Vrindavana Dasa Thakura
(Extractos del capítulo 23 del Madhya-kanda, de la obra Chaitanya-bhagavata)

La primera vez que el Señor Chaitanya cantó y danzó en público, el dictador musulmán decidió castigar semejante conducta, pues quería prohibir las prácticas “hindúes”, entre ellas el canto del santo nombre de Dios.

A medida que se acercaba el amanecer, todas las personas de Nadia acudían a ver al Señor. Algunas de esas personas traían noticias, otras traían bananas, otras frutas, yogurt, mantequilla clarificada, guirnaldas de flores. En cuanto veían al Señor, le ofrecían reverencias dandavats.

El Señor les decía: “Todos vosotros, por favor, servid con devoción al Señor Krishna. Abandonad los chismes y las conversaciones frívolas, por favor, cantad siempre los nombres del Señor Krishna y describid Sus glorias”.

Entonces, el Señor les enseñaba personalmente el maha-mantra. “Por favor, escuchad cómo recito el maha-mantra”, decía. “Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare/ Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare”.  Y a continuación decía: “Cantad regularmente japa con este maha-mantra. Si lo hacéis así, alcanzaréis todas las perfecciones. Cantad a cualquier hora y en cualquier circunstancia, pues el canto de este mantra no está limitado por ninguna norma. En vuestras casas, podéis sentaros juntos, en grupos de cinco o diez personas, y cantar los santos nombres en kirtana, batiendo las palmas. También podéis cantar lo siguiente: ‘haraye namah krishna yadavaya namah, gopala govinda rama sri-madhusudana’. Ese canto congregacional se puede realizar con todos: padre, hermanos, esposa, hijos. Por favor, realizar kirtana con esos nombres”.

Como las personas recibían esos mantras directamente de los labios del Señor, se sentían muy entusiasmadas. Después de ofrecer sus reverencias volvían a sus casas, y con la mente siempre absorta en los pies del Señor, cantaban japa con los santos nombres de Sri Krishna. Cuando el Sol se ponía, se reunían en la casa de alguno de ellos y realizaban kirtana. De esa forma, el hijo de Shachi comenzó a inspirar a todos a que realizaran el canto congregacional de los santos nombres. El Señor iba de aldea en aldea abrazando a todas las personas, y regalándoles guirnaldas de flores para animarlos a continuar.

De forma muy humilde, Sri Chaitanya imploraba: “Queridos hermanos, por favor, adorad al Señor Krishna día y noche”. Viendo al Señor en esta disposición humilde, todos lloraban y ocupaban seriamente sus pensamientos, voz y cuerpo en ejecutar sankirtana. Batiendo palmas, toda la ciudad se ocupaba en el canto congregacional. “¡Rama! ¡Narayana!”, cantaban. En cada casa se escuchaba el sonido de mridangas, karatalas y caracolas. Los instrumentos que antes se usaban para adorar a Durgadevi, ahora acompañaban los kirtanas. Con los corazones radiantes, todos cantaban “¡Hari!”, y “¡Rama! ¡Rama!”, y nuevamente “¡Hari!”, y después “¡Rama! ¡Rama!”. De esa forma los santos nombres del Señor resonaban por toda la ciudad.

Sridhara, el vendedor de hojas de banano, estaba caminando por la calle mientras cantaba continuamente los santos nombres del Señor Hari. Al escuchar el kirtana, el gran siervo del Señor Chaitanya comenzó a danzar de una forma alocada, poseído por la bienaventuranza. Al ver la felicidad de Sridhara, la gente lo rodeó en un círculo, formando un grupo de kirtana. Demostrando el néctar del amor extático, Sridhara comenzó a rodar por el suelo. En la distancia, los materialistas se reían, ridiculizando al devoto. Uno de ellos dijo: “¡Mirad! ¡El vendedor de hojas de banano se ha vuelto un vaishnava! ¡Ni si quiera  tiene dinero para comer ni vestirse apropiadamente, y finge tener esos síntomas extáticos!”. Otro pecador dijo: “Están celebrando el festival de Durgadevi en la fecha incorrecta”. Aunque los blasfemadores hablaran de esa forma, los habitantes de la ciudad continuaban cantando diariamente los santos nombres del Señor Krishna.

