A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada

Krishna, en respuesta a nuestro deseo, nos otorga la oportunidad de olvidarnos de Él.

«Sri Sukadeva Gosvami dijo: Oh rey, a menos que la persona se vea influenciada por la energía de la Suprema Personalidad de Dios, no tiene sentido alguno la relación del alma pura con conciencia pura y el cuerpo material. Esa relación puede compararse al soñador que contempla como actúa su propio cuerpo». (Srimad-Bhagavatam 2.9.1)

Mucha gente pregunta: «¿Cómo es que la entidad viviente, que estaba con Krishna, cayó al mundo material?». Aquí se da respuesta a esta pregunta. El estado de la entidad viviente es, sencillamente, influenciada por la energía material; la verdad es que no ha caído. Tomemos este ejemplo: cuando pasan nubes sobre la luna parece que esta se mueve. Lo cierto es que la luna no se mueve. De modo similar, la entidad viviente, puesto que es una chispa espiritual del Supremo, no ha caído. Sin embargo, piensa: «Soy caído. Soy material. Soy este cuerpo».

El cuerpo no tiene relación alguna con el alma. Podemos apreciarlo. El cuerpo cambia, muere, sin embargo, yo soy el mismo. La noción de que tenemos alguna relación con el cuerpo se debe al dictado de la energía ilusoria de Krishna. Esa energía ilusoria se desarrolla cuando olvidamos a Krishna.

En otros términos, nuestra identificación ilusoria con este cuerpo se debe, únicamente, al olvido. Queríamos olvidar; queríamos dejar a Krishna y gozar del mundo material. Por lo tanto, Krishna nos da esa oportunidad. Por ejemplo, cuando actuan en una obra de teatro, si sienten: «Soy el rey», pueden expresarse de manera muy culta. Y si piensan: «Soy Karandhara» (un discípulo en la audiencia), no actuarían muy bien. Los sentimientos adecuados han de estar presentes. Si les toca hacer el papel de rey, tienen que creer que son reyes y demostrar su bravura. Tendrían que olvidarse de que son Karandhara. Así será como podrán hacer bien su papel, y el público lo advertirá. Pero si, al mismo tiempo, están pensando: «Soy Karandhara haciendo de rey», no sabrán actuar.

Por lo tanto, debido a que desearon hacer de Krishna, el disfrutador, Krishna les da esa oportunidad: «Considerarte como si fueras Yo». El sentimiento de que: «Yo soy el dueño», «soy el rey», «soy Krishna», «soy Dios», lo crea Krishna: «Muy bien. Querías hacer de rey; te educaré en ese sentido».

El director de una obra de teatro procura crear en cada uno de los intérpretes los sentimientos del papel que les corresponde. Cuando era joven actué en una obra sobre el Señor Chaitanya. Nuestro director, Amrital Bose, decía repetidamente, especialmente a mí: «Siente de este modo». Así que cuando actuamos bajo su dirección, toda la gente de la audiencia se puso a llorar. La obra era algo artificial, pero el efecto en el público fue muy provechoso.

De modo similar, nosotros no tenemos nada que ver con el mundo material, sin embargo, la energía ilusoria nos ha educado de tal manera que pensamos: «Soy indio», «soy americano», «soy brahmana», «soy sudra», «soy esto», «soy lo otro», «tengo que hacer tal cosa», «tengo tantas obligaciones». Se trata de ilusiones. No tenemos nada que ver con esta necedad, y aun así nos referimos a ello con gran seriedad: «Debo hacer esto. Soy esto. Soy lo otro».

Eso es lo que aquí se explica. Atmamayam rte rajan parasyanubhavat-manah: «A menos que la persona sea influenciada por la energía de la Suprema Personalidad de Dios, no son posibles las relaciones del alma pura en pura conciencia con el cuerpo material».

Se pone el ejemplo de un hombre que sueña. «¡Oh, hay un tigre, un tigre! ¡Sálvenme!», grita. Alguien despierto que le observe pensará: «¿Dónde está el tigre? ¿Por qué gritas?». Sin embargo, el que sueña siente en realidad: «El tigre me ha atacado».

