El-universo-ha-dejado-de-crear-estrellas-2

A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada

Aunque el Señor y las entidades vivientes tienen las mismas cualidades, las entidades vivientes son limitadas, mientras que el Señor es ilimitado.

El error más grande en la autorrealización es pensar que somos uno con el Supremo, y este pensamiento equivocado impide que la persona se eleve al estado más elevado de amor a Dios. Sin embargo, la persona que comprende su posición subordinada puede lograr el estado más elevado en el servicio amoroso al Señor. Aunque el Señor y las entidades vivientes tienen las mismas cualidades, las entidades vivientes son limitadas, mientras que el Señor es ilimitado. Esta comprensión, llamada amrita-svarupa, permite que el candidato apto pueda situarse en la eternidad.

En el Srimad-Bhagavatam (10.87.30), los Vedas personificados oran al Señor: “¡Oh, Tú, el Eterno Supremo!, si las entidades vivientes encarnadas fuesen eternas y omnipresentes como Tú, entonces no estarían bajo el control de Tu energía externa, maya”. Por consiguiente, las entidades vivientes se consideran porciones fragmentarias del Supremo. Así lo confirma el Bhagavad-gita (15.7), cuando el Señor dice mamaivamso jiva-loke jiva-bhutah sanatanah: “Las entidades vivientes de este mundo condicionado son Mis partes fragmentarias eternas”. Como porciones fragmentarias, poseen las mismas cualidades que el Supremo, pero no son ilimitadas.

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Si las entidades vivientes encarnadas fuesen eternas y omnipresentes como el Señor Supremo, entonces no estarían bajo el control de maya.

Una persona que está convencida de que es una sierva eterna del Señor Supremo se llama “inmortal”, porque ha comprendido su posición constitucional de inmortalidad. Salvo que el individuo entienda su posición como entidad viviente y siervo eterno del Señor, para él no existe la inmortalidad. No obstante, si acepta estos hechos se vuelve inmortal. En otras palabras, si cree erróneamente que la entidad viviente y el Señor Supremo son iguales en todos los aspectos (tanto cualitativa como cuantitativamente), se equivoca y está destinado a permanecer en el mundo material. Esta persona no puede alcanzar la inmortalidad.

En cuanto obtiene amor por Dios, la persona se vuelve inmortal y no necesita cambiar más de cuerpo material. Y aunque un devoto del Señor todavía no haya alcanzado el estado de la perfección del amor por Dios, su servicio devocional se considera inmortal.

Cualquier acción que se realice en el estado de karma o jñana conducirá a un cambio de cuerpo, pero el servicio devocional, aunque no se ejecute de forma perfecta, continuará en la próxima vida y la entidad viviente podrá continuar progresando.

En el Srimad-Bhagavatam y los Upanisads se confirma la posición constitucional de la entidad viviente como un fragmento del Señor Supremo. El Svetasvatara Upanisad (5.9) afirma:

balagra-sata-bhagasya satadha kalpitasya ca
bhago jivah sa vijñeyah sa canantyaya kalpate

“Si, después de dividir la punta de un cabello en cien partes, tomamos una de esas partes y la dividimos de nuevo en cien partes, esa diezmilésima parte muestra las dimensiones de la entidad viviente. Ése es el veredicto de los principales mantrasvédicos”.

Como ya se mencionó anteriormente, en el Bhagavad-gita (15.7) se declara la posición de la entidad viviente como fragmento del Señor Supremo; no se puede cambiar. Una persona que entiende que su posición constitucional es la de un fragmento del Señor Supremo, y se ocupa en servicio devocional lo más seriamente posible, se vuelve inmortal de inmediato.

Las entidades vivientes están enredadas en la vida condicionada de la existencia material. Debido a sus diversas actividades, están vagando por todo el universo, transmigrando de un cuerpo a otro y sometiéndose a diversos tipos de miserias. Sin embargo, cuando una entidad viviente afortunada, de un modo u otro, entra en contacto con un devoto puro del Señor y se ocupa en servicio devocional, comienza su camino a la perfección. Si alguien se ocupa en servicio devocional con seriedad absoluta, el Señor le instruye de dos maneras (en su interior y a través de Su devoto puro), para que pueda avanzar en el servicio devocional. Y mediante el cultivo del servicio devocional, la persona alcanza la perfección.

El Señor Krishna describe esta perfección completa en el Bhagavad-gita (8.15):

mam upetya punar janma duhkhalayam asasvatam
napnuvanti mahatmanah samsiddhim paramam gatah

“Después de llegar a Mí, las grandes almas, que son en estado de devoción, jamás regresan a este mundo temporal, el cual está lleno de sufrimientos, ya que han logrado la máxima perfección”.

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En el Bhagavad-gita, Krishna explica la naturaleza del ser viviente individual como Su siervo y Su fragmento eternos.

Durante su estancia en el cuerpo material y después de abandonarlo, el devoto alcanza la perfección más elevada en el servicio al Señor. Mientras está en el cuerpo material, sus actividades de prueba en el servicio devocional lo preparan para que pueda trasladarse a la morada suprema del Señor. Únicamente la persona que se ocupa cien por ciento en el servicio devocional puede lograr esa perfección.

En la vida material condicionada, la persona siempre está sintiendo las miserias completas que causa la transmigración del alma de un cuerpo a otro. Antes de nacer, experimenta las miserias de vivir en el vientre de su madre, y después del parto, vive durante un tiempo hasta que nuevamente llega la hora de la muerte y vuelve a entrar en el vientre de una mujer.

El individuo no encuentra la paz hasta que no alcanza esa perfección. Él puede pensar artificialmente que es uno con el Supremo, pero en realidad no lo es, y como consecuencia no encuentra la paz. Similarmente, tal vez alguien aspire a una de las ocho perfecciones yóguicas del proceso místico de yoga, como volverse pequeño o más pesado, o conseguir cualquier cosa que desee, pero estas conquistas son materiales; no tienen nada que ver con la perfección.

La perfección se alcanza cuando volvemos a obtener la forma espiritual original y nos ocupamos en el servicio amoroso al Señor. La entidad viviente es parte integrante del Señor Supremo, y si cumple con sus deberes como parte integrante, sin ser orgullosa y considerarse una con el Señor Supremo, alcanza la perfección verdadera y encuentra la paz.

 

 

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