Giriraj Swami
(Extracto de una clase dada en Houston, el 1 de noviembre de 2008)
Gracias a la misericordia de Srila Prabhupada estamos esforzándonos en convertirnos en devotos de verdad. Para nosotros, no hay nadie más misericordioso. No hay necesidad de buscar refugio en nadie más, y no ganaremos nada si nos alejamos de él buscando el refugio de otra persona.
Nos hemos reunido hoy ante los pies de loto de Srila Prabhupada en ocasión del festival de su desaparición. Una vez, en Surat, estábamos con Su Divina Gracia celebrando el día de la desaparición de su guru maharaja, y él explicó que en la plataforma absoluta, no hay diferencia entre la aparición y desaparición del maestro espiritual. Es como el amanecer y el atardecer, ambos son hermosos.
Srila Prabhupada siempre glorificaba a Krishna como la Suprema Personalidad de Dios, e instruía a todos a que se refugiaran en Krishna. Muchas personas que entraron en contacto con Srila Prabhupada quedaron impresionadas por este hecho. Por ejemplo, George Harrison dijo que muchos swamis y gurus le dicen a sus discípulos que se rindan a ellos, pero Srila Prabhupada siempre decía: “Krishna es la Suprema Personalidad de Dios. Debéis rendiros a Él”.
Una vez, un devoto nuevo se acercó a Srila Prabhupada y le dijo: “Srila Prabhupada, confío en ti. Puedo rendirme a ti, pero no puedo confiar en tus representantes. No puedo rendirme a ellos, porque me preocupa que me engañen”. Srila Prabhupada respondió: “No te rindas a mí, también puedo engañarte. Ríndete a Krishna”.
aho baki yam stana-kala-kutam
jighamsayapayayad apy asadhvi
lebhe gatim dhatry-ucitam tato ’nyam
kam va dayalum saranam vrajema
“¡Ay de mí! ¿Cómo voy a refugiarme en alguien más misericordioso que aquel que otorgó la posición de madre a una bruja (Putana), a pesar de que era infiel y preparó un veneno mortal para que fuera chupado de su pecho?”. (Srimad-Bhagavatam, 3.2.23)
Al comienzo del servicio devocional, un aspirante puede pensar que es un devoto, pero a medida que va progresando, va comprendiendo que en realidad no es un devoto. Es un poco paradójico. El neófito piensa: “Soy un devoto”; y el que es más avanzado piensa: “No soy un devoto”. Cuando escuchamos sobre la misericordia que Krishna mostró a Putana, que era un demonio, tal vez pensamos: “Es maravilloso que fuera misericordioso con Putana, pero yo no soy un demonio. Yo soy un devoto”. Sin embargo, aunque aspiramos ser devotos (no digo que no seamos devotos, pero al menos podemos decir que somos aspirantes a devotos), tenemos algunas cualidades en común con Putana.
Una de las cualidades que se menciona es jighamsaya – ella actuó por envidia. Todos estamos en este mundo material porque tenemos envidia de Krishna. No aceptamos que Él sea el Disfrutador Supremo, y queremos disfrutar de forma independiente. Esto significa que somos envidiosos, y esa envidia es lo que nos mantiene en este mundo material. Sólo las personas completamente liberadas y puras están libres de envidia. Cualquier otra persona que no sea un devoto puro, puede verse afectada por la envidia. Nuestra posición natural es servir a Krishna, y si actuamos de otra forma que no sea como siervos de Krishna, no hemos comprendido nuestra posición actual.
Después de comenzar su misión en Nueva York y San Francisco, Srila Prabhupada sufrió un accidente cerebrovascular, y cuando sus esfuerzos por reponerse en América no dieron resultado, decidió volver a India para recuperar su salud. Antes de su partida, visitó el templo de San Francisco. Nadie esperaba que quisiera hablar estando en esa condición, pero él pidió el micrófono. Habló acerca de su misión, cómo había traído el movimiento del Señor Chaitanya a América bajo la orden de su maestro espiritual, y cómo Krishna le había enviado muchas almas sinceras. Srila Prabhupada dijo a los devotos: “En India tengo un par de hijos de mi antigua vida familiar, pero vosotros sois mis auténticos hijos. Voy a marcharme a India durante un tiempo”.