Por ello se pone el siguiente ejemplo: na ghatetartha-sambandhah. La relación del alma y el cuerpo carecen de sentido, a menos que se trate de alguien que sueña esa situación. Sueña que hay un tigre e inventa una situación angustiosa. Lo cierto es que no existe razón para esa angustia. No hay tigre. La situación se debe a un sueño.

La relación del alma y el cuerpo carece de sentido, a menos que se trate de alguien que sueña esa situación.

De igual manera, hemos creado el mundo material y las actividades materiales. La gente va de un lado a otro: «Oh, soy el director. Soy el dueño de la fábrica. Soy esto, soy lo otro. Sabemos sus tácticas. Debemos derrotar a nuestros competidores». Todas estas cosas son creaciones, como las que se producen durante el sueño: svapna-drastur ivañjasa.

Por eso, cuando alguien pregunte: «¿Cuándo nos pusimos en contacto con la naturaleza material?», responderemos que no nos hemos puesto en contacto. Influidos por la energía externa pensamos que estamos en contacto. La verdad es que no somos caídos. No podemos caer. Simplemente hemos creado esa situación. Lo cierto es que nosotros no la hemos creado; Krishna nos la ha dado. Krishna, debido a que queríamos imitarle, nos ofrece esa oportunidad: «Está bien, Quieres imitar. Deseas ser un rey imaginario en el escenario. Pues piensa que lo eres. Actúa como si lo fueras. Hazlo así. La gente te aplaudirá: ‘Oh, que rey tan benévolo’».

Todos, en el mundo material, están representado algún papel. «Yo quiero ser primer ministro». «Yo deseo llegar a ser un gran magnate». «Yo quiero ser un guía». «Yo quiero ser filósofo». «Yo deseo ser científico». Todos se esfuerzan en representar esos necios papeles, y Krishna les da la oportunidad: «Está bien».

Pero esas cosas son tonterías. Nada más que sueños. Cuando se sueña, al instante siguiente se acaba el sueño y todo lo que había en él. Desaparece el tigre, la selva. De igual manera, mientras existe el cuerpo, se piensa: «Soy un dirigente responsable. Soy esto, soy lo otro». Pero tan pronto como el cuerpo se acaba, tales ideas desaparecen.

Krishna dice, mrtyu sarva-haras caham: «Yo soy la muerte. Yo lo quito todo». Pensemos en nuestra vida anterior. Supongamos que yo fuera rey o algo similar. Según el Bhrgu-samhita fui un famoso médico, de carácter intachable, sin pecados, en mi última vida. No lo sé, pudiera ser. Pero yo no recuerdo ser médico. ¿Qué sabemos? Puede que fuera un famoso e influyente médico, muy preciso, ¿y dónde ha ido a parar todo eso? Desapareció.

Por lo tanto, nuestro contacto con la materia es exactamente como un sueño. No caemos. Por eso, en cualquier instante podemos revivir nuestra conciencia de Krishna. Nos liberamos tan pronto como comprendemos: «No tengo nada que ver con la materia. No soy más que el sirviente eterno de Krishna». En ocasiones, cuando una pesadilla se vuelve insoportable, despertamos del sueño. Del mismo modo podemos acabar con la relación material en cualquier instante, tan pronto como lleguemos a la conciencia de Krishna. «Krishna es mi amo eterno. Yo soy Su sirviente». Eso es todo. Ese es el modo.

Lo cierto es que no somos caídos. El mismo ejemplo: La verdad es que no hay tigre; es un sueño. De igual manera, nuestra situación de caídos es un sueño. No hemos caído. Podemos dejar a un lado esa situación ilusoria en cualquier momento.

Por lo tanto, si leen todos estos versos cuidadosamente, alcanzarán este conocimiento muy pronto. ¿Cuál es el significado?

