Atma-tattva Dasa
(Tal y como se lo narró Srimati Devi Dasi)

Los devotos querían adorar una Deidad del Señor en Su forma más feroz, pero al principio el escultor no estaba dispuesto a esculpirla.

El día 24 de marzo de 1984, a las 12:20 h, treinta y cinco hombres equipados con armas y bombas atacaron Sri Mayapur Chandrodaya Mandir, el centro de ISKCON en Mayapur, Bengala Occidental. Cuando los bandoleros intentaron llevarse a las Deidades de Srila Prabhupada y Srimati Radharani, los devotos valerosamente se enfrentaron a los atacantes. ¿Cómo iban a permitir los devotos que se llevaran a Srila Prabhupada y a Srimati Radharani? Ambos bandos dispararon tiros, y resultaron heridos en las dos partes. Se pudo rescatar a Srila Prabhupada, pero no ocurrió lo mismo con la Deidad de Radharani.

Las Deidades residentes del templo de Mayapur, Sri Sri Radha Madhava, acompañadas por las ocho sakhis, o gopis principales.

Este incidente perturbó en gran medida a los devotos. En otras ocasiones ya habían tenido que enfrentarse a la violencia y la hostilidad, y en esta ocasión los encargados deseaban una solución permanente. Uno de los directivos sugirió la instalación de una Deidad de Nrisimhadeva. La feroz encarnación de Krisna mitad hombre mitad león, que se adora, principalmente, como protector de los devotos. El dirigente citó un ejemplo: Cuando los bandoleros amenazaron a los devotos del Yoga-Pitha, el cercano lugar del nacimiento del Señor Chaitanya, Srila Bhaktivinoda Thakura y su hijo Srila Bhaktisiddhanta Sarasvati Thakura prestamente procedieron a la instalación de Sri Sri Laksmi-Nrisimhadeva (el Señor y Su consorte). No se volvieron a producir disturbios.

Otros devotos de Mayapur no se mostraron tan dispuestos a seguir el ejemplo. Según las normas de las escrituras el pujari, o sacerdote, del Señor Nrismhadeva debe ser célibe de nacimiento, y su adoración debe ser estricta y regulada. ¿Quién estaba preparado para adorarle?

A pesar de las dudas, los directivos me pidieron a mí y a un artista, Bhaktisiddhanta Dasa, que dibujáramos algunos bocetos. Dijeron que las piernas de la Deidad debían mostrarse dobladas, como si estuviera preparado para saltar. Su mirada debía dirigirse a todas partes con ferocidad. Sus dedos engarfiados y de Su cabeza debían brotar llamas. Hicimos un boceto de la Deidad, según las instrucciones, mostrando ese humor, el cual recibe el nombre de Ugra Nrisimha: «Nrisimha feroz».

A los devotos les gustó, y Pankajanghri Dasa accedió a adorarle. Radhapada Dasa, un devoto de Calcuta, estuvo dispuesto a patrocinar el tallado e instalación de la Deidad. Parecía que el advenimiento del Señor Nrisimhadeva en el centro de ISKCON de Mayapur no sería otra cosa que un asunto inmediato. Radhapada Dasa en pocos días reunió 130.000 rupias y nosotros hicimos los planes necesarios para que la instalación pudiera llevarse a cabo en tres meses.

Yo me dirigí al sur de la India para que empezaran el trabajo. Por la gracia de Krishna pronto encontré un famoso sthapathi, o escultor de Deidades. El hombre se mostró de acuerdo hasta que mencioné que la Deidad que queríamos era la de Ugra Nrisimha. De forma solemne rehusó hacer tal Deidad. Luego me acerqué a otros escultores de Deidades y la respuesta siempre fue la misma: no.

Después de seis meses y varios viajes al sur de la India, todavía no se había manifestado la forma de la Deidad del Señor Nrisimhadeva. Radhapada Dasa se mostraba ansioso por ver instalada la Deidad en Mayapur, y me pidió que visitara de nuevo al primer sthapati y volviera a presentarle nuestro caso.

