Chaitanya Charana Dasa
Sólo cuando nuestros esfuerzos intelectuales sean guiados por la revelación de las escrituras, podremos conectarnos realmente con la realidad espiritual positiva del mundo de Krishna, un mundo de amor eterno y lleno de actividad, personalidad, variedad, belleza y reciprocidad.
“Me distancié de ti porque pensé que los Hare Krishna erais religiosos. Pero ahora, después de conocerte mejor, creo que sois espirituales”. Esta fue la observación de un viejo amigo que me encontré despues de muchos años, y que conocí antes de unirme a la conciencia de Krishna.
“Interesante”, respondí. “¿Qué te hizo considerarnos religosos al principio y qué te hizo cambiar de opinión?”.
“Bueno, vosotros sois muy específicos en cuanto a vuestras prácticas religiosas: unmantra específico, un Dios específico, una ropa específica, una institución específica. Todas esas cosas os clasifican como religiosos”, respondió. “Las personas religiosas suelen tener una mente cerrada y tienden a ser fanáticas. Y por eso no me gustan”.
“Sin embargo”, continuó, “después de conversar contigo vi que tienes una mente abierta. Aceptas otras religiones como caminos válidos hacia Dios, y ésta es una señal de que eres espiritual. Me gustan las personas espirituales”.
Su análisis acerca de “ser espiritual pero no reliogoso” me hizo pensar que ésta es una idea cada vez más popular. ¿Realmente se puede ser espiritual sin ser religioso?
Después de pensar sobre esto, mi conclusión fue la siguiente: Sí, si con “espiritual” nos referimos a tener una mente abierta, y con “religoso” nos referimos a tener una mente cerrada. Y no, si con “espiritual” nos referimos a un estado elevado de conciencia, y con “religioso” nos referimos a un proceso para obtener este estado de conciencia.
Permitidme que os explique. El deseo de “ser espiritual pero no religioso” puede ser loable, pero sus implicaciones suelen ser cuestionables. En general, la intención es tener una mente abierta, y no una perspectiva limitada de la realidad. Esa intención es buena, pero ¿el objetivo subyacente es válido? ¿Es verdad que la espiritualidad nos hace tener una mente abierta, mientras que la religión nos hace ser mezquinos?
Estos dos términos, “espiritual” y “religioso”, tienen muchísimas connotaciones, y si no explicamos de una manera específica su significado, no podemos decir nada útil sobre ninguno de los dos. Centrémonos en lo que significan normalmente estas palabras en el contexto de “ser espiritual pero no religioso”: “espiritual” suele referirse a la experiencia de los aspectos más elevados y profundos de la vida, mientras que “religión” se refiere a la adhesión de ciertas creencias y ciertos rituales que ofrece una tradición específica. La implicación es que los espiritualistas tienen una mente abierta porque están abiertos a experiencias superiores, independientemente de cómo lleguen a esa experiencia, mientras que los religiosos tienen una mente cerrada porque sólo aceptan lo que les da su propia tradición, y ridiculizan o rechazan otras religiones.
La tradición y la sabiduría védicas apuntan a una relación interesante entre espiritualidad y religión. Esa relación explica que el objetivo de la espiritualidad es ayudarnos a desarrollar amor por Dios. Esto se consigue combinando de forma armónica la filosofía y la religión, los dos caminos sobre los que circula la espiritualidad. El aspecto filosófico de la espiritualidad comprende el estudio y el deseo de comprender la materia, el espíritu y el controlador de ambos, Dios. A su vez, el aspecto religioso comprende seguir ciertas reglas y regulaciones que nos ayudan a conocer las verdades espirituales superiores y a vivirlas directamente.
Estos dos aspectos de la espiritualidad son sorprendentemente similares a los dos aspectos de la ciencia moderna: el aspecto teórico y el aspecto experimental. El aspecto teórico de la ciencia formula hipótesis para explicar los fenómenos observables dentro del universo; es similar al aspecto filosófico de la espiritualidad. El aspecto experimental de la ciencia significa seguir ciertas reglas para regular el ambiente del laboratorio y poder verificar cierta hipótesis; es similiar al aspecto religioso de la espiritualidad. De esa forma, la espiritualidad se puede considerar una ciencia de dimensiones superiores: “de dimensiones superiores” porque abarca una realidad superior a la de la esferca de la ciencia material.
