joyas que se les habían caído a Bali mientras transportaba el tesoro de los dioses a su capital. Esto también permitiría extraer elixir que haría inmortales a los semidioses (Vishnu Purana 1.9, Matsya Purana 250-251).
Lo primero que salió durante la batida del océano fue veneno, y después cosas valiosas como gemas, joyas, animales, dioses y diosas. Finalmente salió el pote de elixir. El Señor Vishnu, disfrazado de una mujer que era la personificación de la belleza sensual, engañó a los demonios y entregó todo el elixir a los semidioses. Con el poder del néctar de la inmortalidad, los semidioses pudieron resistir al ataque de los demonios, que querían todo el néctar para ellos. Entonces, los demonios recurrieron a artificios ilusorios y desorientaron a los semidioses.
Los semidioses se refugiaron en el Señor Vishnu que, sin ningún esfuerzo, frustró el ilusionismo de los demonios. Con el Señor de su lado, los semidioses mataron a Bali. Aprovechando que el ejército demoníaco estaba desmotivado, los semidioses comenzaron a exterminarlos sin clemencia. Entonces, Narada Muni, el sabio entre los semidioses, apareció y prohibió que continuaran con la masacre, aconsejándoles que volvieran a su reino celeste. Entonces le dijo a los demonios que llevaran a su emperador muerto, Bali, hasta Shukracharya, que revivió a todos los demonios muertes que tenían los miembros intactos.
Cuando Bali revivió, realizó un sacrificio bajo la orientación de Shukracharya para conquistar del universo. De esa forma obtuvo un arco invencible, una armadura impenetrable, dos carcajes de flechas inagotables y una cuadriga de oro tirada por caballos de primera calidad y con una bandera espléndida. Su abuelo le dio una guirnalda que siempre estaba fresca, y su profesor quiso agasajar con una caracola de la victoria. Después de recibir esos regalos y bendiciones, Bali partió rumbo a la capital de Indira y atacó con todas sus fuerzas. Indra y los demás semidioses se escondieron. Bendecido por su profesor, Bali dominó de nuevo el cielo. Siguiendo el buen consejo de su abuelo Prahlado, Bali reinó de forma virtuosa. (Vamana Purana 74-75)
Vamanadeva aparece
Aditi, la madre de los semidioses, se lamentó al ver a sus hijos deambulando sin un hogar. Su esposo, Kashyapa, le aconsejó que permaneciera serena tanto al perder como al ganar, pero no pudo calmarla. Entonces, él le recomendó que realizara un voto de doce días para satisfacer al Señor Krishna. El Señor Vishnu, contento con su voto, le prometió que aparecería como su hijo, y Kashyapa vio al Señor durante su trance. Entonces fecundó a su esposa y de esta forma el Señor entró en el vientre de ella.
El Señor Vamana, cuya tez es azul, apareció en este mundo adornado con seda dorada y portando en Sus cuatro manos una caracola, un disco, una maza y un loto. Su aparición otorgó júbilo a toda la creación.
Entonces, se transformó en un joven enano brahmana, y, en la ceremonia que conmemoraba Su nacimiento, todos los semidioses y sabios le ofrecieron regalos. El dios del Sol pronunció mantras védicos, el sacerdote de los semidioses decoró Su pecho con el cordón sagrado, y Kashyapa Muni le colocó un cinturón de paja alrededor de Su cintura. La Madre Tierra y Su madre le dieron una piel de venado y un taparrabos. La Luna, el rey de los bosques, le dio el cayado que portan los celibatarios, y los cielos le dieron una sombrilla. Brahma le regaló un pote de agua, y los siete sabios le dieron un rosario. El tesorero de los semidioses le dio un cuenco para mendigar, y Bhagavati, la esposa del Señor Shiva, le dio Sus primeras limosnas.
Vamanadeva pide a Bali
Sri Vamanadeva realizó sacrificios para establecer el ejemplo apropiado a todos los sabios. Cuando escuchó que el rey Bali estaba ocupado realizando sacrificios bajo la guía de Shukracharya, fue a ver a Bail, hundiendo la superficie del globo a cada paso.
Cuando Vamanadeva se acercó a Bali, el fuego del sacrificio estaba prácticamente apagado, y los demonios no pudieron recibir su cuota, y los himnos que emanaron de la boca de los sabios otorgaron el poder a los semidioses, en lugar de dárselo a los semonios. (Nrisimha Purana 45.10-13) Todos los sabios presentes en el sacrificio quedaron atónitos al ver la refulgencia que emanaba Vamanadeva. Todos pensaron que se acercaba el Sol, o su encarnación como fuego, y por eso presentaron sus respetos. Bali Maharaja le invitó cordialmente a sentarse y lavó Sus pies de loto. Entonces, el gran rey colocó el agua sagrada santificada por los pies de loto del Señor en su cabeza, de la misma forma en la que el Señor Shiva sostiene en su cabello el sagrado Ganges. Después, Maharaja Bail preguntó al Señor cómo podía servirlo.
