Vrindavanadasa Thakura
(Extractos del tercer y cuarto capítulos de la sección Madhya-khanda, de la obra ‘Caitanya-bhagavata’)

Tras el encuentro con Nityananda, Gaurasundara reveló las características confidenciales de Nityananda glorificándolo de varias maneras. Aunque no entendían el significado confidencial de la conversación entre Mahaprabhu y Nityananda, comprendieron que ambos se conocían hacía mucho tiempo, y que eran Señores dignos de adoración.

Por orden de Sri Gaura-Krishna, Sri Anantadeva apareció personalmente en la aldea de Ekacakra, en el distrito de Radha-desa, en el vientre de Padmavati, la esposa de Hadai Pandita.

Desde una edad muy temprana, Sri Nityananda Prabhu tenía una disposición serena, y era muy inteligente y virtuoso. Su belleza agradable intimidaba la belleza de millones de Cupidos. Debido a Su presencia, todo se volvió auspicioso en la tierra de Radha-desa, y el hambre, la pobreza y cualquier otro tipo de perturbación similar desaparecieron.

El día en que el Señor Caitanya nació en Navadvipa, el Señor Nityananda, a pesar de estar en Radha-desa, rugió con gran júbilo igual que un león. Ese rugido inundó todo el universo e hizo que todo el mundo cayera inconsciente al suelo. Algunas personas especularon: “Debe haber sido un trueno”. Otras pensaron que se avecinaba un desastre inminente. Sin embargo, aunque todos tuvieran una opinión diferente, nadie pudo entender la verdad acerca del Señor Nityananda.

Después de vivir durante doce años en la casa de Sus padres, Nityananda Prabhu salió a peregrinar. Él viajó durante veinte años por diversos lugares sagrados.

Finalmente, regresó a Mathura y visitó Gokula, la tierra en la que apareció Su encarnación como el Señor Balarama. En Vrindavana se sintió como un niño, jugando en la arena y rodando por el suelo. Ni siquiera sentía hambre: todo lo que quería era rodar y jugar en la arena de Vrindavana.

Mientras el Señor Nityananda vivía de esta manera en Vrindavana, el Señor Gauracandra se manifestaba en Navadvipa. Aunque siempre estuviera ocupado en el canto congregacional de los santos nombres del Señor, Sri Caitanya se sentía triste debido a la ausencia de Nityananda Prabhu. El Señor Nityananda estaba aguardando noticias acerca de los pasatiempos de sankirtana del Señor Caitanya, y en cuanto supo que Éste ya había comenzado el movimiento de sankirtana, Nityananda partió sin demora hacia Navadvipa, donde se alojó en la casa de Nandanacarya.

Nandanacarya era un devoto muy elevado, y naturalmente se alegró mucho al recibir al Señor Nityananda en su casa. El santo no era capaz de desviar su mirada del Señor, que era espléndido y refulgente como el Sol. Nityananda Prabhu era muy alto y vestía con ropajes de renunciante. Siempre se mostraba grave y comedido. Absorto en Sí mismo, frecuentemente rugía como un león salvaje, siendo que Él era la manifestación directa del Señor Balarama. Su rostro bello e irradiante podía derrotar fácilmente a millones de lunas refulgentes. En Sus labios siembre había una sonrisa cautivadora, la vida de todos los mundos. Sus ojos largos y lánguidos habían robado la tonalidad rosada del Sol naciente; si se colocara una perla cerca de Sus dientes, ésta parecería un pedazo de cristal partido. Sus brazos eran tan largos que le llegaban a las rodillas, Sus hombros eran anchos y Su pecho robusto, y caminaba de forma graciosa con Sus suaves pies de loto. El Señor dirigía palabras muy gentiles y agradables a todos.

Cuando el Señor Nityananda entró en Nadiya, todos los mundos exclamaron con júbilo: “¡Jaya! ¡Jaya!”. Al saber que el Señor Nityananda había llegado, el corazón de Caitanya Mahaprabhu se regocijó inmensamente. El Señor adoró a Vishnu en Su templo, y entonces se apresuró a reunir a todos los devotos. Con los ojos enrojecidos, el Señor recitaba poemas y baladas. Con una sonrisa en el rostro, se balanceaba suave y rítmicamente de un lado para otro, igual que el Señor Sankarsana. Entonces, el Señor ordenó a Haridasa Thakura y a Srivasa Pandita que fueran en busca del Señor Nityananda.