(Un discípulo lee): «La pregunta de Maharaja Pariksit sobre cómo el alma espiritual empieza su vida material, a pesar de estar aparte del cuerpo y la mente materiales, se responde a la perfección. El alma espiritual es distinta del concepto material de la vida, pero se encuentra tan absorta en ese concepto material porque está siendo influida por la energía externa del Señor, atma-maya. Esto ya se explicó en el Canto Primero en relación con la comprensión que tuvo Vyasadeva del Señor Supremo y Su energía externa. El Señor controla la energía externa y las entidades vivientes son controladas por la energía externa».

Prabhupada: Krishna dice, mam eva ye prapadyante mayam etam taranti te: «Tan pronto como alguien se entrega a Mí, se acaba la ilusión». La gente está supeditada, enjaulada. Los mayavadis, o impersonalistas, llevan a cabo austeridades y penitencias para liberarse. Los yoguis también tratan de ser «uno».  Tantos, haciendo tantos esfuerzos. Pero el sencillo método es que, tan pronto como se entregan, ya no son caídos. «Era una ilusión. Estaba soñando. Le pertenezco a Krishna». Pensando así, la persona se libera de inmediato. De inmediato. En un segundo.

La liberación puede lograrse en un segundo, siempre que cumplamos la orden de Krishna. Sarva-dharman parityajya mam ekam saranam vraja. Esa es la posición. No somos caídos. Pensamos que lo somos. Tenemos, pues, que apartar esas tontas ideas. Entonces nos liberaremos.

¿Hay algún problema en comprender esto? Fíjense en la importancia de este verso. Está ahí, pero no lo están leyendo. Lean cada verso; leanlos cada día cuidadosamente. Esfuercense por asimilarlos, por comprenderlos, y lograrán más provecho: cada día cien metros hacia adelante. Son versos tan importantes. ¡Qué bien compuestos por Vyasadeva! Todo explicado en dos líneas. Esto se llama sastra.

Lee el significado.

(El discípulo lee): «La energía externa es controlada por el Señor, y las entidades vivientes son controladas por la energía externa, por la voluntad del Señor. Por lo tanto, aunque la entidad viviente es puramente consciente en su estado puro, se encuentra subordinada a la voluntad del Señor de ser influida por la energía externa del Señor. En el Bhagavad-gita (15.15) se confirma lo mismo; el Señor se encuentra presente en el corazón de cada entidad viviente, y toda la conciencia y olvido de la entidad viviente se ven influenciadas por el Señor».

Prabhupada: Ahora bien, la gente puede preguntar: «¿Por qué Krishna desde el corazón otorga un tipo de conciencia a unos y otro tipo de conciencia diferente a otros?». Se trata de Su bondad. Yo deseaba olvidar a Krishna, y Krishna me otorga la conciencia adecuada: «Muy bien, puedes olvidarme de este modo».

Los karmis, o materialistas ordinarios, los mayavadis y los pseudo yoguis, desean olvidar a Krishna. Y Krishna les da la inteligencia: «Muy bien. Me olvidarán así». Y si desean resucitar su relación con Krishna, Él les dará la inteligencia. Dadami buddhi-yogam tam yena mam upayanti te: «Yo te daré la inteligencia para venir a Mí». Ye yatha mam prapadyante. En la medida en que lo ansías, Krishna te concede la posibilidad.

Continúa leyendo.

(El discípulo lee): «La pregunta que automáticamente sigue es la de por qué el Señor influye sobre la entidad viviente tal conciencia y olvido. La respuesta es que el Señor, claramente, desea que toda entidad viviente goce de su pura conciencia como parte integral del Señor, ejecutando el servicio amoroso al Señor, tal como constitucionalmente le corresponde; pero como la entidad viviente es, también, parcialmente independiente, puede no desear servir al Señor, y tratar de ser independiente, como lo es el Señor. Todas las entidades vivientes no devotas, tienen el deseo de ser iguales al Señor y tan poderosas como Él, aunque carecen de la capacidad de serlo».

Prabhupada: La entidad viviente nunca será Dios, sin embargo, vemos que debido a la influencia de la energía ilusoria muchos piensan: «Yo soy Dios», o «me convertiré en Dios apretándome la nariz de este modo». Eso pasa, pero nunca serán capaces de ser Dios. Eso es imposible. Si todo el mundo pudiera llegar a ser Dios, qué necesidad habría de Dios.