Después de alabar la conducta gloriosa e infalible de la dinastía Bali respecto al cumplimiento de sus votos de caridad y caballerosidad, Vamana le solicitó tres pasos de tierra. Bali Maharaja se mofó de Su decisión, y le insistió que pidiera algo más valioso. Vamanadeva le respondió que nunca se puede saciar la codicia, y que ésta hace que la persona quiera más.
Vamanadeva estaba instruyendo a Bali Maharaja que su reinado sobre el cielo apenas estaba satisfaciendo su codicia y su egoísmo, y atormentando a los semidioses. Como guerrero supremo, el Señor podría haber recuperado muy fácilmente el cielo para los semidioses, aniquilando el orgullo de Bali en una batalla, pero Él decidió aparecer como un joven sabio para instruir a Su devoto Bali Maharaja sobre la importancia de abandonar el apego excesivo a las posesiones. El Señor instruyó a Bali acerca de la importancia de quedarse satisfecho con lo que venga naturalmente por la Providencia, en lugar de ansiar la propiedad ajena.
Entonces, Bali accedió a dar al Señor los tres pasos de tierra. Cuando ya estaba preparado para confirmar su promesa con agua, Shukracharya, reconociendo que Vamana no era otro que el Señor Vishnu, intentó disuadir a Bali de cumplir su promesa. Bali mantenía a Shukracarya, y por tal razón éste no quería que su rico benefactor perdiera toda su riqueza. Éste informó a Bali que el joven que tenía enfrente era, en realidad, el Señor Vishnu, que había venido hasta él para recobrar toda la opulencia de los semidioses.
Shukracharya también avisó a Bali que él sufriría en el infierno por no poder cumplir la promesa hecha al Señor Vamana, ya que el Señor cubriría todo el reino de Bali (el universo) con dos pasos, y no quedaría espacio para el tercer paso. Bali todavía no había pronunciado la sagrada sílaba Om, por lo que, según Shukracharya, todavía estaba a tiempo para echarse atrás.
Sin embargo, Bali no estaba dispuesto a retirar su palabra. Él sabía que la Madre Tierra no consigue soportar el peso de una persona deshonesta. Ahora que el propio Señor había llegado a su puerta, ¿cómo podría actuar contra Su voluntad suprema? Aunque normalmente se considera un acto ofensivo no seguir las órdenes del guru, Bali rechazó el consejo de su guru porque el mismo se contradecía con el principio fundamental de satisfacer al Señor.
Respecto al infierno, Bali Maharaja dijo: “No temo el infierno, la pobreza, un océano de aflicción, la caída de mi posición o incluso la muerte, comparado con el temor que siento de engañar a un brahmana”.
Él citó el ejemplo de las grandes almas que sacrificaron sus vidas en pos de otros. Finalmente, si la muerte se lleva todo, ¿para qué permanecer apegado a las posesiones personales?
Bali continuó: “Muchos reyes ganaron fama inmortal a través de sus actos heroicos, pero pocos obtienen la fortuna de servir a un santo. Y mi fortuna supera cualquier límite, porque el esposo de la diosa de la fortuna vino como un santo para pedirme limosna. Mi querido profesor, tu adoras a Vishnu, y ahora Él apareció delante de mi y tengo que cumplir Su instrucción, aunque sea mi enemigo. Como ahora Él es un joven brahmana, no lucharé contra Él, aunque me haga prisionero o incluso me mate”. (Srimad-Bhagavatam 8.20.12)
Al escuchar eso, Shukracharya condenó a su discípulo desobediente a perder toda su riqueza.
Aunque lo hubieran maldecido, Bali ofreció agua a Vamanadeva, consolidando de esta manera su promesa. Shukracharya intentó intervenir, pero no lo consiguió.
Aunque fuera un enano, el Señor se expandió en Su forma cósmica, revelando todo el universo. Con Su primer paso, Él cubrió todos los planetas inferiores hasta la Tierra, y con Su segundo paso, alcanzó la cima del universo. La uña de Su pie perforó las coberturas universales, y el agua del Océano Causal (en la que flotan innumerables universos) entró en aquel universo, lavó los pies de loto del Señor, y bajó a nuestro universo en la forma del Ganges celestial. (Srimad-Bhagavatam 5.17.1)
El devoto y poeta del siglo XII, Jayadeva Gosvami, escribe:
chalayasi vikramane balim adbhutavamana
pada-nakha-nira-janita-jana-pavana
kesava dhrta-vamana-rupa
jaya jagadisa hare
“Oh, Kesava, oh, Señor del universo, oh, Señor Hari, que asumiste la forma de un brahmana enano, toda gloria a Ti. Oh, maravilloso enano, con Tus firmes pasos engañaste al rey Bali, y con el agua del Ganges que emanó de las uñas de Tus pies de loto, salvaste a todos los seres vivos de este mundo”.
