Ravindra Svarupa Dasa

Mientras Europa, como si se hubiera hastiado de su concepto medieval de Dios, se había empezado a interesar por el hombre y lo mundano, en la India comenzó una revolución espiritual destinada a expandirse por todo el mundo, que revelaba la naturaleza dinámica de la Verdad Absoluta.

La Europa del siglo XV pasaba por aquella grandiosa transformación sociocultural que el historiador Jules Michelet, mirando al pasado con reverencia, llamó de Renacimiento. El largo período medieval, con su visión tan deslumbrada por las imágenes espléndidas de lo eterno que no podía ni siquiera mirar de reojo el mundo pasajero, con su mente tan obsesionada por las cosas venideras (muerte, juicio, cielo e infierno), que encaraba esta vida apenas como un camino arduo y preparatorio, con su cuerpo social construido a partir de jerarquías rígidas y mantenido por una economía laboriosa – todo eso terminó.

Como un hombre que despierta de un sueño, Europa recobró sus sentidos y miró a su alrededor como si, por primera vez, toda la inmensidad del mundo fascinante que lo rodeaba, rico en promesas misteriosas, lo invitase a conocer sus posibilidades infinitas.

Pico Della Mirandola compuso el Discurso sobre la dignidad del hombre. Aunque representaba temas piadosos, Miguel Ángel esculpió en piedra a un David de músculos delicados y de proporciones perfectas, y compuso un himno en glorificación al cuerpo masculino. Mientras, en todos lados, los pintores adoraban las paredes con exquisitas Vírgenes Marías de brazos flexibles y complexiones lustrosas. Los navegantes intrépidos dirigían sus proas en dirección a mares desconocidos y encontraban nuevos mundos para explorar. Con la misma fascinación implacable, Leonardo da Vinci presentó con sus detallados estudios la complejidad de la anatomía humana y la mecánica del vuelo de los pájaros. Una nueva aristocracia, basada en un nuevo tipo de riqueza hecha por el hombre, gana vida y cría un gigantesco imperio de cambio, transacciones bancarias y manufactura. Sacaron a Dios y colocaron al hombre y la materia en el centro, y así nació el mundo moderno.

Homo Cuadratus, de Leonardo da Vinci.

En el siglo XV, India también atravesaba un renacimiento, aunque un poco diferente. De hecho, este renacimiento era casi opuesto al europeo; los académicos lo llamaron el “renacimiento del bhakti”, un gran renacimiento de la devoción por Dios. La prominente figura de esta aparición religiosa fue Sri Chaitanya Mahaprabhu.

Cuando los investigadores modernos explican los cambios históricos, sólo consideran las causas mundanas – sociales, políticas, económicas y otros factores similares. No obstante, me gustaría explorar otro tipo de causa: la divina. El Bhagavad-gita explica brevemente cómo y por qué Dios interviene de vez en cuando en la historia humana: “Cuando quiera y dondequiera que haya una declinación en la práctica religiosa”, declara Krishna, “y un aumento predominante de la irreligión, en ese entonces Yo mismo desciendo. Para redimir a los piadosos y aniquilar a los infieles, así como para restablecer los principios de la religión, Yo mismo aparezco milenio tras milenio”. (Bhagavad-gita, 4.7-8)

Como si de un texto introductorio se tratara, el Bhagavad-gita presenta los principios generales de forma resumida. Textos más avanzados, como el Srimad-Bhagavatam, proporcionan informaciones más detalladas. Basándose en estos trabajos, Srila Prabhupada comenta sobre la afirmación del Bhagavad-gita: “El Señor no aparece únicamente en tierras hindúes. Él se puede manifestar en cualquier lugar, en el momento que quiera. En cada encarnación, Él habla sobre religión en la medida en que el pueblo específico al que destina Su mensaje pueda entenderlo – de acuerdo con sus circunstancias. Pero la misión es la misma: incitar a las personas a seguir los principios religiosos y a buscar la conciencia de Dios. En ocasiones, Él desciende personalmente, y otras veces, envía a Su representante autorizado en la forma de Su hijo, siervo, o Él mismo en alguna forma disfrazada”.