Ésta comprensión de la espiritualidad como una combinación de filosofía y religión, aclara la cuestión de “ser espiritual pero no religioso” de la siguiente forma:
Así como la ciencia necesita algún tipo de experimento para ser completa, la espiritualidad también necesita de algún tipo de religión para ser completa, o sea, los espiritualistas que quieren experiencias superiores necesitan algún proceso para poder obtener esas experiencias. Y ese proceso se puede identificar como una religión. Por lo tanto, para ser espiritual, la persona debería ser religiosa de alguna forma u otra.
¿Significa esto que se puede ser espiritual pero no religioso?
Literalmente, sí; esencialmente, no. En esencia, el deseo de “ser espiritual pero no religioso” es el deseo de tener una mente abierta, y no una mente cerrada. La tradición y el conocimiento védicos reconocen que hay varias formas de conseguir experiencias espirituales, que culminan con la experiencia del amor por Dios. El aspecto filosófico de la tradición nos ayuda a ver las diversas religiones como caminos autorizados del progreso hacia el amor por Dios. Así, mientras se exija que los buscadores sean religiosos si quieren ser realmente espirituales, esto no implica tener una mente cerrada. Al contrario, estimula a tener una mente abierta.
La analogía de la salud
Para entener este punto, vayamos más allá de la comparación de la espiritualidad con la ciencia, recurriendo a la ciencia médica como ejemplo. La teoría nos explica qué estado se considera salud y qué estado se considera enfermedad. A su vez, los experimentos proveen los medios, los tratamientos, para ir de la enfermedad a la salud.
La tradición y la sabiduría védicas nos dicen que el estado actual de nuestra conciencia materialista es una “enfermedad”, bhava-roga. Por eso recomiendan varios procesos, como cantar los santos nombres de Dios, para que recuperemos nuestro estado de conciencia saludable. Este proceso se denomina cikitsa, “tratamiento”. La tradición es muy clara cuando afirma que el estado espiritual saludable no es la experiencia de un sentimiento vago; se trata de una etapa estable en el que la persona ama a Dios sin distraerse. El estado de enfermedad es un estado en el que se ama otra cosa que no sea Dios. Por lo tanto, el amor a Dios también es la meta universalmente aceptada por las grandes religiones teístas del mundo. San Agustín lo refleja muy bien en una de sus oraciones: “Nos creaste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no reposa en Ti”.
En esta analogía de la salud, el aspecto filosófico de la espiritualidad explica cual es el nivel espiritual saludable y cual es el nivel material de enfermedad, mientras que el aspecto religioso provee los medios para elevarse del nivel material de enfermedad hacia el nivel espiritual saludable. Srila Prabhupada clasifica las relaciones entre ambos aspectos: “Religión sin filosofía es sentimiento, o a veces fanatismo, mientras que filosofía sin religión es especulación mental”.
Analicemos las tres partes de esta declaración:
(1) Religión sin filosofía es sentimento. Cuando hay religión y no hay filosofía, las personas no tienen una estructura intelectual para saber lo que es el verdadero nivel de conciencia espiritual, y para comprobar si están llegando realmente a esa plataforma. Entonces, tal vez se sientan sentimentalmente satisfechos con cualquier práctica que hayan recibido de su cultura actual o de la tradición pasada, incluso si esas prácticas no los hacen necesariamente espirituales. Un resultado común de ese sentimentalismo es aceptar ingenuamente que todos los caminos son más o menos iguales: “Tú tienes tu camino y yo tengo el mío. Hay tantos caminos cuanto personas”.
(2) Religión sin filosofía a veces es fanatismo. De la misma forma en que las personas pueden curarse con diferentes tratamientos, las personas pueden amar a Dios practicando diversas religiones: cristianismo, islamismo o hinduismo, por ejemplo. La prueba decisiva de una religión es que capacita a sus seguidores a que se vuelvan espiritualmente saludables, a que amen a Dios. Según esta afirmación, los fanáticos religiosos son como médicos que proponen terapias específicas y están dispuestos a eliminar a todos los demás terapeutas, incluso a matar a aquellos que utilicen terapias diferentes a la suya. El fanatismo religioso es un error descomunal y trágico que surge de la falta de comprensión filosófica apropiada.