Los karmis dicen: «Me haré millonario. Me haré billonario. Me haré jefe de estado. Me haré primer ministro». Luchan por lograr esas cosas.

Y el que los yoguis piensen: «Me haré Dios», no es más que otro tipo de esfuerzo. Es ilusión. Krishna puede otorgarles cierto éxito yóguico. En la India hay un bribón que hace aparecer oro. Y la gente le sigue: «Oh, es Dios, es Dios». Por hacer un poquito de oro se ha vuelto Dios.

Otro yogui hace que aparezcan dos rasagullas (dulces). Y haciendo aparecer dos rasagullas, que valen dos centavos, se vuelve Dios. ¿Se dan cuenta? Eso es la ilusión. Yo puedo comprar un par de rasagullas del mercado por dos centavos, y él se ha vuelto Dios por dos centavos. La gente piensa: «Oh, es Dios. Puede hacer que aparezcan rasagullas». No tienen juicio. Yo puedo preparar rasagullas en nuestra cocina. Pero los bribones piensan: «Oh, este yogui es maravilloso».

Krishna, pues, otorga a alguien algún poder, o siddhi yóguico, o perfección, y esa persona piensa: «Me he vuelto Dios». Y algunos aduladores piensan: «Oh, tú eres Dios». Tales yoguis padecen el mismo sueño que los karmis. Y tan pronto como sobreviene la muerte, todo se acaba, su divinidad, etc., todo. Y otro sueño: «Yo soy dog (perro)». Antes, «Yo soy God (Dios)», ahora «Yo soy dog (perro)». Eso está sucediendo.

Por eso, Bhaktivinoda Thakura ha dicho, (miche) mayar bose, jaccho bhese’: «¿Por qué te arrastran las olas de maya? Levántate». (Jiv) krsna-das, ei biwas, korle to ar duhkho nai: «Simplemente permanece centrado en este hecho: ‘Soy el sirviente eterno de Krishna’. Así no habrá más sueños». Y si permites que las olas te arrastren, Krishna te lo permite: «Muy bien, adelante. Déjate arrastrar».

¿Más?

(El discípulo lee): «Las entidades vivientes se encuentran ilusionadas por la voluntad del Señor porque deseaban ser Él. Como la persona que quiere ser rey sin poseer las características necesarias, de modo similar, cuando la entidad viviente desea ser el Señor, es colocada en una situación donde sueña que es el rey. Por consiguiente, el primer pecado espontáneo de la entidad viviente es convertirse en el Señor, y la voluntad consecuente del Señor es que la entidad viviente olvide su vida real y sueñe en el ámbito de la utopía donde puede convertirse en alguien similar al Señor. El niño llora para que la madre le de la luna, y la madre le da al hijo un espejo para tranquilizar al lloroso y fastidioso niño con el reflejo de la luna. De modo parecido, el sollozante hijo del Señor recibe un reflejo, el mundo material, para que lo domine como karmi y se olvide de su frustración de ser uno con el Señor. Ambos estados no son más que ilusiones oníricas. No hay necesidad alguna de descubrir cuándo fue que la entidad viviente deseó lo anterior. El hecho es que, tan pronto como lo deseó, quedó bajo el influjo de atma-maya, por orden del Señor. Por consiguiente, la entidad viviente en su situación material sueña erróneamente que esto es «mío», y este soy «yo». El sueño consiste en que el alma supeditada cree que su cuerpo material es el «yo», o piensa erróneamente que él es el señor y que todo lo que se relaciona con ese cuerpo material es «mío». Así, únicamente en sueños es que el error del «yo y lo mío» persiste vida tras vida. Esto continúa vida tras vida, en tanto la entidad viviente no sea puramente consciente de su identidad como parte integral subordinada del Señor.

«En su conciencia pura, sin embargo, no hay tal sueño errático, y en ese estado de conciencia pura, la entidad viviente no olvida que él nunca es el Señor, sino el sirviente eterno del Señor en amor trascendental».

Prabhupada: Muchísimas gracias.

 

Fuente: Back To Godhead © 1996

 

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