Un día, por un arreglo divino, el Kazi estaba caminando por la calle, y escuchó el canto tumultuoso de los nombres del Señor, acompañado de mridangas, karatalas y caracolas. Al escuchar el tumulto de los santos nombres del Señor Hari difundiéndose por las cuatro direcciones, el Kazi recordó lo que decía su Escritura acerca de la práctica de otras religiones. El Kazi exclamó: “¡Detenedlos! ¡Detenedlos y veamos qué hace Nimai Pandita, su maestro!”.

Hubo una gran conmoción, y todos se dispersaron asustados. Algunos ni siquiera tuvieron tiempo de recogerse el cabello. Unos consiguieron huir, mientras que otros fueron detenidos por los hombres del Kazi y agredidos. Para asustarlos, rompieron muchas mridangas.

“¡Continuad las prácticas hinduistas en Nadiya!”, dijo el Kazi. “¡Castigaré muy severamente a los responsables! Esta vez os dejaré marchar, pero sólo porque es de noche. Pero si vuelvo a descubriros, ¡os convertiré a todos al islam!”.

Por orden del Kazi, todos los días había grupos patrullando por la ciudad buscando cualquier kirtana. Sintiéndose muy infeliz, la gente se escondía por miedo a la violenta represalia del Kazi y sus hombres. Las personas ateas y envidiosas apoyaban al Kazi: “El nombre del Señor Hari se debe cantar mentalmente. ¿En quéPurana se describe que se debe cantar ruidosamente? Los que infringen las palabras de los Vedas serán castigados. Es lamentable que esas personas no teman perder su casta. Aunque Nimai Pandita sea muy orgulloso, en breve el Kazi destruirá Su orgullo. Y la diversión de ese tal Nityananda, que vaga de aldea en aldea, pronto llegará a su fin. Ellos nos llaman blasfemadores porque hablamos la verdad, pero Nadiya pronto estará libre de todos esos hipócritas”.

Los devotos, atemorizados, no se atrevían a protestar. En lugar de ello, acudieron al Señor y le contaron lo que estaba sucediendo. “Por miedo al Kazi, ya no estamos realizando más kirtanas. Cada día, él envía mil hombres para patrullar las calles y revisar las casas. Hemos venido a contarte que vamos a abandonar Nadiya y a irnos a otro lugar”.

Al enterarse que se estaba intentando impedir la expansión del movimiento desankirtana, Sri Chaitanya se enfureció muchísimo. Sri Chaitanya parecía Shiva en el momento de la aniquilación cósmica. El hijo de Shachi rugió muy alto, bramando como un trueno. Asustados por el cambio repentino del Señor, todos se taparon rápidamente los oídos y exclamaron el nombre de Hari.

El Señor Chaitanya dijo: “Nityananda, prepárate. Ve inmediatamente a las casas de todos los vaishnavas y reúnelos en la calle. Hoy saldré con un grupo de kirtana por toda Navadvipa, y veremos qué hacen. Hoy haré una gran tempestad de servicio devocional puro y amor extático por el Señor Krishna. Hoy, el tiempo personificado juega en contra de los ofensores. Por lo tanto, hermanos Míos, no perdáis ni un segundo más. Avisad a todos de Mi mensaje, y a aquellos que quieran ver la potencia mística de Krishna, decidles que traigan una antorcha. Destruiré el palacio del Kazi y realizaré kirtana donde así lo desee. Veremos lo que pueden hacer para detenerme. La creación está repleta de los siervos de Mis siervos. Puesto que estoy aquí, no hay nada que temer. Id y entregad Mi mensaje de que no hay nada que temer. Que todos se reúnan aquí después del almuerzo”.

Con los vellos de sus cuerpos erizados, todos los mensajeros partieron en diferentes direcciones. Debido al entusiasmo, nadie fue capaz de almorzar. Yendo de casa en casa, los mensajeros anunciaban con entusiasmo: “Nimai Pandita danzará por todas las calles de Navadvipa”.  En el pasado, miles y miles de personas se habían lamentado por no tener la oportunidad de ver al Señor Chaitanya bailando. Ahora todos estaban muy felices, pues Chaitanya Mahaprabhu bailaría en público en cada aldea.