Esta vez el escultor se mostró algo más receptivo y se ofreció a leerme un capítulo del Silpa-sastra, la escritura védica dedicada a la escultura, la arquitectura de los templos y su ingeniería. Leyó en voz alta algunos versos que describían la forma del Señor Nrisimhadeva: Su llameante melena, Su mirada pesquisidora y Su postura, rodillas flexionadas, un pie adelantado como si estuviera dispuesto a saltar desde el interior de un pilar.

Yo estaba atónito. Era exactamente lo que nosotros queríamos. Le mostré el boceto que yo había hecho. Él se mostró impresionado y se ofreció a dibujar un bosquejo basado en la descripción de las Escrituras. Podríamos utilizar ese bosquejo como guía para la talla de la Deidad. Sin embargo, me recordó que él no iba a esculpirla.

El sthapati tardó una semana en hacer el boceto y este resultó impresionante. Regresé a Mayapur y mostré el boceto a las autoridades del templo. Todos estuvieron de acuerdo en que este sthapati había de ser el que esculpiera la Deidad. De nuevo regresé al sur de la India con la misión de convencerle.

Cúpula del templo de Mayapur.

Fui directamente a la casa del sthapati. Me sentía muy ansioso. ¿Qué otra cosa podía hacer más que rogarle al Señor Nrisimhadeva que fuera misericordioso y estuviera de acuerdo en manifestarse en nuestro templo en Sridham Mayapur? No había dicho ni dos frases seguidas cuando el hombre me informó que estaba dispuesto a tallar la Deidad.

El sthapati había acudido a hablar con su guru, el Sankaracharya de Kanchipuram, al respecto de la Deidad. Su guru le había respondido de inmediato:

―No lo hagas. Tu familia puede quedar destruida.

Pero luego, después de un instante de reflexión, el guru preguntó

―¿Quién te ha pedido que talles esta Deidad? ―Cuando se enteró que habían sido los Hare Krishna de Mayapur, mostró su preocupación―. ¿Quieren Ugra Nrismha? ¿Son conscientes de las dificultades de tallar e instalar Ugra Nrisimha? Esas Deidades las tallaban hace tres mil años sthapatis muy elevados. Hay un lugar en el camino a Mysore donde se instaló un Ugra Nrisimha muy feroz. El demonio Hiranyakasipu yace desgarrado en Su regazo, y sus intestinos se desparraman por todo el altar. Durante una época, la altura de la adoración llevada a cabo era muy grande, con una procesión de elefantes y un festival cada día. Pero gradualmente decayó. En la actualidad aquel lugar es como una ciudad fantasma. Toda la ciudad ha quedado desierta. Nadie es capaz de vivir en aquel lugar. ¿Es eso lo que buscan para su proyecto?

El sthapati replicó:

―No paran de insistir. Vienen constantemente a hablarme de la Deidad. Aparentemente han tenido dificultades con los bandoleros.

Mostrándole el boceto de la Deidad que había hecho le dijo:

―Esta es la Deidad que quieren.

El guru agarró el boceto y lo miró con una mirada de complicidad.

―Ah, se trata de la categoría ugra ―contestó―. Pero una Deidad de esta categoría particular recibe el nombre de Sthanu Nrisimha. No existe en este planeta. Ni tan siquiera los semidioses de los planeas celestiales adoran una Deidad de este tipo. Sí, esta Deidad pertenece a la categoría ugra. Ugra significa «feroz, muy furioso». En esta categoría hay nueve formas. Todas muy feroces. La que ellos quieren recibe el nombre de Sthanu Nrisimha: saliendo del pilar. No. No talles esa Deidad. No te será favorable. Ya hablaré contigo de esto más adelante.

Unas noches después el sthapati tuvo un sueño en el cual su guru se le acercaba y le decía: «Si es para ellos puedes tallar Sthanu Nrisimha».

La mañana siguiente recibió una carta en mano que venía de Kanchipuram. La carta del Sankaracharya, contenía algunas instrucciones relativas a unas restauraciones en el templo. Contenía una nota. Decía: «Puedes tallar esa Deidad si es para ISKCON».