¿Por qué Dios tendría que aparecer varias veces? Al fin y al cabo, si Dios es perfecto, ¿no sería capaz de establecer la religión perfectamente? ¿No debería ser suficiente con una sola vez? Sin embargo, esta es la naturaleza del mundo material: con el tiempo, todo perece, y aunque Dios sea infalible, los seres humanos, que reciben y transmiten las instrucciones de Dios, son falibles. En consecuencia, las tradiciones religiosas que Dios establece se comprometen, y con el tiempo, se desintegran. Cuando la religión decae y la irreligión crece, Dios desciende para restaurar el equilibrio y restaurar los principios de la rectitud. La intervención periódica de Dios es crucial. Krishna dice en el Bhagavad-gita (3.24) que si Él no actuase de esa forma, “todos estos mundos se irían a la ruina”.

El Renacimiento en Europa sirve como un claro ejemplo del declive de la religión. Mil quinientos años atrás, Jesucristo, el hijo de Dios, apareció en una periferia del Imperio Romano y enseñó, tanto como le fue posible, los principios religiosos. Sus seguidores adoptaron y transformaron la herencia filosófica de los griegos y el legado práctico y material de los romanos, y así crearon una civilización centrada en Dios en Europa. Pero el Renacimiento, al ser un gran movimiento de secularización, manifestó la destrucción de aquella civilización. La ostentación sacerdotal y la corrupción viciaron el poder espiritual de la Iglesia (cualquier persona familiarizada con la historia de los papas renacentista podrá confirmarlo). Aunque Martín Lutero y otros reformadores intentaron reestablecer la pureza del cristianismo, sin querer facilitaron los medios para que los gobernantes europeos se liberaran del control religioso. De esta forma, la Reforma contribuyó al fin de la civilización medieval centrada en Dios.

Si en los siglos XV y XVI, Europa representa el declive religioso que presenta el Bhagavad-gita, durante el mismo período, India ilustra el restablecimiento divino. En este caso, el ya mencionado agente trascendental, Sri Chaitanya, apareció en 1486 en la actual Bengala Occidental, apenas cuatro años antes del nacimiento de Lutero en Alemania.

Un hombre sólo se puede aceptar como una encarnación de Dios si se hace referencia a Él en las escrituras. Muchas escrituras predicen el advenimiento del Señor Chaitanya. El Srimad-Bhagavatam (11.5.32) dice: “En la era de Kali, las personas inteligentes practican el canto en congregación para adorar a la encarnación de Dios que canta constantemente el nombre de Krishna. Aunque Su tez no es negruzca, es Krishna Mismo, y viene con Sus acompañantes, sirvientes, armas y devotos íntimos”.

Este verso identifica al Señor Chaitanya como un tipo de encarnación especial llamada yuga-avatara. La literatura védica concibe la historia como cíclica, progresando a través de repetidos ciclos de cuatro eras, llamados yugas. La primera era del ciclo, satya-yuga, es una era de oro de inmenso bienestar material y espiritual; cada era subsecuente se degrada más que la anterior. Ahora estamos en el año 5.000 de la era de Kali, la última y más deshonrosa era. “En esta era de Kali, la era de hierro”, dice el Srimad-Bhagavatam (1.1.10), “los hombres no tienen sino una vida corta; son pendencieros, perezosos, mal dirigidos, desafortunados y, sobre todo, siempre están perturbados.

La práctica religiosa se diseña conforme las características particulares de cada yuga. Por ejemplo, las prácticas de meditación adecuadas para Satya-yuga no son efectivas en Kali-yuga. Las personas no tienen tiempo, ni la determinación y paz mental necesarias para meditar apropiadamente. Por lo tanto, el Señor desciende en cada yuga – como yuga-avatara – para establecer la forma apropiada de la religión. Según el Srimad-Bhagavatam, el Señor Chaitanya es el yuga-avatara de esta era de Kali.

El Bhagavatam también señala la práctica religiosa específica que el Señor Chaitanya propagaría: sankirtana, el canto congregacional del nombre de Dios. Sankirtana es especialmente adecuado para Kali-yuga, porque es tan fácil de ejecutar como extremadamente poderoso. En esta era, estamos en una condición tan mórbida, que sólo podemos curarnos con la medicina más poderosa. Y si no fuera fácil de tomar, lo rechazaríamos. Por eso el Señor Chaitanya difundió el santo nombre. No importa lo pendencieros, perezosos, desencaminados, desafortunados y perturbados que seamos: podemos cantar Hare Krishna con facilidad y percibir los resultados espirituales. Inmediatamente sentimos un breve gusto de la bienaventuranza trascendental, y sentimos que nuestras lujuria, codicia e ira disminuyen. La incalculable potencia del nombre divino librará las mentes más contaminadas de la putrefacción de la existencia material.