Si un padre preparaba una antorcha, su hijo preparaba otra. Todos trabajaban con mucha alegría, pues no habría nadie que pudiera detenerlos. Armaron muchas antorchas enormes, y prepararon una gran cantidad de aceite. En Nadia vivían millones de personas, ¡era imposible contar la cantidad de antorchas que había! Todos estaban muy ocupados, y algunos incluso prepararon mil antorchas. La ciudad de Navadvipa estaba repleta de antorchas. Al ver la multitud de personas que se dirigía a la casa de Nimai Pandita, todos (incluso las mujeres, los niños y los ancianos) experimentaron mucha felicidad. Aparte del Señor Krishna, nadie más poseía el poder de organizar todo eso. Los únicos que no entendían esta verdad eran los pecadores.

Por lo tanto, toda Navadvipa fue al encuentro del Señor, cargando sus antorchas. Al enterarse de que todos los vaishnavas habían acudido a la puerta de Su casa, el hijo de Shachi salió a su encuentro para instruirlos. Advaita Prabhu sería el líder bailarín del grupo que iría al frente, y algunos devotos fueron designados para ser Su grupo de kirtana. Haridasa bailaría en el centro, y también tendría un grupo dekirtana. Srivasa Pandita también fue elegido como líder de otro grupo. Antes de que el Señor Chaitanya pudiera decirle nada a Nityananda, Éste dijo: “Yo estaré junto a Ti, Mi Señor. Dondequiera que vaya, cumpliré con Mi deber de llevarte conmigo. Jamás podría abandonar Tus pies de loto, que siempre están en Mi corazón. Señor, no puedo bailar lejos de Ti. Yo actúo de la forma en que Tú actúas, ese es Mi servicio devocional a Ti”.

Al ver las lágrimas de amor y bienaventuranza que rodaban por el cuerpo de Nityananda, el Señor Chaitanya lo abrazó y lo mantuvo a Su lado. Todos sintieron un gran regocijo en sus corazones. Algunos bailaban en grupos separados, y otros danzaban con el Señor.

Queridos hermanos, escuchad atentamente la descripción de este kirtana. Aquel que escuche esta descripción se librará de las garras de las reacciones del karma.

Gadadhara, Vakresvara, Murari, Srivasa, Gopinatha, Jagadisha, Gangadasa Vipra, Ramai, Govindananda, Sri Candrashekhara, Vasudeva, Srigarbha, Mukunda, Sridhara, Govinda, Jagadananda, Nandanacharya, Shuklambara y muchos otros se hallaban presentes en este kirtana. Los devotos del Señor Chaitanya son innumerables, así que desconozco el nombre de todos. Vedavyasa revelará sus nombres posteriormente en los Puranas.

Es humanamente imposible describir la forma en que el Señor danzó junto con Sus asociados, siervos, armas y amigos confidenciales. ¡Los pasatiempos revelados del Señor como el hijo de Shachi son maravillosos!

A medida que el kirtana florecía, el júbilo del Señor Chaitanya aumentaba. De esa forma transcurrió la tarde. Los devotos sentían tanta bienaventuranza en sus corazones que se ahogaban en un océano de placer.

Chaitanya Mahaprabhu, el esposo de Lakshmidevi, danzaba despreocupadamente por las calles de la ciudad. Todas las personas que lo veían se libraban del sufrimiento. Las mujeres, los niños y los ancianos, así como el resto de las entidades vivas e inertes que presenciaban Su danza, se libraban de su condición material. Todos estaban en éxtasis, y poco a poco el Sol se puso.

Miles y miles de personas colmaban las calles. La masa de gente que circulaba por la fachada de las casas, llenaba el cosmos con el eco del nombre del Señor Hari. Entonces, en medio de todo ese tumulto, el hijo de Shachi rugió alta y claramente. Ese sonido estruendoso entusiasmó a todos. Tal como se había combinado, todos exclamaron el nombre de Hari y encendieron sus antorchas.

