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Maitreya Rsi
(Extractos de los capítulos 8 y 9 del cuarto canto de la obra Srimad-Bhagavatam)

Una de las historias más conmovedoras e instructivas de la antigua India, ilustrada con bellísimas pinturas de diversos artistas occidentales. Emociónese con la jornada de un niño de cinco años que abandonó su hogar en busca del Señor.

El rey Uttanapada tenía dos reinas, Suniti y Suruci. El rey quería mucho más a Suruci; Suniti, que tenía un hijo llamado Dhruva, no era su favorita. Un día, el rey Uttanapada acariciaba a Uttama, el hijo de Suruci, que estaba sentado en su regazo. Dhruva Maharaja también trataba de subirse al regazo del rey, pero éste no le acogió con demasiado agrado.

Mientras el niño, Dhruva Maharaja, trataba de subirse al regazo de su padre, su madrastra, Suruci, sintió mucha envidia de él y comenzó a hablar con gran orgullo, de manera que también el rey pudiera oírla. La reina Suruci dijo a Dhruva Maharaja: “Mi querido niño, tú no mereces sentarte en el trono, ni en el regazo del rey. Es cierto que también eres hijo del rey, pero como no has nacido de mi vientre, no tienes derecho a sentarte en el regazo de tu padre. Mi querido niño, tú no sabes que no has nacido de mi vientre, sino de otra mujer. Por eso debes saber que lo que intentas está condenado al fracaso. Estás tratando de satisfacer un deseo imposible. Si de verdad deseas subir al trono del rey, tendrás que hacer grandes austeridades. Primero tendrás que satisfacer a Narayana, la Suprema Personalidad de Dios; después, cuando Él te haya favorecido debido a esa adoración, tendrás que nacer de nuevo, pero, esa vez, en mi vientre”.

Como una serpiente azuzada con un palo, Dhruva Maharaja, golpeado por las duras palabras de su madrastra, comenzó a resollar de ira. Cuando vio que su padre guardaba silencio y no protestaba, salió inmediatamente del palacio y fue a ver a su madre.

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Dhruva Maharajaabandona el palacio tras la ofensa de su madre y el silencio de su padre.

Dhruva Maharaja llegó junto a su madre llorando, muy afligido y con los labios temblándole de ira. Nada más verle, la reina Suniti lo tomó en brazos y lo sentó en su regazo, mientras los residentes del palacio que habían escuchado las crueles palabras de Suruci le contaron en detalle lo sucedido. Esto sumió también a Suniti en un profundo dolor. El incidente era más de lo que Suniti podía soportar. Ardiendo de dolor, parecía una hoja quemada, lamentándose en medio de un incendio forestal. El recuerdo de las palabras de su coesposa llenó de lágrimas su brillante rostro de loto. En ese estado, comenzó a hablar.

Su respiración también se hizo muy pesada, y en realidad no sabía cómo solucionar aquella dolorosa situación. No encontrando ningún remedio, dijo a su hijo: “Querido hijo mío, nunca desees nada malo a los demás. Todo el que causa dolor a otros, tiene que sufrirlo también en su persona. Mi querido niño, todo lo que Suruci ha dicho es cierto, pues el rey, tu padre, no me considera esposa suya; para él soy menos que una sirvienta; se avergüenza de aceptarme. Por eso, es cierto que has nacido del vientre de una mujer desgraciada, y has crecido alimentándote de su pecho. Mi querido niño, aunque sus palabras hayan sido muy crueles, Suruci, tu madrastra, no ha dicho nada que no sea cierto. Por lo tanto, si de verdad deseas sentarte en el mismo trono que Uttama, tu hermanastro, tienes que abandonar tu actitud envidiosa, y poner en práctica enseguida las instrucciones que ella te ha dado. Sin perder más tiempo, debes ocuparte en adorar los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios. La Suprema Personalidad de Dios es tan grande que, por el simple hecho de adorar Sus pies de loto, tu bisabuelo, el Señor Brahma, adquirió las cualificaciones necesarias para crear este universo. Mi querido niño, tú también debes refugiarte en la Suprema Personalidad de Dios, que es muy bondadoso con Sus devotos. Las personas que buscan liberarse del ciclo de nacimientos y muertes, siempre se refugian en los pies de loto del Señor por medio del servicio devocional. Purificándote con la ejecución del deber que te corresponde, tienes que situar a la Suprema Personalidad de Dios en tu corazón y ocuparte siempre en Su servicio, sin desviarte ni por un momento.