El Señor Chaitanya poseía tal poder espiritual, que nacieron olas de devoción de Él e inundaron toda la India con el amor por Dios. Su vida y enseñanzas fueron perfectamente recontados por Krishnadasa Kaviraja Gosvami en el Sri Chaitanya-charitamrita, conocido en todo el mundo como un clásico de la literatura bengalí. Podemos calcular la potencia del Señor Chaitanya a partir de esta descripción del impacto que causaron Él y algunas personas durante Su excursión por el sur de la India:

Cada vez que el Señor Chaitanya veía a alguien, cuenta Krishnadasa Kaviraja, le pedía que cantara hare Krishna. “Todo el que oía al Señor Chaitanya Mahaprabhu cantar ‘¡Hari! ¡Hari!’, también cantaba los santos nombres del Señor Hari y de Krishna. De ese modo, todos seguían al Señor, muy ansiosos de verle. Al cabo de un tiempo, el Señor abrazaba a esas personas y les pedía que volviesen a sus hogares, tras haber investido a cada uno de ellos con potencia espiritual. Cada una de esas personas dotadas de poder volvía a su aldea, cantando sin cesar el santo nombre de Krishna, a veces riendo, a veces llorando o danzando. Esas personas dotadas de poder pedían a todo el mundo, a cualquiera que veían, que cantase el santo nombre de Krishna. De ese modo, todos los habitantes de la aldea se volvían también devotos de la Suprema Personalidad de Dios. La gente de otras aldeas que se cruzaba con alguna de aquellas personas dotadas de poder se volvía como él por el simple hecho de verle y recibir la misericordia de su mirada. Al regresar a sus aldeas, cada una de aquellas personas recién dotadas de poder convertía también a los demás en devotos. Y cuando las gentes de otras aldeas venían a verle, también se convertían. De ese modo, al ir todas aquellas personas dotadas de poder de aldea en aldea, todos los habitantes del sur de la India se volvieron devotos. Así, muchos cientos de personas se volvieron vaishnavas por cruzarse con el Señor en el camino y recibir Su abrazo”. (Chaitanya-charitamrta, Madhya 7.98-105)

Una de las características que se destacan en la aparición de Krishna como el Señor Chaitanya es que, aunque el Señor Chaitanya sea el propio Krishna, Él no aparece como Dios, sino como un devoto de Dios. Hay dos razones por las que Dios asume el papel de Su propio devoto, una externa y pública, y otra interna y privada.

La razón pública por la que Dios se vuelve un devoto es para enseñar el canto de los nombres de Dios de la forma más atractiva y poderosa. Representando el papel de Su propio devoto – el mayor devoto de todos –, Krishna fue capaz de demostrar el esplendor del servicio devocional puro mediante Su propio ejemplo inmaculado. Como el Señor Chaitanya es el propio Dios revelando cómo desea que le sirvan, Sus enseñanzas son las más autorizadas.

La razón privada por la que Dios desciende como el Señor Chaitanya es más compleja, y para entenderla, es necesario adentrarse en las actividades internas y confidenciales de Dios. De hecho, estos asuntos pasaron a ser accesibles a todo el mundo gracias al Señor Chaitanya. (Éstos se describen en las antiguas escrituras, pero el Señor Chaitanya esclareció el significado de estos textos e hizo que todos reconocieran su importancia).

La aparición de Krishna como el Señor Chaitanya es el tributo personal de Krishna a las actividades insuperables del servicio devocional, especialmente de Sus devotos puros. Además, cuando Krishna sumió la posición de Su mayor devoto, en realidad tenía a un devoto particular en mente: Su mayor y más íntimo devoto que, de hecho, es una devota, Srimati Radharani.

Seguramente han visto pinturas de Radha y Krishna juntos; el Señor Krishna aparece como un joven de tez azulada-oscura, refulgente como una nube de lluvia recién formada, iluminada por el Sol. Srimati Radharani es una joven igualmente hermosa; Su tez es brillante como el oro derretido. Krishna toca Su flauta, y Radharani, con Su brazo reposando suavemente sobre el hombro de Krishna, escucha encantada. Por la postura de ambos y la forma de mirarse mutuamente, es evidente que están apasionados.