En medio de la oscuridad de la noche, miles de antorchas relucían en las cuatro direcciones. Miles de personas cantaban el nombre del Señor Hari. El brillo de las antorchas era tan intenso que parecía una noche de Luna llena, o el mediodía, o incluso que el mismo Señor Krishna había aparecido allí en Su forma debrahmajyoti.

El Señor Gaurasundara exclamaba el nombre de Hari, y con eso alborozaba a todos los vaishnavas. El grupo de kirtana rodeó al Señor Chaitanya. Todos los devotos estaban decorados con guirnaldas de flores, pasta de sándalos y polvo rojo aromático. El sonido de los karatalas era muy glorioso, y mucho más poderoso que miles de leones. El hijo de Shachi miraba a Su alrededor para contemplar el rostro de Sus devotos. El baile del Señor elevó a los devotos a un nivel muy alto de éxtasis. Los devotos cantaban y danzaban el nombre Hari continuamente. Al ver el rostro del Señor, todos se liberaron de los dolores de la existencia material. Todos cantaban el nombre del Señor Hari con mucho júbilo.

La belleza del Señor Chaitanya ofuscaba el poder de atracción de miles de Cupidos. Soy incapaz de encontrar comparaciones o metáforas para describir la belleza del Señor. Sin embargo, por Su misericordia, voy a intentar describirlo de alguna forma. Nadie puede describirlo perfectamente. Su forma, la esencia de todos losVedas, era refulgente como una montaña de oro. Con Su piel decorada con pasta de sándalo, parecía la Luna llena. Su cabello negro y rizado producía un bello contraste con Su guirnalda de flores de jazmín. Derrotando toda la belleza que podrían crear diferentes artes, Él sonreía dulcemente. Él lucía trazos nítidos detilaka de pasta de sándalo, y puntos de pasta de phagu relucían en Su frente. Con Sus brazos erguidos hacia el cielo, Él cantaba con Su graciosa boca el nombre del Señor Hari. Una bellísima guirnalda, que llegaba hasta Sus rodillas, se mecía al compás de Su cuerpo, que permanecía mojado continuamente debido a las lágrimas constantes que brotaban de Sus ojos de loto. Sus largos brazos eran como dos pilares de oro. Debido a los sentimientos extáticos que experimentaba, el vello de Su cuerpo siempre estaba erizado y se parecía a las flores kadamba. Sus labios enrojecidos y húmedos eran bellísimos, y a veces mostraba Sus simétricos dientes, que parecían perlas; Sus cejas arqueadas eran tan largas que casi se encontraban con el comienzo de Sus orejas. Los hombros del Señor avergonzaban al rey de los elefantes. Su pecho era amplio y estaba decorado con un cordón sagrado muy blanco, delgado y espléndido. Sus pies de loto son el abrigo eterno de Lakshmi y Tulasi, y Sus ropajes son graciosos e incluso artísticos. Su nariz respingada le daba un aspecto aristocrático, y los vigorosos tendones de Su cuello le hacían parecer un león, el rey de la selva. Su piel era clara y dorada, y Su altura era superior a la de la media. Todas las personas que lo veían hacían algún comentario. “Qué bonito luce el cabello del Señor con esas flores”, comentaban algunos.

Había muchas personas presentes. Si se cayeran muchísimos granos de mostaza al suelo, no se podría comparar con la cantidad de personas que se había congregado en las calles de Navadvipa. Aunque la multitud era enorme, todos recibieron la misericordia del Señor de poder verlo, y eso les proporcionó mucha alegría. Mientras contemplaban el rostro del Señor, las mujeres emitían sonidos auspiciosos y cantaban constantemente el nombre del Señor Hari. Las fachadas de todas las casas estaban decoradas con bananas, cocos verdes, hojas de árbol de mango y potes de agua. Bellas lámparas de ghi relucían con llamas titilantes. En los paseos había yogurt, arroz y pasto durva esparcidos. Las fachadas de todas las casas de Nadiya lucían ese aspecto. Desconozco quién lo organizó de esta forma.