Mi querido Dhruva, en lo que a mí respecta, no sé de nadie que pueda aliviar tu aflicción, a no ser la Suprema Personalidad de Dios, cuyos ojos son como pétalos de loto. El Señor Brahma y los numerosos semidioses siempre están buscando el placer de la diosa de la fortuna, pero ella, con una flor de loto en la mano, siempre está dispuesta a ofrecer su servicio al Señor Supremo”.

En verdad, la instrucción de Suniti, la madre de Dhruva Maharaja, estaba destinada a satisfacer el deseo del niño. Éste, después de considerarla cuidadosamente, y con inteligencia y determinación resuelta, se fue de la casa paterna.

Estas noticias llegaron a oídos del gran sabio Narada, quien, entendiendo las actividades de Dhruva Maharaja, estaba atónito. Dirigiéndose a Dhruva, le tocó la cabeza con la mano, que es supremamente virtuosa, y le habló con las siguientes palabras: “¡Qué maravillosos son los poderosos kshatriyas! No pueden tolerar ni la más leve ofensa contra su prestigio. ¡Hay que ver! Este niño no es más que un muchachito, pero las crueles palabras de su madre le han resultado insoportables”.

El gran sabio Narada dijo a Dhruva: “Mi querido muchacho, no eres más que un niño que está apegado a los juegos y otras frivolidades. ¿A qué viene que te afectes tanto por unas palabras contra tu honor? Mi querido Dhruva, aunque te sientas insultado en tu honor, no tienes motivo para estar contrariado. El proceso de la Suprema Personalidad de Dios es muy maravilloso. La persona inteligente debe aceptar ese proceso y sentirse satisfecha con las cosas favorables y desfavorables que Su voluntad suprema le depare. Ahora has decidido seguir la instrucción de tu madre y emprender el proceso místico de meditación para lograr la misericordia del Señor, pero, en mi opinión, esas austeridades no son para hombres corrientes. Satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios es muy difícil. Por esa razón, querido niño, mejor es que olvides ese empeño; no vas a tener éxito. Es mejor que te vayas a casa. Cuando crezcas, y por la misericordia del Señor, ya tendrás oportunidad de ocuparte en esas prácticas místicas.”

Dhruva Maharaja dijo: “Mi querido Señor Naradaji, has tenido la bondad de explicarme cómo alcanzar la paz de la mente, y ciertamente es una instrucción muy buena para aquellos cuyo corazón está perturbado por las condiciones materiales de felicidad y aflicción. Pero en lo que a mí respecta, estoy cubierto por la ignorancia, y esa clase de filosofía no me llega al corazón. Mi querido señor, soy muy insolente al no seguir tus instrucciones, pero no es culpa mía. Se debe a que nací en una familia kshatriya. Mi madrastra, Suruci, me ha traspasado el corazón con sus crueles palabras. Ésa es la razón de que tu valiosa enseñanza no llegue a mi corazón. ¡Oh, brahmana erudito!, quiero ocupar una posición más gloriosa que cualquier otra jamás alcanzada por nadie en los tres mundos, incluyendo a mi padre y abuelo. Yo te rogaría que, por favor, me aconsejases un sendero honesto que yo pudiera seguir para alcanzar el objetivo de mi vida”.