Yo me sentí lleno de ventura. Le hice un pago en depósito y le pregunté cuanto tardaría en tallar la Deidad. Me respondió que la Deidad estaría lista para Su instalación en seis meses. Regresé a Mayapur.

Después de cuatro tranquilos meses en Mayapur, decidí regresar al sur de la India para comprar los pesados utensilios en latón necesarios para la adoración de Nrisimhadeva y después recoger la Deidad. El viaje no tuvo contratiempo alguno hasta que visité al sthapati. Le expliqué que había comprado todo lo necesario para la adoración y que había venido a recoger la Deidad.

Me miró como si estuviera dirigiéndose a un demente:

―¿Qué Deidad? ―exclamó―. ¡Si ni siquiera he encontrado la piedra apropiada!

No podía dar crédito a mis oídos.

―Pero usted me dijo que estaría lista en seis meses.

―Y cumpliré esa promesa ―respondió―, seis meses después de que encuentre la piedra estará la Deidad lista para Su instalación.

La respuesta fue dicha en tono solemne, pero yo era incapaz de comprender y de aceptar el retraso. Frustrado le argüí:

―Hay piedras fantásticas por todo el sur de la India. ¿Qué problema hay?

Me miró como suelen hacerlo los maestros con sus alumnos más lerdos y respondió en tono intencional:

―No estoy haciendo un mortero de piedra. Estoy tallando una Deidad. Las Escrituras dicen que para hacer una Deidad de Vishnu solamente puede utilizarse una piedra que tenga vida. Cuando se golpean siete lugares de la piedra y cada uno de ellos hace el sonido mencionado en las Escrituras, entonces es posible que esa piedra sea la idónea. Pero hay una segunda prueba para indicar si dicha piedra esta viva o no. Hay un insecto que come granito. Si atraviesa la piedra dejando un rastro visible, la piedra habrá superado la segunda prueba. Esa piedra es una piedra viva, y es posible manifestar en ella expresiones. Solamente a partir de una piedra de esas características puedo esculpir su Nrisimhadeva. Una piedra así declama poesía. Todos los rasgos de una Deidad tallados en una piedra con esas características estarán llenos de expresividad y serán hermosos. Por favor, sé paciente. He estado buscando con toda sinceridad esa piedra de dos metros.

Me encontraba lleno de asombro y un poco preocupado. Los devotos de Mayapur esperaban la llegada de la Deidad. ¿Cómo explicarles lo de la «piedra viva»? A lo mejor decidían hacer un Nrisimhadeva de mármol. Pasé a lo que creía iba a ser un asunto más sencillo:

―Por favor discúlpeme, pero olvidé decirle la última vez que nos vimos que también queremos una deidad de Prahlada[1]. Nosotros queremos adorar Prahlada-Nrisimhadeva. ¿Qué piensa usted?

―No creo que sea posible.

Me respondió de manera realista. Le miré con incredulidad, sin saber qué responder. Él sonrió y continuó:

―Ustedes desean que todo se lleve a cabo siguiendo las Escrituras. Su Nrisimhadeva tendrá un metro veinte de altura. Comparativamente hablando, el tamaño de su Prahlada tendría que ser el de una ameba.

―Pero nosotros queremos que Prahlada tenga treinta centímetros de estatura ―repliqué.

―De acuerdo, ―contestó el sthapati―. Eso significa que su Nrisimhadeva tendrá unos treinta y seis metros de altura.

Empezamos a discutir sobre la forma de Prahlada Maharaja. Por último el sthapati accedió con resignación a hacer un Prahlada Maharaja de treinta centímetros. Al menos tenía algo que informar a Mayapur.

Deidad de Prahlada Maharaja que acompaña a Ugra Nrisimha en Mayapur.

A los dos meses regresé al sur de la India. No se había avanzado. Estuve viajando de Mayapur al sur cada treinta o cuarenta días. Por último apareció la piedra y el sthapati se transformó. Durante una semana apenas apareció por su casa. Hora tras hora, día tras día se lo pasó contemplando la piedra. Tenía un pedazo de tiza en la mano pero no dibujó nada. No permitió que sus operarios hicieran otra cosa que darle forma rectangular. En la siguiente visita que le hice ya tenía un boceto dibujado sobre la piedra. Eso era todo, Yo estaba preocupado y los directivos de Mayapur impacientes.

