En cuanto su desayuno estuvo servido, Srila Prabhupada atravesó la otra puerta hasta la habitación donde tomaba prasadam. Se sentó detrás de una de las dos mesitas bajas de madera, llamadas chonkis. En su chonki había un vaso de plata con agua, un paquete de palillos y una campanilla para llamar a su sirviente en caso de que deseara algo más. Desde este asiento, Prabhupada puede mirar por el balcón abierto a su jardín. La pintura original de Krishna tomando prasadam en compañía de Sus amigos, utilizada para la tapa del primer Libro de Cocina Hare Krishna, sonreía mientras Prabhupada tomaba su alimento.

Kisori Dasi y otras damas prepararon el desayuno de Prabhupada. El mismo consistía en trocitos de fruta cortada y todo lo que hubiera fresco y disponible en el mercado. Había un pequeño recipiente con chira frito (arroz inflado mezclado con guisantes), otro con castañas fritas y otro con un trocito de dulce de leche sandesa. Hay algo que es vital para el desayuno de Prabhupada: jengibre remojado en jugo de limón. Él no empieza a desayunar sin esto, pues estimula su digestión.

Srila Prabhupada comió poquito y muy lentamente, como un acto de devoción: prasada-seva, diferente de consentir a la lengua. Cuando terminó, limpié su plato y la mesa mientras él se sentaba y limpiaba sus dientes. Me sorprendió que sus dientes se movieran cuando él introducía el palillo, pero Prabhupada se limitó a reír sobre eso.

Cuando finalizó, estiró su mano con la palma hacia arriba para que le entregara un poco de Bhaskar Lavan, un polvillo digestivo ayurvédico. Echando la cabeza hacia atrás, tragó el polvillo. Luego, aún manteniendo esa postura, vertió un poco de agua en la boca sin tocarla con los labios. Después de lavar su boca y manos en el baño, regresó a la habitación donde daba darsana.

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