Narada Muni, la gran personalidad, después de haber escuchado las palabras de Dhruva Maharaja, sintió gran compasión por él, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio el siguiente consejo, fruto de la experiencia: “La instrucción de seguir el sendero del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios que recibiste de tu madre, Suniti, es la adecuada para ti. Así pues, debes absorberte por completo en el servicio devocional del Señor. Mi querido niño, te deseo toda buena fortuna. Debes ir a la orilla del Yamuna, donde se encuentra el virtuoso bosque de Madhuvana, y allí, purificarte. Bastará con que vayas a ese lugar para que estés más cerca de la Suprema Personalidad de Dios, que siempre vive en él.

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Narada Muni sintió gran compasión por Dhruva, y para mostrarle su misericordia sin causa, le dio varias instrucciones.

Mi querido niño, debes bañarte tres veces al día en el río Yamuna, que también recibe el nombre de Kalindi, pues sus aguas son muy auspiciosas, sagradas y claras. Después de bañarte, debes ejecutar los principios regulativos necesarios para el ashtanga-yoga y sentarte en tu asana [lugar de asiento] en una posición en que puedas mantenerte pacífico y sereno. Una vez estés sentado, practica los tres tipos de ejercicios respiratorios, y poco a poco pon el aire vital, la mente y los sentidos bajo control. Libérate por completo de la contaminación material, y con gran paciencia, medita en la Suprema Personalidad de Dios.

¡Oh, hijo del rey!, ahora te diré el mantra que hay que cantar en el curso de esta meditación. Quien canta ese mantra con atención durante siete noches, puede ver a los seres humanos perfectos que vuelan por el cielo. Om namo bhagavate vasudevaya. Éste es el mantra de doce sílabas para adorar al Señor Krishna. Se trata de instalar las formas físicas del Señor, y cantando este mantra, ofrecer flores, frutas y otras variedades de alimentos siguiendo al pie de la letra las reglas y regulaciones establecidas por las autoridades. Pero esto debe hacerse teniendo en cuenta el lugar, el momento, y las circunstancias favorables y desfavorables que puedan influir. Si te fuera posible, deberías ofrecer hojas de tulasi, que Le son muy queridas a la Suprema Personalidad de Dios.

Mi querido Dhruva, además de adorar a la Deidad y cantar el mantra tres veces al día, debes meditar en las trascendentales actividades de las diversas encarnaciones de la Suprema Personalidad de Dios, que por Su voluntad suprema Se manifiestan mediante Sus potencias personales. Con respecto a la adoración del Señor Supremo con los artículos prescritos, se deben seguir las huellas de los devotos que nos han precedido. Si esto no es posible, se debe adorar en el corazón, recitando el mantra a la Personalidad de Dios, que no es diferente del mantra.

Todo el que siga este proceso, ocupándose en el servicio devocional del Señor con la mente, el cuerpo y las palabras, demostrando seriedad y sinceridad, y estando fijo en las actividades de los métodos devocionales prescritos, recibirá la bendición del Señor conforme a sus deseos”.

Dhruva Maharaja, el hijo del rey, después de recibir estos consejos del gran sabio Narada, su maestro espiritual, caminó dando vueltas alrededor de él, y le ofreció reverencias con sumo respeto. A continuación, partió hacia Madhuvana, donde siempre se pueden ver las impresiones de las pisadas del Señor Krishna y que, por esa razón, es especialmente auspicioso.

Una vez que Dhruva se adentró en el bosque de Madhuvana para ejecutar servicio devocional, el gran sabio Narada juzgó prudente visitar al rey para ver cómo discurría su vida en palacio. Cuando Narada Muni se presentó allí, el rey le brindó la recepción adecuada, ofreciéndole sus reverencias. Después de recibir un cómodo asiento, Narada comenzó a hablar.

El gran sabio Narada preguntó: “Mi querido rey, tu rostro tiene un aspecto marchito, y pareces haber estado pensando en algo durante mucho tiempo. ¿Qué ocurre? ¿Has tenido dificultades en tu sendero de ritos religiosos, crecimiento económico y complacencia de los sentidos?”