Desesperado le pregunté:

―¿Está seguro que la Deidad estará lista en seis meses?

―No te preocupes. El trabajó estará a punto.

Regresé a Mayapur y de allí me enviaron de regresó al sur para comprobar algunos detalles de la Deidad. Me encontré al sthapati trabajando en la piedra con intenso cuidado y dedicación…

La piedra ya no era tal y se distinguía la forma. El sthapati estaba haciendo los brazaletes. Tardó dos semanas en tallarlos. Todos los rasgos eran tan refinados y delicados. Yo estaba feliz e impresionado.

Imágenes del esculpido de la Deidad de Ugra Nrisimha.

El sthapati estuvo algo más de doce meses para finalizar el tallado de la Deidad. Cuando finalizó el trabajo no me lo hizo saber y se fue a visitar unos amigos durante algunos días. Era la estación del mozón, y no había visitas, por lo tanto pensó que era suficiente medida de seguridad el colocar al Señor Nrisimhadeva en una cabaña tejada de paja. Dos días después sus vecinos fueron a buscarle para informarle de que la cabaña se había incendiado. A pesar de las intensas lluvias, el techo de rafia de coco estaba en llamas. El sthapati corrió hasta el lugar y descubrió que la cabaña se había quemado por completo pero el Señor Nrisimhadeva estaba intacto.

Me llamó por teléfono de inmediato.

―Por favor ven y llévate la Deidad. Lo está quemando todo. ¡Nos ha dejado claro que quiere irse ya!

Yo viajé emocionado hasta el sur, alquilé un camión que llené hasta la mitad de arena. Llegué al estudio del sthapati pensando que esta etapa final iba a ser sencilla. Neciamente, había olvidado que el Señor Nrisimhadeva era una personalidad muy pesada. ¡Pesaba una tonelada! Después de dos o tres horas nos las arreglamos para llevar la Deidad desde la cabaña hasta el camión.

Necesitábamos, para poder cruzar la frontera de Tamil Nadu sin dificultades, un permiso policial, documentos firmados por el Departamento Central de Impuestos sobre la Venta, el Director Arqueológico y el Consejo de Asuntos Artísticos. Todos los funcionarios exigieron ver la Deidad antes de firmar los papeles. Una vez vista la Deidad todos se mostraron eficientes y dispuestos a colaborar. En veinticuatro horas reunimos todos los papeles, un milagro dado el habitual laberinto burocrático de los despachos públicos en la India. El viaje de regreso a Mayapur se caracterizó por la ausencia de contratiempos y la placidez. Era indiscutible que nuestro protector nos acompañaba.

Por lo general, el sthapati acude a la ceremonia de instalación, entra en la cámara de la Deidad y talla los ojos de la Deidad. Esto recibe el nombre de netra-nimilanam, «abrir los ojos». Pero nuestro sthapati ya los había tallado. También había llevado a cabo el prana-prathista (instalación del aliento vital) y la adoración de la Deidad. Estoy seguro que debido a eso se consiguieron con tanta facilidad todos los permisos y el transporte del Señor fue tan sencillo. El Señor ya se encontraba presente. ¿Y quién se atrevería a negarle nada al Señor?

La instalación del Señor Nrisimhadeva duró tres días (del 28 al 30 de julio de 1986). Recuerdo que me sentía receloso de que la ceremonia de instalación fuera demasiado sencilla. Las serias advertencias hechas por el Sankaracharya de Kanchipuram me habían impresionado hondamente. Pero mi mente pronto se vio tranquilizada por el enérgico y dinámico kirtana. El sankirtana-yajña, el canto de Hare Krishna, la única riqueza real de Kali-yuga, dominaba la escena. Me sentí animado y satisfecho. El Señor Nrisimhadeva, protector de la misión de sankirtana, por fin había decidido manifestarse en Sri Mayapur Chandrodaya Mandir.

 

Back To Godhead © 1996

 

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  1. wow, que impresionante historia. La lei practicamente sin pestañar. Hare Krishna

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