De repente, uno de los primeros discípulos de Srila Prabhupada en San Francisco irrumpió en la sala. Los devotos sabían que este discípulo quería abandonar la conciencia de Krishna, que no estaba llevando a serio sus votos de iniciación y que quería seguir adelante sin ningún maestro espiritual. Los otros devotos intentaron persuadirlo, pero él estaba seguro de su decisión. Cuando el devoto entró en la sala, todos se quedaron muy sorprendidos: ¿cómo era posible que hiciera tal cosa una noche antes de la partida del Swamiji?
El devoto cayó al suelo para ofrecer sus reverencias, pero no volvió a incorporarse. En lugar de ello, comenzó a arrastrarse con sus manos y rodillas hacia Prabhupada. Este encuentro dramático se describe vívidamente en el Srila Prabhupada-lilamrita:
“Ravindra solía tener una apariencia arrogante, realzada por un rostro atractivo, pelo largo despeinado y barba. Pero ahora sollozaba y se sentía desgraciado loco. Él se arrastró hasta Prabhupada, que estaba sentado en una simple tarima de madera roja. Prabhupada lo miró con compasión: ‘Ven aquí, hijo mío’. Ravindra gateó hasta la tarima y posó su cabeza sobre el regazo de Prabhupada. Conmovidos, los devotos miraban a Prabhupada mientras éste acariciaba la cabeza de Ravindra, que no paraba de llorar.
‘¿Qué pasa, hijo mío? No tienes por qué estar tan infeliz’.
Ravindra vociferó: ‘Quiero…’, sollozó, ‘aah… quiero… aah… ¡alcanzar a Dios directamente! ¡Sin que haya nadie entre medio!’.
Prabhupada continuaba acariciando y dando palmaditas en la cabeza del joven: ‘No, si es posible continúa con nosotros. No seas un compañero loco’. El llanto de Ravindra disminuyó, y Prabhupada continuó hablando a Ravindra y al grupo conmocionado que se encontraba en la habitación. ‘Soy un señor mayor’, dijo. ‘Puedo morir a cualquier momento. Por favor, continuad este movimiento de sankirtana. Debéis volveros humildes y tolerantes. Tal como dijo el Señor Chaitanya, más humildes que una brizna de pasto y más tolerantes que un árbol. Debéis tener entusiasmo y paciencia para impulsar esta filosofía de la conciencia de Krishna’.
Las lágrimas de Ravindra habían cesado. Se levantó de un salto, se puso de pie con desánimo, dudando por un momento, y luego se apresuró hacia la puerta, dando un portazo a sus espaldas.
La dramática salida de Ravindra de la conciencia de Krishna impactó a todos los devotos. Prabhupada permaneció sentado y continuó hablándoles con gravedad, pidiéndoles que permanecieran unidos e impulsaran el movimiento, para su beneficio y el de las demás personas. Él dijo que debían repetir todo lo que habían aprendido.
Se dieron cuenta, tal vez por la primera vez, que formaban parte de una misión de prédica, un movimiento. Ellos tenían un compromiso amoroso con Swamiji y Krishna”.
Aunque la actitud de aquel discípulo pudo haber sido extrema, no somos tan diferentes de él como podamos pensar. Tampoco queremos a nadie entre nosotros y Krishna. No queremos rendirnos, queremos ser Krishna. Pero por la misericordia de Prabhupada, estamos ocupados en servicio devocional y estamos emprendiendo el proceso de purificación, cantando los santos nombres, escuchando el Srimad-Bhagavatam, asociándonos con devotos, adorando a la Deidad, y en la medida de lo posible, viviendo en Mathura, Vrindavana, Mayapur u otros templos de Gaura-Nitai o Radha-Krishna.
Putana era asadhvi, infiel. Ella pretendía ser algo que no era. En realidad, ella era un demonio, pero gracias a sus poderes místicos, se presentó como una hermosa mujer. Cuando entró en la aldea de Gokula, tenía una apariencia tan hermosa y refulgente que las personas pensaron que era Lakshmi, la diosa de la fortuna en persona. Y cuando entró en la casa de Nanda Maharaja y Yasodamayi, nadie la detuvo. Era tan hermosa y refulgente que todos pensaron que era un ser superior. Pero en realidad era un demonio y había venido a matar a Krishna.