El rey contestó: ¡Oh, tú, el mejor de los brahmanas!, yo estoy muy apegado a mi esposa, y he caído tan bajo que no hay en mí el menor rastro de misericordia, ni siquiera para mi hijo, que sólo tiene cinco años. A él y a su madre les he enviado al destierro a pesar de que es una gran alma y un gran devoto. ¡Ay! ¡Mira qué dominado estaba por mi esposa! ¡Imagina mi crueldad! Por amor y afecto, el niño quería subirse a mi regazo, pero no le acogí; ni por un momento hice ademán de acariciarle. Imagina la dureza de mi corazón”.

El gran sabio Narada respondió: “Mi querido rey, por favor, no te aflijas por tu hijo. La Suprema Personalidad de Dios le protege debidamente. En realidad, aunque no hayan llegado todavía a tus oídos, su fama y su influencia se extienden ya por todo el mundo. Mi querido rey, tu hijo es muy competente. Las actividades que va a realizar les serían imposibles incluso a grandes reyes y sabios. Dentro de poco, una vez que termine su tarea, regresará al hogar. Debes saber que, gracias a él, tu fama también se difundirá por todo el mundo”.

Después de escuchar los consejos de Narada Muni, el rey, Uttanapada, prácticamente abandonó todos los deberes relacionados con su reino, que era muy vasto y extenso, opulento como la diosa de la fortuna; a partir de entonces, sólo pensaba en su hijo Dhruva. Mientras tanto, Dhruva Maharaja, que había llegado a Madhuvana, se bañó en el río Yamuna, y con mucho cuidado y atención, ayunó toda la noche. Después, siguiendo el consejo del gran sabio Narada, se ocupó en adorar a la Suprema Personalidad de Dios.

4

Dhruva Maharaja realiza austeridades en el bosque Madhuvana.

Durante el primer mes, Dhruva Maharaja sólo comió frutas y bayas cada tres días, con la única intención de mantener juntos el alma y el cuerpo. De esa manera, progresó en su adoración de la Suprema Personalidad de Dios.

En el segundo mes, Dhruva Maharaja comió sólo una vez cada seis días, alimentándose de hierba seca y hojas. De esta manera, continuó con su adoración.

En el tercer mes, bebió agua sólo una vez cada nueve días. Así permaneció completamente en trance y adoró a la Suprema Personalidad de Dios, a quien se adora con versos escogidos.

En el cuarto mes, Dhruva Maharaja llegó a dominar por completo el ejercicio respiratorio, de manera que sólo inhalaba una vez cada doce días. Con ello, quedó completamente fijo en su posición y adoró a la Suprema Personalidad de Dios.

Al quinto mes, Maharaja Dhruva, el hijo del rey, había controlado de modo tan perfecto su respiración que podía sostenerse sobre una sola pierna, firme como una columna, sin moverse, y concentrar su mente por completo en el Parabrahman. Obtuvo completo control de los sentidos y de sus objetos; de este modo fijó su mente, sin la menor desviación, en la forma de la Suprema Personalidad de Dios.

Cuando Dhruva Maharaja capturó de este modo a la Suprema Personalidad de Dios, que es el refugio de toda la creación material y el amo de todas las entidades vivientes, los tres mundos comenzaron a temblar. Sosteniéndose firmemente sobre una sola pierna, Dhruva Maharaja, el hijo del rey, hacía que una mitad de la Tierra cediese a la presión de su dedo, de la misma manera que un elefante inclina a un lado y a otro la embarcación que lo transporta cada vez que mueve un pie.

Cuando el peso de Dhruva Maharaja, debido a que estaba completamente concentrado y había cerrado todos los agujeros de su cuerpo, se unificó prácticamente con el peso del Señor Vishnu, que es la conciencia total, el universo entero quedó sin respiración, y todos los grandes semidioses de todos los sistemas planetarios, sintiendo que se asfixiaban, buscaron refugio en la Suprema Personalidad de Dios.