Radha y Krishna.

Los occidentales suelen entender a Radha y Krishna de forma equivocada. La generación anterior puritana, estaba espantada con la idea de que Dios pudiera tener una consorte y estuviera involucrado en una relación conyugal. Actualmente, se pueden encontrar personas en la generación más joven muy apegadas a la vida sexual, y les entusiasma que Dios también lo esté. Ambos grupos están radicalmente equivocados en cuanto a la relación de Radha y Krishna, porque ambos cometen el mismo error: creer que la relación de Radharani y Krishna es como una relación sexual mundana.

Lo masculino y lo femenino, y la atracción entre ambos, sólo existen en este mundo porque la polaridad sexual y la atracción entre ellos existen originalmente en Dios, en Radha-Krishna. Existe allí arriba, existe aquí abajo. Pero también hay diferencia.

Las relaciones sexuales mundanas apenas son un reflejo pervertido de la relación conyugal trascendental entre Radha y Krishna, que es puro y espiritual, y carece de cualquier resto de lujuria. Mientras nuestras mentes materialmente contaminadas estén condicionadas por los deseos ordinarios, no seremos capaces de concebir el amor inmaculado entre Radha y Krishna. Nosotros proyectamos nuestras relaciones enfermas y nuestro amor mundano en Dios. Se trata de un gran error: una persona sólo puede entender el amor conyugal de Radha y Krishna tal como es después de librarse de la lujuria. El Señor Chaitanya fue capaz de revelar la relación confidencialísima entre Radharani y Krishna de una forma sin precedentes, porque Él también enseñó el canto Hare Krishna, que destruye la lujuria y otras impurezas materiales con una eficacia imbatible.

Podemos entender la posición de Srimati Radharani en términos de “la potencia” (shakti) y “el potente” (shaktiman), o sea, de poder o energía, por un lado, y el que posee el poder, la fuente de energía, del otro lado. Por ejemplo, el fuego es el potente, y el calor y la luz son las potencias del fuego. La potencia suprema, la fuente última de todas las energías, es Krishna; todo lo demás, material o espiritual, es Su potencia, que emana de Él como el calor y la luz emanan del fuego. (Calor y luz son potencias en cuanto al potente fuego; el fuego, potencia en relación al potente Sol; el Sol, potencia en relación a Krishna, el potente supremo. Todo lo que podemos y no podemos concebir, se puede describir exhaustivamente como Krishna y Sus potencias).

Entre las energías de Krishna, hay tres que se destacan. Una de ellas manifiesta todo el mundo material; otra, las innumerables almas espirituales. La tercera – llamada potencia interna – manifiesta el reino trascendental de Dios. Esa potencia interna tiene tres subdivisiones. A través de estas potencias trascendentales, Krishna mantiene Su existencia y la de Su reino eterno; a través de la otra, Se conoce a Sí mismo y permite que otros lo conozcan, y a través de la tercera potencia interna, disfruta de la bienaventuranza trascendental y permite que Sus devotos también disfruten.

Esta potencia interna de bienaventuranza, llamada hladini-shakti, es Srimati Radharani. Como es la personificación de la potencia de placer trascendental de Krishna, Srimati Radharani es la devota más perfecta de Krishna; Ella sólo vive para complacerlo con Su amor devocional puro. Cualquier forma de servicio devocional se encuentra bajo el auspicio de Srimati Radharani, y tan sólo por Su misericordia y supervisión, los devotos pueden complacer a Su amado Krishna. Ella es la devota ideal, el ejemplo de amor incondicional.

Krishna y Radha son simultáneamente una única persona y dos personas separadas a la vez, así como el fuego y su luz son el mismo y distintos al mismo tiempo. Así, aunque Radharani y Krishna tengan la misma identidad, son eternamente distintos. Radha y Krishna juntos son un ejemplo de la simultánea igualdad y diferencia de la Suprema Personalidad de Dios y Su energía, que constituye la Verdad Absoluta. De esta forma, ilustran el principio más profundo de la metafísica.