Todos los hombres y mujeres seguían al Señor. Poseídos por la bienaventuranza, se encontraban ajenos a cualquier otra cosa. Al ver a los ciudadanos abandonando sus casas de forma despreocupada, los ladrones pensaron: “Esta es nuestra oportunidad para robar muchas casas”. Pero mientras pensaban así, el canto entraba en sus oídos y hacía sus efectos. Olvidándose de sus planes de robar a los demás, también comenzaron a cantar el dulce y trascendental nombre del Señor Hari. Los que veían pasar el desfile, lanzaban arroz inflado y monedas por el camino, y algunos se unían a la procesión. Había mucho júbilo en todas las direcciones.

Por favor, no penséis que estas descripciones son exageradas. Cuando el Señor Krishna disfruta de Sus pasatiempos, lo increíble se torna posible. Cuando se encontraba en Dvaraka, el Señor Krishna hizo aparecer novecientos mil palacios de mármol, adornados con muchas piedras preciosas, en un abrir y cerrar de ojos. Cuando el Señor Krishna disfrutó de los pasatiempos acuáticos con los Yadavas en el océano que rodea Dvaraka, el agua salada se transformó repentinamente en el néctar más dulce. Esos pasatiempos confidenciales se describen en el Hari-vamsha. Por favor, no dudéis de su autenticidad.

Cuando el Señor Chaitanya danzó con gran júbilo el kirtana de Sus propios santos nombres, toda la buena fortuna se manifestó. El Señor Chaitanya condujo lentamente a la multitud a través de las orillas del Ganges. Todos bailaban y cantaban mientras rodeaban la forma dorada del Señor Chaitanya Mahaprabhu. Incluso aquellos devotos que nunca antes habían cantado, ahora cantaban de forma maravillosa. Todos cantaban con voces dulces como el néctar. La visión de los bailarines devocionales, moviéndose de forma lenta y rítmica hacia adelante y hacia atrás, era magnífica. Cientos de miles de personas corrían para ver bailar al Señor Chaitanya. El desfile continuaba recorriendo las orillas del Ganges, sin que las personas parasen de bailar.

Mientras desfilaba de esta manera, el Señor Chaitanya se volvió exactamente como el hijo de Nanda Maharaja, decorado con guirnaldas de flores silvestres y con una flauta muy atractiva en las manos. Nadie había experimentado jamás el éxtasis del grandioso canto congregacional. Todos se olvidaron de sus cuerpos y deberes, de sus sufrimientos y lamentaciones. Algunos rodaban por el suelo, otros se daban palmadas en los brazos, y otros veían salir muchas palabras espontáneas de sus labios.

Este fue el primer sankirtana del Señor Chaitanya por las calles. Los devotos cantaban, y Chaitanya Mahaprabhu bailaba. La gigantesca procesión continuaba, pero nadie sabía hacia donde se dirigía. En aquel momento, todos los semidioses obtuvieron la compañía de Sri Chaitanya. Asumiendo formas humanas, se camuflaron en la multitud y comenzaron a cantar y bailar en el kirtana. Todos los semidioses se encontraban presentes: Brahma, Shiva, Varuna, Kuvera, Indra, Yamaraja, Soma. Ellos comprendían que todos los que estaban allí presentes, estaban experimentando una bienaventuranza espiritual inaudita, y por eso decidieron unirse a los devotos, ansiando la compañía del Señor. De esa forma, los semidioses y los seres humanos cantaban juntos el nombre del Señor Hari, mientras las luces relucientes de las antorchas iluminaban el cielo nocturno.

Cuando Chaitanya Mahaprabhu llegaba a una nueva aldea, todos dejaban de lado sus tareas domésticas y corrían para unirse al Señor. Al ver el bellísimo y radiante rostro del Señor, que es la vida de todos los mundos, todos le ofrecían inmediatamente reverencias dandavats. Olvidándose de sus esposos, hijos, casas y riquezas, las mujeres pronunciaban sonidos auspiciosos y exclamaban el nombre de Hari. En todas las ciudades, millones de personas enloquecieron, intoxicadas con el néctar del amor al Señor Krishna. El santo nombre se estaba distribuyendo ampliamente por Su propietario, y de esa forma todos los cantaban.