Los semidioses dijeron: “Querido Señor, Tú eres el refugio de todas las entidades vivientes, móviles e inmóviles. Podemos notar que todas las entidades vivientes, impedido su proceso respiratorio, se están asfixiando. Nunca habíamos experimentado nada semejante. Puesto que Tú eres el refugio supremo de todas las almas entregadas, hemos acudido a Ti; por favor, sálvanos de este peligro”.

5

Los semidioses buscan la ayuda de la Suprema Personalidad de Dios para aliviarse de la asfixia.

La Suprema Personalidad de Dios contestó: “Mis queridos semidioses, no hay razón para perturbarse. Se trata de la rigurosa austeridad del hijo del rey Uttanapada, que, con plena determinación, está absorto en pensar en Mí y ha obstruido el proceso respiratorio universal. Estáis a salvo; podéis volver a vuestras moradas. Yo detendré las rigurosas austeridades de ese niño, y os salvaréis de este peligro”.

Dhruva Maharaja regresa a su hogar

Liberados así de todos sus temores por las tranquilizadoras palabras de la Personalidad de Dios, los semidioses ofrecieron reverencias y regresaron a sus planetas celestiales. El Señor, que no es diferente de la encarnación Sahasrashirsha, montó entonces a lomos de Garuḍa, que Le llevó al bosque de Madhuvana ante Su sirviente Dhruva.

Habiendo madurado en el proceso de yoga, Dhruva Maharaja estaba completamente absorto en meditar en la forma del Señor, que era brillante como un relámpago. Pero, de pronto, esa forma desapareció, y Dhruva, perturbado, vio interrumpida su meditación. Sin embargo, al abrir los ojos encontró que la misma Suprema Personalidad de Dios que había estado viendo en el corazón, estaba presente ante él.

6

Dhruva Maharaja ve a su Señor.

Cuando vio a su Señor frente a él, Dhruva Maharaja sintió una gran agitación, y Le ofreció reverencias y muestras de respeto. Se postró ante Él tendido como una vara y quedó absorto en amor por Dios. En éxtasis, Dhruva Maharaja miraba al Señor como si Le bebiese con los ojos, como si besase Sus pies de loto con la boca, y como si Le estrechara entre los brazos.

Aunque no era más que un niño, Dhruva Maharaja quería ofrecer oraciones a la Suprema Personalidad de Dios con un lenguaje adecuado; sin embargo, debido a su escasa experiencia, no acertaba a adaptarse a la situación. La Suprema Personalidad de Dios, que está en el corazón de todos, entendió la incómoda posición de Dhruva, y, por Su misericordia sin causa, tocó con Su caracola la frente del niño, que estaba de pie ante Él con las manos juntas.

En ese momento, Dhruva Maharaja cobró perfecta conciencia de la conclusión de los Vedas y entendió la Verdad Absoluta y Su relación con las entidades vivientes. Dhruva, que en el futuro recibiría un planeta que ni siquiera en el tiempo de la disolución sería destruido, ofreció sus bien meditadas oraciones, que eran conclusivas y seguían la línea del servicio devocional al Señor Supremo, aquel cuya fama se extiende por todas partes.

Dhruva Maharaja dijo: “Mi querido Señor, Tú eres todopoderoso. Después de entrar en mí, has vivificado todos mis sentidos –las manos, las piernas, los oídos, la sensación del tacto, la fuerza vital y, especialmente, mi facultad del habla–, que se encontraban dormidos. Te ruego que aceptes mis respetuosas reverencias. Mi Señor, Tú eres el Uno Supremo, pero mediante Tus diversas energías, apareces en los mundos materiales y espirituales de muchas maneras distintas. Mediante Tu potencia externa creas la totalidad de la energía del mundo material, y después de la creación, entras en el mundo material en la forma de Superalma. Tú eres la Persona Suprema, y por medio de las modalidades de la naturaleza material, que están sujetas al tiempo, creas diversidad de manifestaciones. Eres como el fuego, cuyas brillantes llamas arden en diversidad de formas, según el tipo de madera en que haya entrado.