Radharani y Krishna revelan que la naturaleza última de Dios contiene variedad eterna, y la reciprocidad interminable de Su amor es la base de un proceso dinámico interno por el cual la belleza y bienaventuranza de Krishna se expanden eternamente. Aunque Radha no tenga ningún deseo de disfrutar individualmente, cuando ve a Krishna, Su satisfacción aumenta sin límites. Como Su placer aumenta, Su dulzura y belleza también aumentan. Cuando Krishna ve a Radha volviéndose más y más bella, Su placer también aumenta, haciendo con que Su belleza y dulzura crezcan. Cuando Radha ve que Ella complació a Krishna, Se siente dominada por un gran placer y, a medida que Su disfrute se multiplica, Se vuelve más bella y dulce. Esto nuevamente aumenta el disfrute personal de Krishna, bien como Su belleza y dulzura… Entonces ese intercambio sigue, sin fin o límites.

El nombre Krishna significa “todo atractivo”, y saber del intercambio del amor siempre creciente entre Radha y Krishna, nos permite apreciar lo atractivo que es Dios – más atractivo que cualquier otra cosa en este mundo. Si se concibe a Dios erróneamente como estático o destituido de variedad, el mundo material parece más interesante y atractivo que la trascendencia. Los filósofos cristianos tomaron prestado el concepto estable de Dios de Aristóteles, y lo consagraron en la teología medieval, y esta es una de las razones por las que el Renacimiento se dirigió al mundo material en busca de promesas, aventuras y posibilidades crecientes. La comprensión filosófica de Dios era de actus purus, que significa que Él era todo lo que podía ser; Él era completamente estático, una especie de perfección congelada o cristalizada.

Se concluía que, si Dios posee la plenitud de la perfección infinita, entonces la perfección divina estaría en su máximo absoluto y no podría crecer más. No obstante, Krishnadasa Kaviraja dice que, aunque Dios se encuentre en la plenitud de la perfección, aun así, continúa aumentando. Es más fácil de entender esta contradicción aparente si consideramos una “paradoja” similar que los matemáticos modernos descubrieron en sus investigaciones de las propiedades de los conjuntos infinitos. Consideremos, por ejemplo, un hotel con un número de habitaciones infinito, todas ellas ocupadas. Aunque el hotel esté lleno, siempre se pueden hospedar a más personas – de hecho, a un número infinito de personas. Imaginemos que el dueño del hotel quiera recibir a un hóspede más. Él soplará un silbato, y todas las puertas se abrirán. El huésped de la habitación número 1 se mudará a la habitación número 2, el de la habitación número 2 a la número 3, y así sucesivamente ad infinitum. El huésped entra en la habitación número 1, ahora vacía. Similarmente, aunque un número considerable de huéspedes se vaya del hotel, permanecerá completamente ocupado. El Isopanisad presenta una consideración similar sobre la Suprema Personalidad de Dios: Él es tan completo que, aunque emanen innumerables energías de Él, siempre permanece completo y no se reduce. Y aunque Krishna sea pleno y completo, aun así, mediante su intercambio amoroso con Radha, siempre Se expande eternamente y sin límites.

El Señor Chaitanya también personifica otra fase en la psicología trascendental del intercambio amoroso entre Radha y Krishna. Ya vimos cómo Krishna se siente incesantemente fascinado y atraído por Radha. Él cree que el amor de Ella por Él es igualmente increíble. Ese amor está libre de cualquier egoísmo, y hace que Su admiración por Ella aumente. Krishnadasa Kaviraja nos dice que Krishna piensa para Sus adentros: “Cualquiera que sea el placer que obtengo al saborear Mi amor por Srimati Radharani, Ella, con Su amor, saborea diez millones de veces más que Yo”. (Chaitanya-charitamrita, Adi 4.126) Krishna es el disfrutador supremo, pero Él percibe que Srimati Radharani, por Su amor por Él, disfruta de más bienaventuranza que Él. Entonces, Krishna está ansioso por experimentar personalmente el sabor del amor de Srimati Radharani por Él.

La belleza y la dulzura de Krishna son tan ilimitados que atraen a todo el univreso. Krishnadasa Kaviraja dice: “La belleza de Kṛṣṇa tiene una fuerza natural: estremece los corazones de todos los hombres y mujeres, comenzando por Sri Krishna mismo. Todas las mentes se sienten atraídas al oír Su dulce voz y Su flauta, o al ver Su belleza. Hasta el mismo el Señor Krishna Se esfuerza en saborear esa dulzura”. (Chaitanya-charitamrita, Adi 4.147-148)

Pero la persona que más disfruta de la belleza y la dulzura de Krishna es Srimati Radharani. Su amor inmaculad es como un espejo impecable, y, en este espejo, la belleza y la dulzura personal de Krishna brillan con gran esplendor. De esta forma, Krishna desea experimentar Su belleza y atracción de la misma forma en la que lo hace Srimati Radharani.