(3) Filosofía sin religión es especulación mental. El padrón objetivo de amor por Dios como meta de la religión, permite que elijamos entre varias religiones, así como tenemos la oportunidad de elegir entre diversos tratamientos. Sin embargo, esto no significa que la religión sea opcional o prescindible. Si no aceptamos un tratamiento, jamás podremos estar sanos. Similarmente, si no practicamos una religión, jamás podremos desarrollar amor por Dios. El Bhagavad-gita (9.2) confirma que la religión (dharma) genera esa experiencia personal (pratyaksavagamam dharmyam).
Muchas personas leen libros de espiritualidad como un hobby, como estudiantes comprometidos, como profesionales en el asunto o como buscadores académicos. Sin embargo, no practican ninguna religión. Como consecuencia, raramente experimentan como una realidad lo que están leyendo. Como se resisten a practicar cualquier religión, se privan de lo que podríamos llamar “la experiencia personal o real”, o “insight profundo”. En lugar de eso, sus pensamientos y discursos suelen reducirse a vagas especulaciones mentales, carentes de una conexión tangible con la realidad espiritual.
Frecuentemente, este tipo de especulación culmina en el impersonalismo, la noción de que la Verdad Absoluta carece de cualquier personalidad, cualidad o actividdad. ¿Por qué? Porque mientras nuestros esfuerzos intelectuales por explorar la espiritualidad no estén guiados por las escrituras, no podremos comprender el reino espiritual. De esta forma, a través de nuestra especulación negamos básicamente lo material, y asumimos que cuando esta negación sea completa, sólo quedará lo espiritual. Srila Prabhupada señala: “Los impersonalistas siempre piensan al revés. Piensan que, debido a que hay forma en la materia, el espíritu debe ser amorfo. Pensar positiva o negativamente es, no obstante, pensar materialmente”. (Srimad-Bhagavatam 1.2.7, significado)
Sólo cuando nuestros esfuerzos intelectuales sean guiados por la revelación de las escrituras, podremos conectarnos realmente con la realidad espiritual positiva del mundo de Krishna, un mundo de amor eterno y lleno de actividad, personalidad, variedad, belleza y reciprocidad.
Lo que se aplica a “religión sin filosofía” también se aplica a “ser espiritual pero no religioso”. Si los que defienden “ser espiritual pero no religioso” deliberadamente evitan la religión, evadiendo las prácticas religiosas, continuarán siendo especuladores mentales. Ocasionalmente pueden obtener experiencias que consideren como espirituales, pero éstas no otorgarán ninguna transformación duradera en el corazón, y por lo tanto se privarán de realizaciones permanentes en la vida.
No obstante, si quieren evitar la mentalidad mezquina asociada a “ser religioso”, pueden adoptar prácticas religiosas que permitan tener una mente abierta en relación a las demás prácticas religiosas. Las prácticas de la conciencia de Krishna animan a los que tienen una mente abierta. De esa forma, según la intención que haya tras “tener una mente abierta”, los devotos de Krishna pueden ser espirituales sin ser religiosos. Al mismo tiempo, una comprensión más completa podría ser que los devotos son espirituales y religiosos.
¿La institucionalización es antiespiritual?
Muchas de las personas que proponen “ser espiritual pero no religioso”, argumentan que cualquier cosa afiliada a una institución se vuelve automáticamente una religión y no puede considerarse como espiritual. ¿Por qué? Porque según ellos, esa institucionalización sofoca la esencia de la espiritualidad. Aunque eso pueda ser definitivamente posible, no es una necesidad absoluta. Efectivamente, la espiritualidad que no sea institucionalizada no podrá compartir su espíritu con la sociedad, y como consecuencia, no podrá beneficiar a las personas a gran escala.
Veamos este punto a través de una analogía. El propósito de la espiritualidad es desarrollar amor por Dios. Si comparamos el flujo del amor por Dios en nuestro corazón con el curso de un río hacia el océano, la institución es como el lecho del río.
Si no hay lecho, apenas los ríos que tengan un cauce extremamente fuerte podrán llegar al océano. Los ríos con un caudal débil se estancarán y se secarán en cuanto se encuentren con un obstáculo. Similarmente, si no hay un apoyo institucional, sólo las personas con un ímpetu espiritual extraordinario podrán obtener amor por Dios. Las personas que tengan un ímpetu moderado, se estancarán y se secarán ante los obstáculos.