Cuando los ateos vieron a la población de Navadvipa perdida locamente en éxtasis, internamente sintieron que se quemaban con el fuego del odio y la envidia. Reuniéndose unos con otros, comentaron sus expectativas: “Si el Kazi apareciera en este momento, ¿qué sucedería con su alegre festival? ¿Qué pasaría con las exclamaciones sonoras? ¿Qué ocurriría con todo el canto y el baile? ¿Qué sería de su gran desfile? ¿Dónde esconderían todas las hojas de banano, los potes de agua y las hojas de árboles de mango? Si aparece el Kazi, todos se quedarán mudos”.

Mientras los blasfemadores masticaban estos pasatiempos envidiosos, los asociados del Señor Chaitanya, comportándose como salvajes debido al éxtasis intenso, seguían cantando los santos nombres del Señor Hari. Con los cuerpos refulgentes ungidos de pasta de sándalo y decorados con guirnaldas de flores, todos cantaban con mucho júbilo el nombre de Krishna.

Escuchando el nombre del Señor Hari de la boca de millones de personas, el Señor Chaitanya, el mejor de los brahmanas, rugía y bailaba en medio de Sus devotos. El Señor derramaba muchas lágrimas, que rodaban por todo Su cuerpo. El Señor saltaba hacia el cielo, y después se desplomaba en el suelo, temblando. Incapaz de mantener a Sri Chaitanya en pie, Nityananda se lamentaba sollozando. Entonces, al alcanzar el clímax del éxtasis, el Señor Chaitanya se desmayaba. Al ver que el cuerpo del Señor no presentaba ningún signo vital durante un tiempo, todos se asustaban.

Ante estos eventos tan sorprendentes, las personas hacían diferentes comentarios. “Este hombre debe ser el mismo Señor Narayana”, comentaban unos. Cuando una persona dijo que el Señor se parecía mucho a Narada, Prahlada y Shukadeva, otra persona le respondió: “Qué importa quién sea, sin duda no es un ser humano común”.

Dominado por el placer del néctar de la devoción, el Señor no mostraó conciencia externa durante esos comentarios. Súbitamente, levantando Sus brazos, Él exclamó: “¡Haribole! ¡Haribole!”. Respondiendo al Señor, todos exclamaron al unísono: “¡Hari! ¡Hari!”.

El Señor se dirigía ahora en dirección al palacio del Kazi, y el canto tumultuoso ya resonaba en sus dependencias. El Kazi dijo: “Escuchad, hermanos míos. ¿Estáis escuchando ese canto acompañado de instrumentos musicales? ¿Es una procesión matrimonial, o están alabando a los fantasmas? ¿Quién está ignorando mi orden y está observando rituales hindúes? Informadme de inmediato, y yo mismo iré personalmente”.

Un espía del Kazi partió de inmediato hacia el lugar donde procedía el sonido tumultuoso. Al ver el kirtana gigantesco, se asustó muchísimo y comenzó a recitar un pasaje del Corán. Millones de personas estaban gritando: “¡Muerte al Kazi! ¡Muerte al Kazi!”. Viendo esto, el siervo del Kazi regresó corriendo al palacio. Una vez allí, le dijo al Kazi: “Majestad, ¿qué está haciendo aquí todavía? ¡Salga corriendo inmediatamente! ¡Huya! Nimai Acharya está viniendo con millones de personas. No podrá castigarlo, hay miles de personas con antorchas ardientes, y están cantando el nombre de su dios hindú. Los ciudadanos han decorado sus casas y fachadas para esta inmensa e increíble procesión. Las calles están completamente cubiertas de flores y arroz inflado. La música es tan alta que, cuando estuve más cerca, sentí que mis tímpanos iban a estallar. Jamás vi nada semejante, ni siquiera cuando un monarca visita una ciudad. Dondequiera que vaya Nimai Acharya danzando, todos le siguen. Los cantores que atacamos anteriormente también se encuentran allí, y están gritando: “¡Muerte al Kazi! ¡Muerte al Kazi!”. Nimai Acharya, su líder, los incita a gritar muy alto. ¡A pesar de ser un santo hindú, se está comportando de esta forma!”.