El agua del Ganges también contiene el agua del pote del Señor Brahma, pues éste lavó y adoró los pies de loto del Señor cuando éste alcanzó el sistema planetario superior. (Srimad-Bhagavatam 8.21.4)
Entonces, Vamanadeva se reveló nuevamente como un joven sabio, y todos los semidioses lo adoraron. Los demonios, sin embargo, se precipitaron contra el Señor, pero todos Sus poderosos asociados los aniquilaron. Bali Maharaja ordenó a sus soldados que desistieran del conflicto, proclamando que el factor del tiempo ahora no estaba a su favor. Él declaró que nadie podía oponerse a la voluntado del Señor Supremo.
Los soldados demonios volvieron a sus residencias en los planetas inferiores. Garuda, el ave transportadora del Señor Vishnu, prendió a Bali Maharaja y el Señor castigó a Bali por no haber sido capaz de ofrecer los tres pasos de tierra. Debido a esto, iría al infierno.
El Señor privó a Bali de todo lo que tenía, excepto su libre albedrío. Dios puede quitarnos todo, pero jamás nos quita nuestro libre albedrío: siempre está en nuestras manos rendirnos a Él o no.
Para cumplir su promesa, Bali se rindió a los pies de loto del Señor y le pidió que diera el tercer paso sobre su cabeza. A causa de esto, Bali se volvió famoso como ejemplo de rendición completa al Señor.
De hecho, Bali consideró que lo que el Señor había hecho por él fue más misericordioso que lo que había hecho por Indra. Indra había recuperado la opulencia de su reino, pero al haberse liberado del falso prestigio, Bali obtuvo el servicio devocional puro al Señor.
Cuando Vamanadeva apareció en el vientre de Aditi, Prahlada advirtió a Bali que el Señor derrotaría a los demonios y devolvería el paraíso a los semidioses.
Bali respondió con arrogancia: “¿Quién es ese Vishnu comparado con mis demonios guerreros?”.
Al escuchar la declaración vanidosa de su nieto, Prahlada le reprendió: “¿Cómo puedes hablar de esa forma? Te maldigo a que pierdas tu posición prestigiosa, pues insultaste a mi adorable Señor Vishnu”.
Al darse cuenta de su error, Bali se disculpó por su orgullo. Aunque la maldición no había sido instaurada, Prahlada garantizó a Bali que el propio Señor lo protegería. (Vamana Purana 77) De esa forma, Prahlada Maharaja honró la acción que corrigió a Bali, pues éste se había vuelto arrogante debido a la opulencia material.
En el Srimad-Bhagavatam (10.88.8-9), el propio Señor proclama: “Si yo favorezco a alguien de forma especial, poco a poco lo privo de su riqueza. De esa forma, los parientes y amigos de esa persona lo abandonan poco a poco. Es así que él vive una aflicción después de otra. Cuando ve frustradas sus tentativas de conseguir dinero y, en lugar de ello, se une a Mis devotos, le otorgo Mi misericordia especial”.
Incluso la esposa de Bali Maharaja aceptó su prisión como apropiada, pues éste había considerado la propiedad del Señor como suya.
El reinado subterráneo de Bali
El Señor Brahma solicitó a Vamanadeva que liberara a Bali, pues había entregado todas sus posesiones al Señor, incluyendo su propio cuerpo. Vamanadeva aceptó el pedido de Brahma y quedó muy contento con la integridad de Bali, que permaneció intacta a pesar de la maldición de su guru, haber perdido su reino, haber sido derrotado y detenido, y que sus amigos y parientes lo hubieran rechazado. El Señor Vamana bendijo a Maharaja Bali a que obtuviera el puesto de Indra en un milenio futuro. Hasta ese momento, Bali reinaría en un planeta subterráneo creado por el arquitecto de los dioses para ser cien veces más resplandeciente que el paraíso. (Srimad-Bhagavatam 8.22.32-33) El propio Señor Vamana cuidaba del reino de Bali.
Bali y Prahlada alabaron al Señor con un aprecio profundo. Se dieron cuenta que los semidioses ni siquiera habían obtenido nunca la misericordia inmotivada que Él le había mostrado a los demonios. Entonces, el Señor le devolvió las tierras que le había quitado a Bali Maharaja a sus dueños originales: Indra y los semidioses.
Indra y Bali: ambos devotos satisfechos
El señor frecuentemente actúa de maneras imprevisibles maravillosas, pero Sus pasatiempos siempre establecen el verdadero dharma para el beneficio de todos. Vamanadeva le quitó a Bali el paraíso y lo devolvió a los semidioses, y esto benefició tanto a Indra cuanto a Bali. Ambos obtuvieron sus reinos, pero también algo de mucho más valor: una confianza y un amor profundos por Vamanadeva, que realizó el doble papel de hermano pequeño de Indra y protector de Bali.
Este pasatiempo también glorifica la determinación resuelta de Bali Maharaja, pues éste cumplió su voto bajo cualquier circunstancia. Bali maharaja es una de las doce grandes personalidades (mahajanas) veneradas por su devoción exclusiva al Señor incluso en las situaciones más aterradoras.