En verdad que aquellos que Te adoran simplemente por la complacencia de los sentidos de esta bolsa de piel están bajo la influencia de Tu energía ilusoria. A pesar de tenerte a Ti, que eres como un árbol de deseos y la causa de la liberación del ciclo de nacimientos y muertes, los necios como yo desean Tus bendiciones para la complacencia de los sentidos, que está al alcance incluso de los que viven en condiciones infernales. Mi Señor, la bienaventuranza trascendental derivada de meditar en Tus pies de loto o de escuchar a los devotos puros cantar Tus glorias es tan ilimitada que supera con creces la etapa de brahmananda, en la cual uno piensa que se ha fundido en el Brahman impersonal y que es uno con el Supremo. Ese brahmananda se ve superado también por la felicidad trascendental que se deriva del servicio devocional; por lo tanto, la felicidad temporal de elevarse a los planetas celestiales, a la que pondrá fin la cortante espada del tiempo, no merece ni consideración. Aunque nos elevemos a los planetas celestiales, con el paso del tiempo tendremos que caer”.

Dhruva Maharaja continuó: “¡Oh, Señor ilimitado! por favor, bendíceme para que pueda relacionarme con grandes devotos que, como las olas de un río, que fluyen constantemente, estén constantemente ocupados en Tu amoroso servicio trascendental. Esos devotos trascendentales están situados por completo en un estado de vida libre de contaminación. Estoy seguro de que el proceso de servicio devocional me permitirá atravesar el océano de nesciencia de la existencia material, cuyo intenso oleaje está lleno de peligros ardientes como el fuego. Me será muy fácil, pues me estoy volviendo loco por escuchar acerca de Tus trascendentales cualidades y pasatiempos, que existen eternamente. ¡Oh, Señor que tienes un ombligo de loto!, cuando una persona se relaciona con un devoto en cuyo corazón late siempre el anhelo por Tus pies de loto, y que siempre está en busca de su fragancia, ya nunca se apega al cuerpo material, ni a la descendencia, los amigos, el hogar, la riqueza y la esposa, que están relacionados con el cuerpo y que para los materialistas son lo más querido. En verdad que no le va a interesar.

Mi Señor, ¡oh, Señor Supremo!, Tú eres la bendición personificada en su forma suprema. Por lo tanto, para el que se refugia en Tu servicio devocional sin ningún otro deseo, adorar Tus pies de loto es mejor que ser rey y gobernar un reino. Ésa es la bendición que se obtiene por adorar Tus pies de loto. Por Tu misericordia sin causa, eres el sustentador de los devotos ignorantes como yo. Para ellos eres como una vaca que cuida de su ternero recién nacido amamantándolo y protegiéndolo de todo peligro”.

Cuando Dhruva Maharaja, cuyo corazón estaba lleno de buenas intenciones, completó su oración, el Señor Supremo, la Personalidad de Dios, que es muy bondadoso con Sus devotos y sirvientes, le felicitó con las siguientes palabras: “Mi querido Dhruva, hijo del rey, tú has llevado a cabo votos piadosos, y Yo conozco el deseo que albergas en tu corazón. Aunque tu deseo es muy ambicioso y muy difícil de cumplir, te mostraré Mi favor haciendo que se cumpla. Te deseo toda buena fortuna. Mi querido Dhruva, te concederé un resplandeciente planeta: la Estrella Polar. Ese planeta continuará existiendo incluso después de la disolución, al final del milenio. Nadie ha gobernado nunca ese planeta, y está rodeado por todos los sistemas solares, planetas y estrellas. Todos los astros del cielo giran alrededor de él, como los bueyes que caminan en torno a un eje central cuando se muele grano. Presentándole siempre su lado derecho, todas las estrellas donde habitan los grandes sabios, como Dharma, Agni, Kashyapa y Shukra, giran alrededor de ese planeta, la Estrella Polar, que continúa existiendo incluso después de la disolución de todos los demás.