Por supuesto, no es del todo incorrecto presentarse a uno mismo como algo que no es. A veces, debemos hacerlo por razones sociales, pero internamente debemos permanecer fieles. El problema es que internamente, a veces nos volvemos infieles (asadhvi). Queremos rendirnos, decidimos rendirnos, pero entonces nos echamos atrás. Pasa todo el tiempo. Nos rendimos, decidimos rendirnos, y entonces desistimos. No estamos seguros si deberíamos rendirnos. No estamos seguros si el proceso funcionará, si conseguiremos el resultado. No estamos seguros si tendremos éxito en nuestro esfuerzo. No estamos seguros si Krishna nos cuidará. No estamos seguros si nuestros deseos se satisfarán.
En última instancia, todo el progreso depende de fe (sraddha).
‘sraddha’-sabde—visvasa kahe sudrdha niscaya
krsne bhakti kaile sarva-karma krta haya
“Sraddha es una fe confiada y firme en que, por ofrecer servicio amoroso transcendental a Krishna, se cumple al mismo tiempo con todas las actividades complementarias. Esa fe es favorable para el desempeño de servicio devocional”. (Sri Caitanya-caritamrita, Madhya-lila 22.62)
Krishna no está interesado en nada o nadie de este mundo material. A Él únicamente le interesan Sus devotos, y Krishna puede llegar a interesarse por alguien que todavía no es devoto sólo por la misericordia de otro devoto. Si no fuera por la misericordia de Prabhupada, ¿quién más podría conseguir que Krishna hiciera una excepción con nosotros? Gracias a nuestra conexión con Srila Prabhupada podemos volvernos visibles ante los ojos de Krishna.
Claro que Krishna es la Superalma. Él está en el corazón de cada entidad viva como supervisor y testigo. Él ama a las entidades vivas y las acompaña dondequiera que vayan, pero Él es neutral. Él les permite satisfacer sus deseos, sin interferir. Pero cuando un devoto interviene, Krishna se siente especialmente interesado. La persona que recibe la misericordia de un devoto, recibe la misericordia de Krishna, y eso se aplica a todos nosotros, sus seguidores. De lo contrario, no estaríamos realizando servicio devocional. Sólo somos almas condicionadas que hemos venido a este mundo material para disfrutar, tratando de imitar a Krishna. Gracias a la misericordia de Srila Prabhupada estamos aquí, en el templo de Krishna, esforzándonos en purificar nuestros corazones, escuchando el Srimad-Bhagavatamy cantando los santos nombres, convirtiéndonos en devotos de verdad. Para nosotros, no hay nadie más misericordioso. No hay necesidad de buscar refugio en nadie más, y no ganaremos nada si nos alejamos de él buscando el refugio de otra persona.
Una vez, Srila Prabhupada estaba dando una charla en la que dijo que para volver al hogar, volver al Supremo, debemos ser cien por ciento puros y estar totalmente libres de los deseos y apegos materiales. Cuando Prabhupada vio que los devotos se desanimaban, dijo: “De acuerdo, 90%”. Aun así, los devotos continuaron abatidos. “De acuerdo, 80%”. Los devotos seguían cabizbajos. “Está bien, 75%, pero no menos que eso”. Después de la charla, Srila Prabhupada comentó: “Si os aferráis a mis pies de loto, os llevaré de vuelta al Supremo. Tengo la llave de la puerta trasera”.
Cierta ocasión, escuché a Srila Prabhupada diciendo: “Vuestra cualificación es que os he dado una instrucción…”. Yo pensé que el resto de la frase sería: “Y vosotros la estáis siguiendo”, pero él dijo: “Vuestra cualificación es que os he dado una instrucción y vosotros estáis intentando seguirla”. Ni siquiera se trata de seguirla, si no de tratar de seguirla (por supuesto, esto no significa que no debamos intentar lo más sincera y seriamente posible seguirla, con toda nuestra energía y nuestros recursos).
Por lo tanto, según Srila Prabhupada esa es nuestra cualificación. Y esa es nuestra esperanza: si tratamos de seguir sincera y estrictamente sus instrucciones, y nos aferramos a sus pies de loto, él hará el resto. Él nos llevará de vuelta al hogar, de vuelta al Supremo.