Así como los diversos afluentes de caudal moderado se unen para volverse un río de caudal fuerte, de la misma forma, varias personas con un ímpetu espiritual moderado se unen para generar un caudal espiritual que supere la media y los conduzca hacia el frente con rapidez. Así como un río fuerte forma un lecho para poder seguir fluyendo, estas personas organizan las necesidades y facilidades para su progreso espiritual estable. Con el tiempo, esta infraestructura organizada asume la forma de una institución espiritual.
De la misma forma en que un río puede ser arruinado por personas con intereses egoístas, una institución espiritual también puede ser arruinada por personas con mentalidad material que están más interesadas en adueñarse de las instalaciones y otros patrimonios que en actualizar su propósito. Para prevenir este mal uso, las instituciones espirituales necesitan:
(1) Educación filosófica sistemática, para que sus miembros desarrollen el instinto por sí mismos de que su destino no es la represa (crecer materialmente), si no el océano (aumentar la devoción).
(2) Prácticas religiosas reguladas para que se genere una corriente espiritual poderosa, que exponga el materialismo de las personas centradas en sí mismas, empujándolas hacia las orillas, o que las purifique de su materialismo, atrayéndolas hacia el caudal que fluye hacia delante.
Algunas personas pueden presumir que no necesitan ninguna institución, ya que su avidez espiritual es suficientemente fuerte. Sin embargo, frecuentemente subestiman la fuerte contracorriente, y sobrestiman su propio poder de resistencia. Como consecuencia, su progreso espiritual suele ser, en el mejor de los casos, esporádico, quedando a merced de sus humores internos imprevisibles y de las situaciones externas incontrolables. Si tan sólo fueran capaces de invocar un poco de humildad para reconocer que su viaje se parece más a una acampada que una a jornada, verían la sabiduría que hay en unirse a aquellos que están en movimiento constante.
Y en el raro caso de que un buscador esté genuinamente motivado, entonces, si se une a una institución espiritual auténtica, podrá guiar e inspirar a otros buscadores espirituales menos automotivados.
Por lo tanto, la institucionalización vigilante es esencial para que la espiritualidad sea accesible y beneficie a toda la sociedad.
Vigilancia interna en medio de la institucionalización
Sin embargo, muchas preocupaciones de las personas que proponen “ser espiritual pero no religioso” son válidas incluso para los devotos de Krishna. Tenemos que protegernos de la complacencia que nos hace suponer que el sólo hecho de participar en una institución, nos convierte automáticamente en personas espiritualmente avanzadas o fuertes. Cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad individual de nuestro avance espiritual. Así como evitar los compromisos de las prácticas externas puede ser un tipo de irresponsabilidad espiritual para los que “son espirituales pero no religiosos”, la mera adhesión a las prácticas externas sin la debida atención a nuestro desarrollo interno puede ser una forma de irresponsabilidad para nosotros.
Las escrituras nos avisan de esa trampa, recordándonos que el propósito de todas nuestras actividades religiosas es recordar a Krishna. Esto se proclama en un verso del Padma Purana:
smartavyeh, satatam vishnur
vismartavyo na jatucit
sarve vidhi-nisedhah syur
etayor eva kinkarah
“Siempre recuerda a Vishnu y nunca te olvides de Él. Todas las relgas y prohibiciones que se mencionan en las escrituras son siervas de estos dos principios”.
Por adherir a las prácticas internas y, simultáneamente, cultivar el recuerdo de Krishna en nuestro interior, podemos evitar los peligros que alertan los defensores de “ser espiritual pero no religioso”, y avanzar espiritualmente de forma auténtica, rápida y sustentable hacia la meta última de la vida: desarrollar amor por Krishna.
En conclusión, la conciencia de Krishna acepta el intento de tener la “mente abierta” que propone “ser espiritual pero no religioso”: reconoce la realidad y la validez de otros caminos, y también se centra en una transformación interna que culmina en la realización suprema del amor por Dios. Al mismo tiempo, la conciencia de Krishna rechaza el contenido de “ser espiritual pero no religioso” de sentirse bien: enfatiza que para experimentar una transformación real, tangible y duradera, la persona necesita adoptar un camino específico y seguirlo con diligencia.
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