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Chaitanya-charana Dasa

Una de las ilusiones que define nuestra sociedad es considerar que la lujuria y el amor son iguales. ¿Cómo podemos distinguirlos?

Una de las ilusiones que define nuestra sociedad es considerar que la lujuria y el amor son iguales. Cuando una persona se siente atraída físicamente por otra, asume que está amando. No obstante, muchas veces la atracción no es más que lujuria, y esto se hace evidente cuando, debido a la familiaridad, no se segregan más hormonas, y la persona que antes se sentía irresistiblemente atraída, comienza, en el mejor de los casos, a aburrirse o incluso a sentirse irritado con las incompatibilidades que aparecen. Aunque existan varias formas de diferenciar entre el amor y la lujuria, una de las más relevantes es conocer sus efectos sobre nosotros. Todos tenemos un lado inferior, algo que nos empuja a ser egoístas, inmediatistas o abusadores. Y también tenemos un lado más elevado, una parte de nosotros que quiere ser altruista, prudente y sensible. La lujuria brota de nuestra parte inferior y hace que ese lado se destaque. Quiere controlarnos y dominarnos a su voluntad. De esa forma, la lujuria considera que los demás son un objeto, los reduce a sus cuerpos, y reduce sus cuerpos a contornos y partes que se destinan a nuestro placer.

En cambio, el amor brota de nuestra parte superior y hace que ese lado se destaque. Cuando amamos a alguien, queremos ser lo mejor que podamos para la otra persona. Así, el amor nos inspira a combatir y a controlar nuestro lado inferior.

Claro está que la lujuria puede ocultarse tras un rostro más bonito para impresionar a la otra persona. Pero como el sentimiento nace de nuestra configuración cuerpo-mente y en sí mismo es superficial, no inspira a realizar cambios positivos bajo la superficie. Al contrario, nos impulsa a asumir una buena apariencia para que, finalmente, nuestro lado inferior pueda verse libre para dominar y manipular a los demás para nuestra satisfacción personal. La sabiduría del Gita explica que nuestra parte más elevada corresponde a nuestra esencia espiritual, el alma. Como es parte de Dios, el alma está llena de virtudes divinas.

Sin embargo, actualmente el alma está cubierta por el cuerpo y la mente, que están llenos de impresiones de entregas que hicimos en el pasado. Estas impresiones negativas son la fuente de nuestra parte inferior. Y entre esas impresiones se destaca la lujuria. Aunque la lujuria promete un placer inmenso, pocas veces cumple su promesa – a pesar de la fantasía que estimula en nuestra mente, no puede hacer nada para alterar la limitada capacidad del cuerpo para disfrutar. Por eso, frustrada, la lujuria nos anima a creer que el placer huidizo será nuestro para siempre si buscamos formas de complacencia nuevas y más fundamentales. Así, la lujuria nos empuja a un barranco de degradación. Por eso, no resulta sorprendente que el Bhagavad-gita (3.39) advierta que la lujuria es un enemigo que nos engaña y nos degrada.

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Análisis de resonancia magnética también señalan la diferencia entre la lujuria y el amor.

Los resultados de las investigaciones sobre el cerebro también revelan la diferencia entre la lujuria y el amor. Cuando las personas sienten lujuria, los análisis de resonancia magnética muestran que las áreas que se encienden en su cerebro son las mismas que normalmente se activan cuando sienten emociones relacionadas con poseer y controlar, como cuando desean un celular o un auto nuevo. En cambio, cuando las personas sienten amor, las áreas del cerebro que se encienden son las que generalmente se activan cuando sienten emociones de cariño y generosidad.

La sabiduría del Gita explica que el amor en su forma más pura surge de nuestra alma, cuya naturaleza es amar al Alma Suprema, Krishna, y amar a todos en relación a Él. Cuanto más nos esforzamos en manifestar este amor, practicandobhakti-yoga, más se elimina la lujuria que nos cubre y oscurece. A medida que aprendemos a amar a Krishna, al acordarnos de Él comenzamos a saborear un enriquecimiento que nos es material – un enriquecimiento que nos libera de la necesidad, alimentada por la lujuria, de dominar a los demás para nuestra complacencia. De esa forma, esforzándonos por desarrollar una relación amorosa con Krishna, la base de nuestras relaciones mundanas cambia de la lujuria al amor, y por eso hace que esas relaciones sean más estables, más positivamente transformadoras y más gratificantes.

 

 

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