Después de que tu padre se retire al bosque y ponga en tus manos su reino, serás rey del mundo entero durante treinta y seis mil años sin interrupción, y tus sentidos conservarán toda su fuerza. Nunca envejecerás. En una fecha futura, tu hermano Uttama irá a cazar al bosque, y estando absorto en la cacería, le matarán. Tu madrastra, Suruci, enloquecida por la muerte de su hijo, irá a buscarle al bosque, pero morirá presa de las llamas de un incendio.

Yo soy el corazón de todo sacrificio. Tú tendrás poder para celebrar muchos grandes sacrificios, y harás también grandes obras de caridad, de modo que, además de disfrutar las bendiciones de la felicidad material en esta vida, podrás recordarme en el momento de la muerte. Mi querido Dhruva, después de tu vida en este cuerpo material, irás a Mi planeta, al cual siempre ofrecen reverencias los habitantes de todos los demás sistemas planetarios. Está situado por encima de los planetas de los siete rishis, y una vez que llegues a él, nunca tendrás que regresar al mundo material.

Después de ser adorado y honrado por el niño Dhruva Maharaja, y después de ofrecerle Su morada, el Señor Vishnu, a lomos de Garuḍa, regresó a Su residencia ante la mirada de Dhruva Maharaja, que Le vió alejarse.

A pesar de que su determinación por adorar los pies de loto del Señor le había traído el resultado deseado, Dhruva Maharaja no estaba muy complacido. Fue así como regresó a casa.

Herido por las flechas de las ingratas palabras de su madrastra, Dhruva Maharaja sintió su corazón muy dolorido, de modo que cuando se concentró en el objetivo de su vida, no podía olvidar lo incorrecta que había sido. Lo que él había pedido no era alcanzar la verdadera liberación del mundo material, pero al final de su servicio devocional, cuando la Suprema Personalidad de Dios apareció ante él, se avergonzó en lo más hondo de los deseos materiales que había albergado en su mente.

Dhruva Maharaja pensó para sus adentros: “El esfuerzo por situarse en la sombra de los pies de loto del Señor no es una tarea corriente, pues incluso los grandesbrahmacaris encabezados por Sanandana, que practicaron ashtanga-yoga en trance, tardaron muchísimas vidas en alcanzar el refugio de los pies de loto del Señor. Yo he alcanzado el mismo resultado en seis meses, pero como mi pensamiento es diferente de lo que piensa el Señor, he caído de mi posición. ¡Ay de mí! ¡Qué desdicha la mía! Me acerqué a los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios, quien puede cortar de inmediato la cadena de nacimientos y muertes, y a pesar de ello, ¡necio de mí!, oré por cosas perecederas.

Yo estaba bajo la influencia de la energía ilusoria; ignorando la realidad de las cosas, dormía en el regazo de maya. Con un punto de vista dual, consideraba enemigo a mi hermano, y en mi corazón me lamentaba pensando, sin razón: ‘Son mis enemigos’. Satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios es muy difícil, pero en mi caso, aunque he satisfecho a la Superalma de todo el universo, sólo he orado por cosas inútiles. Me he comportado como el que trata de curar a alguien que ya ha muerto. ¡Qué desdichado soy! A pesar de encontrar al Señor Supremo, que puede cortar el vínculo que nos une al nacimiento y la muerte, he orado pidiendo de nuevo la misma condición”.

Cuando el rey Uttanapada escuchó que su hijo Dhruva venía de regreso a casa, como si volviese a la vida después de muerto, no podía dar crédito a lo que oía, pues dudaba de que aquello pudiese suceder. Se consideraba el más ruin de los hombres y, por lo tanto, le parecía inconcebible que pudiera ser tan afortunado. Aunque no podía creer en las palabras del mensajero, tenía plena fe en la palabra del gran sabio Narada. Se emocionó mucho al oír aquellas noticias, e inmediatamente, lleno de satisfacción, ofreció al mensajero un valiosísimo collar.

