Sukadeva Gosvami
(Extractos de los capítulos 2, 3 y 4 del octavo canto del Srimad-Bhagavatam)

Encontrándose en una situación desesperada, el elefante Gajendra se refugió en la Suprema Personalidad de Dios y le ofreció hermosas oraciones. ¿Cuál fue su destino final?

Existe una montaña muy grande llamada Trikuta. Rodeada por el océano de leche, se encuentra en un lugar muy hermoso.

Sus tres picos principales están hechos de hierro, de plata y de oro, e irradian belleza por el cielo y en todas las direcciones. El suelo al pie de la montaña es bañado constantemente por las olas de leche, que producen esmeraldas a su alrededor en las ocho direcciones. En los valles de la montaña Trikuta hay gran diversidad de animales salvajes, que embellecen el paisaje, y en los jardines de los semidioses los árboles están llenos de pájaros de dulces trinos.

En un valle de la montaña Trikuta se encontraba el jardín de Ritumat, que pertenecía al gran devoto Varuna. En cierta ocasión, el jefe de los elefantes que vivían en las selvas de la montaña Trikuta avanzaba hacia el lago en compañía de sus elefantas. Rodeado por las hembras y por los demás elefantes de su manada, y seguido por los más jóvenes, Gajapati, el jefe de los elefantes, hacía temblar toda la montaña Trikuta con el peso de su cuerpo. Transpiraba, de su boca chorreaban gotas de licor, y la embriaguez le cegaba la vista. Era servido por los abejorros, bebedores de miel, y, desde lejos, podía oler el polvo de las flores de loto, que la brisa traía desde el lago. Así, rodeado de sus sedientos acompañantes, llegó a la orilla del lago.

El rey de los elefantes entró en el lago, se bañó a conciencia y quedó aliviado de la fatiga. Como un ser humano que carece de conocimiento espiritual y está demasiado apegado a los miembros de su familia, el elefante, confundido por la energía externa de Krishna, hizo que sus esposas e hijos se bañasen y bebiesen de aquellas aguas. Él mismo aspiraba agua del lago con la trompa y la rociaba sobre ellos. Se empeñaba en aquel agotador trabajo sin reparar en esfuerzos.

Por disposición de la providencia, ¡oh, rey!, un poderoso cocodrilo se irritó con el elefante y, aprovechando que estaba en el agua, le hincó los dientes en la pata. El elefante, que en verdad era muy fuerte, puso todo su empeño en liberarse del peligro que la providencia le enviaba. Los demás elefantes quisieron ayudarle, pero el cocodrilo era tan fuerte que, aunque estuvieron tirando de Gajendra por detrás, no pudieron rescatarle.

¡Oh, rey!, tirando el uno del otro dentro y fuera del agua, el elefante y el cocodrilo pasaron mil años luchando. Sin embargo, con los tirones del cocodrilo y los muchos años de lucha en el agua, el elefante vio disminuidas sus fuerzas mentales, físicas y sensoriales. El cocodrilo, por el contrario, como era un animal de agua, veía aumentar su entusiasmo, su fuerza física y el poder de sus sentidos.

El rey de los elefantes, cuando vio que la providencia le había puesto en las fauces del cocodrilo y que se encontraba en una situación desesperada, dentro de un cuerpo material y sin poder salvarse del peligro, sintió mucho miedo de ser matado. Entonces reflexionó durante mucho tiempo, y finalmente llegó a la siguiente conclusión:

“Ni siquiera los demás elefantes, mis amigos y familiares, han podido salvarme de este peligro. ¿Qué podrían hacer entonces mis esposas? Nada, ciertamente. Si este cocodrilo me ha atacado, es por voluntad de la providencia; por lo tanto, debo buscar el refugio de la Suprema Personalidad de Dios, que es siempre el refugio de todos, incluso de las grandes personalidades.”

A continuación, el rey de los elefantes, Gajendra, fijó la mente en el corazón con inteligencia perfecta y recitó un mantra que había aprendido en su vida anterior y que pudo recordar por la gracia de Krishna:

“Ofrezco respetuosas reverencias a la Persona Suprema, Vasudeva [om namo bhagavate vasudevaya]. El cuerpo material actúa gracias a Él, por la presencia del espíritu; Él es, por lo tanto, la causa original de todos los seres. Él es digno de la adoración de personas tan elevadas como Brahma y Siva; Él ha entrado en el corazón de todo ser vivo. En Él medito.”

“Yo, que no soy más que un animal, me he entregado a Ti, que eres supremamente liberado; ciertamente, Tú me liberarás de esta peligrosa situación. En verdad, puesto que eres extraordinariamente misericordioso, estás constantemente tratando de liberarme. Mediante Tu aspecto parcial, Paramatma, Tú estás en el corazón de todos los seres encarnados. Eres famoso por ser conocimiento trascendental directo, y eres ilimitado. Yo Te ofrezco mis respetuosas reverencias a Ti, la Suprema Personalidad de Dios.”

“Una vez libre del ataque del cocodrilo, no deseo seguir viviendo. ¿De qué sirve un cuerpo de elefante, cubierto externa e internamente por la ignorancia? Mi único deseo es liberarme eternamente de la ignorancia que me cubre. Esa cubierta no la destruye la influencia del tiempo.”

Al comprender la difícil situación de Gajendra, que Le había ofrecido oraciones, la Suprema Personalidad de Dios, Hari, que vive en todas partes, apareció en aquel lugar en compañía de los semidioses, que Le ofrecían oraciones. Armado con Su disco y otras armas, apareció montado en la espalda de Garuda, Su ave portadora. Así, tan veloz como Su propio deseo, apareció ante Gajendra.

Gajendra había sido fuertemente atrapado por el cocodrilo en el agua y sentía un intenso dolor; pero cuando vio que Narayana, empuñando su disco, Se acercaba por el cielo a lomos de Garuda, inmediatamente recogió una flor de loto con la trompa y, a pesar del gran dolor que sentía, pronunció, con gran dificultad, las siguientes palabras: «¡Oh, mi Señor, Narayana, amo del universo!, ¡oh, Suprema Personalidad de Dios!, Te ofrezco mis respetuosas reverencias».

Entonces, al ver a Gajendra sufriendo de aquel modo, la Suprema Personalidad de Dios, Hari, el innaciente, Se bajó de la espalda de Garuda y, por Su misericordia sin causa, arrastró fuera del agua al rey de los elefantes, y, con él, al cocodrilo. Inmediatamente, ante la mirada de todos los semidioses allí presentes, el Señor cortó la cabeza del cocodrilo con Su disco. De ese modo salvó a Gajendra, el rey de los elefantes.

Gajendra había sido tocado directamente por las manos de la Suprema Personalidad de Dios, y debido a ello quedó inmediatamente libre de todo rastro de ignorancia y de cautiverio material; alcanzó así la salvación llamada sarupya-mukti, gracias a la cual recibió el mismo aspecto corporal que el Señor, vestido con ropas amarillas y dotado de cuatro brazos.

Aquellos que escuchan esta narración se capacitan para elevarse a los sistemas planetarios superiores. Por el simple hecho de escucharla, adquieren fama como devotos, dejan de verse afectados por la contaminación de Kali-yuga, y nunca tienen malos sueños.

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  1. Gracias por tan maravilloso servicio! Hare Krishna!! Jaya Srila Prabhupada!!

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