Estas son las razones por las que Krishna desea aceptar la posición de Srimati Radharani. Este deseo se ve eternamente satisfecho mediante el Señor Chaitanya. En su forma del Señor Chaitanya, Krishna asume la complexión dorada y los sentimientos devocionales de Radha, y experimenta personalmente la ilimitada bienaventuranza del servicio devocional.

Chaitanya como Radha y Krishna.

Krishnadasa Kaviraja recita dos versos, en los que resume la naturaleza del Señor Chaitanya: “Las relaciones de amor de Sri Radha y Krishna son manifestaciones trascendentales de la potencia interna dadora de placer del Señor. Aunque Radha y Krishna son uno en Su identidad, Se separaron eternamente. Ahora, estas dos identidades trascendentales Se han unido de nuevo en la forma de Sri Krishna Caitanya. Yo me postro ante Él, que Se ha manifestado con el sentimiento y el color corporal de Srimati Radharani, aunque es Krishna en persona. Con el deseo de comprender la gloria del amor de Radharani, las cualidades maravillosas que Él posee, de las que solamente Ella Se deleita con Su amor, y la felicidad que Ella siente cuando comprende la dulzura del amor que siente hacia Ella, el Señor Supremo, Hari, ricamente provisto de las emociones de Radharani, nace del seno de Srimati Sacidevi, tal como la Luna aparece tras el océano». (Chaitanya-charitamritaAdi 1.5-6)

Las tres personalidades trascendentales de Radha, Krishna y Chaitanya juntos, manifiestan la dialéctica trascendental del amor divino, la dinámica eterna del siempre creciente océano de bienaventuranza trascendental. El Señor Chaitanya descendió para inundar el mundo con un océano de amor, distribuyendo el canto de los santos nombres entre todos. Simplemente por cantar Hare Krishna, cualquier persona puede adentrarse en el ilimitado océano del néctar de la devoción.

El Señor Chaitanya inauguró el renacimiento de bhakti e hizo que las personas se interesaran por Dios, al mismo tiempo en que el Renacimiento en Europa hacía con que las personas se interesaran por el hombre y el mundo. Personas como Da Vinci, fascinadas por la complejidad deslumbrante de la naturaleza material, comenzaron a sumergirse en sus secretos y fueron correspondidos con descubrimientos. Al mismo tiempo, como si se tratara de un contrapeso, el Señor Chaitanya, a través del renacimiento del bhakti, otorgó al mundo una visión sin precedentes sobre la dinámica interna del amor infinito de la todo atractiva Suprema Personalidad de Dios. De la misma forma en que los renacentistas intentaron desvelar los secretos del mundo, el Señor Chaitanya y Sus asociados revelaron el reino de Dios y los secretos del amor trascendental.

Para las personas del Renacimiento, el mundo y el hombre parecían imbuidos de posibilidades y promesas ilimitadas. Actualmente, la civilización occidental continúa con esa visión, pero parece que cada vez más el mundo no satisface al hombre. El cambio de visión renacentista de Dios al hombre y la materia, aisló a las personas de cualquier fuente trascendental de significados y valores, y el relativismo y nihilismo resultantes – el fruto maduro del Renacimiento – lanzaron energías bajas que devastaron el planeta en el que vivimos hoy en día. Y hay mucho más por venir.

Por lo tanto, la aparición del Señor Chaitanya no podría haber sido más oportunda. La civilización que nació en Europa durante el Renacimiento se propagó por toda la Tierra. Pero hubo una contraposición: el movimiento de sankirtana del Señor Chaitanya, que también se propagó por el planeta, cumplió la profecía del propio Señor Chaitanya. Mostrando que Krishna es inmensamente amable y todo atractivo, y haciendo que Krishna fuera fácilmente accesible a través del canto de Sus nombres, el Señor Chaitanya hizo posible que nos fijáramos nuevamente en Dios. Eso es necesario. El hombre y el mundo no pueden atender la expectativa que proyectamos en ellos. Sólo Krishna y Su reino trascendental, donde revela eternamente Sus pasatiempos amorosos, pueden hacer eso. Su reino es rico en promesas infinitas, y nos invita a posibilidades ilimitadas.