El rey Uttanapada, ansioso por ver el rostro del hijo que había perdido, montó en una cuadriga tirada por magníficos caballos y adornada con filigrana de oro. Llevando consigo a muchos brahmanas eruditos, a las personas mayores de su familia, a sus oficiales, ministros y amigos más allegados, salió de la ciudad sin perder un instante. Al paso del desfile se escuchaban auspiciosos sonidos de caracolas, timbales, flautas, y el canto de mantras védicos que indicaban toda buena fortuna.

En la procesión participaban las dos esposas de Maharaja Uttanapada, Suniti y Suruci, junto con su otro hijo, Uttama. Las reinas iban sentadas en un palanquín. Al ver a Dhruva Maharaja a la altura de un bosquecillo de las proximidades, el rey Uttanapada se bajó apresuradamente de la cuadriga. Hacía mucho tiempo que estaba ansioso por ver a su hijo Dhruva, de manera que, llevado del amor y el afecto, se adelantó para abrazar al hijo que había perdido hacía tanto tiempo. El rey, con la respiración muy agitada, le estrechó entre sus brazos, pero Dhruva Maharaja no era el mismo de antes; debido al avance espiritual, estaba completamente santificado, pues había sido tocado por los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios.

Para el rey Uttanapada, reunirse con Dhruva Maharaja supuso el cumplimiento de un deseo que durante mucho tiempo había acariciado, y no dejaba de oler, una y otra vez, la cabeza de Dhruva Maharaja, bañándole con torrentes de lágrimas muy frías. Entonces Dhruva Maharaja, el príncipe entre los nobles, ofreció ante todo reverencias a los pies de su padre, quien le honró con diversas preguntas. Luego postró su cabeza a los pies de sus dos madres.

Suruci, la menor de las madres de Dhruva Maharaja, viendo que el inocente niño se postraba a sus pies, inmediatamente le levantó, y estrechándole entre sus brazos, con lágrimas de sentimiento, le bendijo diciendo: ‘Mi querido niño, ¡que tengas larga vida!’. Los dos hermanos, Uttama y Dhruva Maharaja, lloraron también al verse. Ambos estaban sobrecogidos con éxtasis de amor y afecto, y, cuando se abrazaron, el vello de sus cuerpos se erizó. Suniti, la verdadera madre de Dhruva Maharaja, abrazó el tierno cuerpo de su hijo, quien le era más querido que su propia vida, y de este modo olvidó todos los pesares materiales, pues estaba muy complacida. Mientras todos estaban alabando a Dhruva Maharaja, el rey se sentía muy feliz; con Dhruva y su hermano sentados a lomos de una elefanta, volvió a la capital, donde las gentes de todas las clases le ofrecieron alabanzas.

A partir de entonces, Dhruva Maharaja vivió en el palacio de su padre, cuyas paredes estaban decoradas con piedras preciosas. Su cariñoso padre le cuidó con especial atención, y Dhruva vivió en aquella casa como los semidioses en sus palacios de los sistemas planetarios superiores. El santo rey Uttanapada, al escuchar los gloriosos actos de Dhruva Maharaja y ver además con sus propios ojos su influencia y su grandeza, se sintió muy satisfecho, pues las actividades de Dhruva eran maravillosas en grado sumo.

Cuando el rey Uttanapada, tras la debida consideración, vio que Dhruva Maharaja tenía la madurez adecuada para hacerse cargo del reino, y que sus ministros estaban de acuerdo y los ciudadanos le querían, coronó a Dhruva Maharaja como emperador de este planeta. Después de considerar lo avanzado de su edad y reflexionar en el bienestar de su ser espiritual, el rey Uttanapada se desapegó de los asuntos mundanos y se e al bosque.

 

 

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