Los dos devotos recorrieron toda Navadvipa en busca del Señor Nitayananda, pero no lo pudieron encontrar. Entonces regresaron ante los pies de Caitanya Mahaprabhu, y le informaron sobre el resultado de su búsqueda: “No hemos podido encontrarlo en ningún lugar. Lo hemos buscado por todas partes. Fuimos a las casas de los vaishnavas, hablamos con los sannyasis, visitamos a los jefes de familias piadosos, e incluso a los materialistas ateos, pero no lo encontramos. Buscamos en cada rincón de Navadvipa; las únicas casas que no visitamos fueron las que están a orillas de Navadvipa”. El Señor Gauracandra sonrió, pensando: “Nityananda se ha escondido muy bien”.

En esta encarnación del Señor, algunas personas quieren glorificar sólo al Señor Caitanya, y no aceptan glorificar y escuchar el nombre del Señor Nityananda. Este pecado es similar a adorar al Señor Krishna, Govinda, y faltarle al respeto al Señor Shiva. La encarnación del Señor Nityananda es muy misteriosa y confidencial, y es imposible verlo hasta que el Señor Caitanya no decida revelarlo personalmente.

Después de unos instantes, Caitanya Mahaprabhu sonrió gentilmente y dijo: “Venid conmigo, vamos a buscarlo juntos”. Con mucho júbilo, los devotos cantaban “¡Jaya Krishna! ¡Jaya Krishna!”, mientras caminaban junto al Señor. Acompañado de todos los vaishnavas, el Omnipotente Señor Sri Gauracandra caminó directamente hacia la casa de Nandanacarya.

En aquella casa se encontraba la más grandiosa de todas las personalidades. Todos lo miraban, pues era espléndido como millones de soles. Sabiendo que aquella personalidad imponente era inmensamente avanzada en el servicio devocional, el Señor Caitanya y todos los devotos se postraron ante Él. Mostrando respeto y permaneciendo inmóviles, nadie pronunció ni una palabra, si no que apenas contemplaban al majestuoso Señor Nityananda. Delante de todos estaba Visvambhara, el líder de los devotos. Al ver a Vishvambara, el Señor Nityananda pensó: “Aquí está el Señor de Mi vida”.

Sri Nityananda Prabhu, que no es diferente de Sri Baladeva, llevó a cabo el pasatiempo de disfrutar de la belleza de Su eternamente adorable Sri Gaurasundara con todos Sus sentidos. Entonces, Sri Gaurasundara, la Superalma de todos, instruyó a Srivasa que recitara un verso del Srimad-Bhagavatam para revelar las glorias de Nityananda Prabhu. Al comprender la indicación sutil del Señor, Srivasa recitó un verso que describía los pasatiempos de Krishna en Vrindavana, y en aquel momento, Sri Nityananda, la personificación del amor extático, se desplomó en el suelo. De acuerdo con las instrucciones de Mahaprabhu, Srivasa Pandita continuó recitando versos, y después de algún tiempo, Nityananda Prabhu recobró la conciencia. Cuando Nityananda cayó de nuevo al suelo, todos se asustaron y oraron a Krishna que lo protegiera. Mientras los devotos eran testigos de las diversas transformaciones del amor a Dios que se manifestaban en el cuerpo de Nityananda, ellos, estupefactos, intentaban sostenerlo. Al ver que sus intentos fracasaban, el propio Mahaprabhu sostuvo personalmente a Nityananda entre Sus brazos. Después de algún tiempo, Nityananda recobró Su conciencia externa, y todos los vaishnavas sintieron mucho júbilo. Gadadhara, que conocía las glorias de Nityananda, sonrió para sus adentros al ver esa aparente contradicción: el mismo Nityananda que, en la forma de Ananta, sirve a Gaurasundara en Sus diez diferentes formas, ahora estaba reposando en el regazo de Mahaprabhu.

Tras el encuentro con Nityananda, Gaurasundara reveló las características confidenciales de Nityananda glorificándolo de varias maneras. Después de conversar entre Ellos mediante gestos, el Señor preguntó a Nityananda de dónde venía. Mientras describía Sus viajes por los diferentes lugares sagrados, Nityananda Prabhu reveló el propósito de la aparición de Mahaprabhu. En otras palabras, Él reveló personalmente que Mahaprabhu no era diferente al hijo de Nanda Maharaja, y que ahora había aparecido en Navadvipa en Su forma más magnánima.

Al escuchar la conversación entre Mahaprabhu y Nityananda, los devotos comenzaron a pensar de diversas maneras. Aunque no entendían el significado confidencial de la conversación entre Mahaprabhu y Nityananda, comprendieron que ambos se conocían hacía mucho tiempo, y que eran Señores dignos de adoración.

Nadie puede servir a Gaurasundara sin la misericordia de Nityananda. El cuerpo de Nityananda Prabhu no es diferente del de Sri Gaurasundara. Aquellos que desean cruzar el océano de la existencia material y fundirse en el océano del servicio devocional, deben refugiarse en los pies de loto de Sri Nityananda, pues ésta es la única forma de obtener la meta deseada.

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