Mientras discutían, el ruidoso kirtana fue acercándose cada vez más. El Señor Chaitanya, que se veía como la joya central en medio de otras joyas, había llegado, y bailaba en las puertas del palacio del Kazi. El desorden colosal de millones de personas cantando los nombres del Señor Hari hizo que este nombre trascendental inundase los planetas celestiales, terrestres e infernales. Escuchando lo que para ellos era insoportable y ensordecedor, el Kazi y sus hombres comenzaron a temblar de miedo. Así como los sapos se asustan al ver una cobra, ellos comenzaron a correr temiendo por sus vidas. Sin embargo, los seguidores de Vishvambara habían ocupado las cuatro direcciones, y los temerosos hombres del Kazi no tenían ningún lugar adonde huir.

Algunos hombres del Kazi se soltaron los turbantes para pasar desapercibidos entre la multitud que bailaba, pero aunque fingieran estar danzando, sus corazones latían muy deprisa debido al miedo. Los compatriotas del Kazi que tenían barba, agachaban sus cabezas con vergüenza, y sus corazones temblaban con un miedo intenso. Las personas de la descomunal multitud que acompañaban al Señor Chaitanya, ni siquiera eran conscientes de sí mismos, qué decir de los demás.

Cuando Chaitanya Mahaprabhu llegó a las puertas del palacio, rugió con gran ira. Furioso como un trueno, el Señor dijo: “¿Dónde está el demonio Kazi? ¡Lo buscaré y le cortaré la cabeza! ¡Mataré a todos los yavanas, así como lo hice en el pasado!”. “¡Destruid todo! ¡Destruid todo!”, repetía el Señor. “¡Destruid las puertas! ¡Una vez que estéis dentro, destruid todo el palacio! ¿Hacia dónde huirá el Kazi intentando salvarse?”.

Nadie podía desobedecer las instrucciones del Señor Chaitanya, porque eran las instrucciones de la Superalma. La congregación ya estaba agitada e intoxicada debido a la compañía del Señor Chaitanya y el santo nombre, y cuando el Señor emitió la orden, todos invadieron inmediatamente el palacio. Algunos rompieron las puertas de la entrada para poder invadir el palacio. Todos rugían y rompían todo lo que encontraban por el camino, de forma indiscriminada.

En los alrededores del palacio, rompieron las ramas de los árboles de mango y jaca, y los esparcieron por todos lados. Muchos destruían los bosques de árboles bananeros, mientras exclamaban el nombre de Hari. Viendo el jardín en semejante estado, muchos pensarían que por allí había pasado un huracán. Los árboles de banano habían sido arrancados, los árboles de mango tenían las ramas rotas colgando, y los lechos de flores tenían las flores aplastadas.

Mientras destruían las salas del palacio y los jardines, todos bailaban y cantaban el nombre de Hari. El santo nombre acompañaba a todos, y se hacía escuchar en todos los rincones.

No sobrevivió ningún pétalo u hoja en el jardín; dentro del palacio no quedó nada intacto. Una vez que terminaron de destruir todo, las personas salieron del palacio, y entonces Vishvambara ordenó: “¡Prended fuego a todo! ¡Incendiad las cuatro paredes del palacio! Quiero ver de qué forma va a castigarme ese rey. Ellos no van a poder escaparse, Yamaraja y la muerte personificada son Mis siervos. Toda la existencia surge de Mi mirada. Si los pecadores más bajos se unen al movimiento de sankirtana, los recordaré y los salvaré. No temáis, ¡apenas prended fuego al palacio!”.

Viendo la furia del Señor, los devotos enrollaron sus mantos alrededor de sus cuellos y se tiraron al suelo. Extendiendo sus brazos, los devotos agarraron los pies del Señor y oraron: “El Señor Sankarshana, Tu primera expansión, Señor, jamás se enfurece en el momento incorrecto, sino que lo hace en el momento de la destrucción de la creación cósmica, apareciendo como Rudra. Después de haber destruido completamente la creación, Rudra entra nuevamente en Tu cuerpo trascendental. Si lo que destruye todo es una expansión de Tu expansión, no existe una persona capaz de detener Tu ira. Los Vedas afirman que estás libre de la ira y eres eternamente bienaventurado. Oh, Señor, no es apropiado contradecir las palabras de los Vedas. Ni siquiera Brahma u otra entidad viva son capaces de despertar Tu ira, pues para Ti, la creación, manutención y destrucción de todos los mundos sólo es un pasatiempo. Ya has castigado suficiente al Kazi por hoy. Si él actúa en Tu contra de nuevo, entonces pon fin a su vida”.

