A continuación, Harikesha se sentó para conducir a los devotos en el canto del verso en sánscrito, recitando en voz alta la traducción antes de que Srila Prabhupada comenzara su clase. «Prahlada Maharaja continuó diciendo: Mis queridos amigos nacidos en familias demoníacas, la sensación de felicidad que se percibe por el contacto de los objetos de los sentidos con el cuerpo depende de las actividades fruitivas pasadas y se puede obtener en cualquier forma de vida. Esa felicidad viene por sí sola y sin esfuerzo alguno por nuestra parte al igual que ocurre con el sufrimiento».

Harikesa también estaba unsando un micrófono conectado a la cajita de dos enchufes de Prabhupada. Él se grababa a sí mismo y luego giraba el botón para grabar a Srila Prabhupada.

Prabhupada leyó el verso: Sukham aindriyakam daitya deha-yogena dehinam, sarvatra labhyate daivad yatha dukham ayatnatak.

A veces hablaba con los ojos cerrados, completamente concentrado, y otras veces los abría, contemplando a su auditorio, mientras presentaba la antigua filosofía del Srimad-Bhagavatam en el contexto moderno. Citó otros muchos versos en sánscrito, comparando cada punto con otras obras como el Bhagavad-gita, los Puranas o los Upanisads. Sus explicaciones siempre son claras y potentes. Prabhupada tiene la habilidad sorprendente de adaptar los conceptos filosóficos más profundos y complejos de tal modo que todos puedan entenderlos fácilmente y aplicarlos. Habiendo asimilado la propia esencia de la vida, su significado y propósito, él puede presentarla tanto para la gente común como para los intelectuales.

Puntualizando su clase con analogías y vívidos ejemplos prácticos, contó una historia para ilustrar que el disfrute material es el mismo para todos los seres vivientes, ya sea un perro, un cerdo o un ser humano. «Había una prostituta llamada Laksahira y su tarifa era un lakh de piezas de diamante. No importaba si se trataba de diamantes grandes o pequeños: esa era su tarifa. A la vez, había un leproso asistido por su esposa, una esposa muy fiel. Él siempre estaba malhumorado. La esposa le preguntó al marido:

– ¿Porqué estás malhumorado? Te estoy sirviendo. Tú estás leproso y no puedes moverte. Te coloco en una cesta y te llevo a los lugares. Y aún así, ¿te sientes infeliz?

– Sí.

– Oh, ¿por qué?

– Quiero ir con la prostituta Laksahira.

¿Se dan cuenta? Es un leproso, un hombre pobre, y aspira a tener a una prostituta, que cobra cien mil piezas de diamante. De todos modos, su esposa le era fiel. Ella quería satisfacer a su esposo y se las arregló de alguna manera. Luego, cuando el leproso estaba en la casa de la prostituta, ella le ofreció deliciosas preparaciones de comida, que colocó en dos platos diferentes: uno de oro y otro de hierro.

Mientras el leproso comía, le preguntó a la prostituta:

– ¿Porqué me sirves en dos platos?

– Porque quiero saber la comida sabe diferente en cada plato.

– No, no encuentro ninguna diferencia en el sabor. La sopa en el plato de oro y la sopa en el plato de hierro, saben igual.

– Entonces, ¿por qué has venido aquí?».

Srila Prabhupada dio un ejemplo más: «Un hombre millonario, sufre el mismo dolor de tifoidea que un hombre pobre. La felicidad y el sufrimiento son lo mismo, servidos en diferentes platos. A eso se le llama conocimiento».

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