Para concluir, los devotos del Señor dijeron: “¡Todas las glorias a Vishvambhara, el Señor de todos los señores! ¡Todas glorias al Señor Gaurasundara, el maestro del Universo! ¡Todas las glorias a Él, que se reclina sobre Ananta, a Él, que es el esposo de Lakshmidevi!”. Los grandiosos devotos recitaron estos versos con los brazos erguidos.

Al escuchar las palabras de Sus siervos, el Señor Chaitanya sonrió y comenzó a bailar y cantar con todos. Y de esa forma, el Kazi recibió su merecido. Una vez que la ira del Señor fue aplacada, Éste volvió a disfrutar del néctar del sankirtana con Sus asociados. Entonces, Sri Vishvambara abandonó el palacio y condujo la procesión de vuelta a las calles. Tocando mridangas, karatalas, caracolas y batiendo las palmas, los devotos bailaban y cantaban: “Jaya Rama, Krishna, Govinda, Gopala!”. Después de haber destrozado la residencia del Kazi, todos se fueron juntos bailando y cantando el nombre de Hari.

El Señor Chaitanya continuó bailando por las calles de la ciudad, que estaban salpicadas de flores. Las antorchas brillaban bellamente en las cuatro direcciones. Aquella noche en la que el Hari dorado realizó un kirtana extraordinario, la belleza de la Luna era indescriptible. Todas las aldeas y ciudades se veían muy alegres, disfrutando de la felicidad de haber vencido al despotismo.

Por favor, no penséis que esto sólo ocurrió durante una única noche. Aunque nadie lo percibiera, durante la noche del kirtana del Señor transcurrieron muchos kalpas. Si el Señor puede aniquilar todos los universos moviendo una de Sus cejas, no hay nada imposible para Él. Sólo las almas piadosas y afortunadas pueden comprender esas verdades esotéricas acerca del Absoluto; un especulador mental árido no está cualificado para recibir semejantes revelaciones.

El Señor Chaitanya disfrutó así durante muchos kalpas. Todos decían: “El Sol nunca más nacerá”. Todos exclamaban: “¡Jaya!”. No se oía nada más aparte del nombre de Hari. Cuando las personas veían al Señor Chaitanya, le ofrecían reverencias dandavats. Hombres, mujeres, niños… todos se tiraban al suelo. Lanzando Su mirada misericordiosa sobre todos, Chaitanya Mahaprabhu continuaba Sus alegres pasatiempos.

Los pasatiempos del Señor no tienen comienzo ni fin. Los Vedas dicen que unas veces se pueden ver, y otras veces no. De hecho, en este mismo instante, el Señor Chaitanya está disfrutando de todos esos pasatiempos. Las personas afortunadas pueden presenciarlos eternamente.

Siempre que desciende a este mundo, el Señor Supremo trae consigo a Sus devotos liberados. Sólo los devotos pueden entender las actividades del Señor, nadie más puede.

Tal vez una persona decida ejecutar austeridades y penitencias durante millones de vidas, pero si no practica servicio devocional, todo eso es inútil. Y aquel que no sirve a los devotos no obtiene el servicio devocional. Todas las Escrituras concluyen que el servicio devocional es sinónimo de servicio a los devotos puros del Señor. Cuando alguien adora al Señor Krishna bajo todos los aspectos y no busca defectos en los demás, esta persona se considera un vaishnava.

Los pasatiempos del Señor Chaitanya son el néctar más dulce. Por lo tanto, oro para que esos pasatiempos se manifiesten más y más en la memoria de las almas espirituales. Todo aquel que los oye obtiene un resultado. Todo aquel que siente placer al escuchar las glorias del Señor Chaitanya, se encontrará cara a cara con Él un día. Por favor, que nadie dude de esta historia, y de esa forma el Señor Chaitanya le concederá Su misericordia.

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