Satyaraja Dasa
Mediante Su ejemplo e instrucciones, Chaitanya Mahaprabhu enseñó los principios más elevados del rasa, o tratos amorosos entre Dios y Sus devotos.
Última entrega de la serie de cinco dedicada al Siksastaka, «Ocho enseñanzas» del Señor Chaitanya. La serie es el resultado de adaptar unas conferencias dictadas en la Biblioteca Pública de Nueva York a un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia.
Sexta, séptima y octava enseñanzas
nayanam galad-asru-dharaya
vadanam gadgada-ruddhaya gira
pulakair nicitam vapuh kada
tava nama-grahane bhavisyati
«¡Oh mi Señor!, ¿cuándo se adornarán mis ojos con un flujo constante de lágrimas de amor al cantar Tu santo nombre? ¿Cuándo se ahogará mi voz y se erizarán los vellos de mi cuerpo al recitar Tu nombre?».
Chaitanya Mahaprabhu se refiere a sattvika-bhavas, o las transformaciones corporales extáticas que se producen cuando se revela el amor por Dios. El Chaitanya-charitamrita nos informa que las lágrimas, el orgullo, la alegría, el desmayo, la locura, los temblores, la paciencia, la humildad, la melancolía, las transpiraciones, los vellos erizados y el vacilar al hablar son síntomas naturales del amor extático hacia Dios. Estos síntomas hacen que el devoto baile e incluso flote en un océano de bienaventuranza trascendental.
A menudo tales síntomas se producen mientras el adepto canta el santo nombre del Señor. Pero puede que el adepto disimule los síntomas para no confundir al practicante neófito. Rupa Gosvami, en su Bhakti-rasamrta-sindhu, enumera científicamente los sattvika-bhavas de manera que cada devoto pueda averiguar su propio nivel de progreso.
En este verso, Chaitanya Mahaprabhu habla de tres sattvika-bhavas en particular, representantes del resto. Nayanam galad-asru-dharaya: torrentes de lágrimas que fluyen de los ojos. Luego, vadanam gadgada-ruddhaya gira: la voz tiembla; se ahoga. Y pulakair nicitam vapuh: los vellos se erizan. Un devoto puede mostrar estos síntomas. Como dice Chaitanya Mahaprabhu en este verso, kada… bhavisyati: «¿Cuándo se hará realidad?».
La respuesta, desde luego, es que esos síntomas se producen cuando se está llegando al amanecer del verdadero amor: bhava. De otro modo, sólo hemos experimentado los homólogos materiales. Llanto, voz temblorosa, vellos erguidos: esos fenómenos tienen sus homólogos materiales, asociados por lo general al sentimentalismo y a las emociones exageradas. Pero los sattvika-bhavas descritos aquí son muy distintos. Son totalmente espirituales, y alguien adecuadamente educado en las Escrituras, a las órdenes de un maestro espiritual genuino, puede reconocer la diferencia.
Pregunta: ¿Es en verdad algo de tanta importancia? Pongamos por caso que alguien confunde esos síntomas de éxtasis como algo material. ¿No continuará progresando en su vida espiritual? ¿Qué cambia? No entiendo por qué se le da tanta importancia.
Satyaraja Dasa: Se trata de una ciencia. Y como ocurre en las demás ciencias, hay ciertas leyes que se cumplen. Los sattvika-bhavas demuestran que estás progresando. De otro modo, ¿cómo podrías saber si estás progresando espiritualmente o si sólo se trata de un engaño? Puede que te hayan lavado el cerebro.
Analizando de manera científica los rótulos o señales que se pueden ver a lo largo del camino, los seguidores de Chaitanya Mahaprabhu han hilvanado de manera metódica una ciencia espiritual objetiva. Para el que recibe la formación adecuada, es virtualmente imposible ser engañado. El que persigue la vida espiritual de forma adecuada, según las directrices de los Gosvamis, sabrá exactamente lo que significan los sattvika-bhavas. Sabrá si lo que siente es una emoción espiritual auténtica o sus homólogos mundanos.
Puede que haya quienes no den valor alguno a esos síntomas de amor extático. En la India hay un grupo de pseudo devotos conocidos como prakrta sahajiyas, que desvirtúan todo el proceso al hacer de ello un espectáculo mundano y a veces histérico de afecto y fanatismo externo exagerados. No hay que tratar de alcanzar los síntomas extáticos artificialmente. Se trata de un proceso, no de un espectáculo.
El objetivo más codiciado
Así que mediante una práctica estricta, denominada vaidhi-sadhana, es posible alcanzar gradualmente el nivel del amor por Dios, y cuando aparece la pasión espiritual adecuada (raga), se alcanza el nivel más elevado llamado prema-bhakti. Pero eso no es algo gratuito, no se logra muy fácilmente. Ese es el objetivo definitivo de la existencia.
En cuanto alguien prueba prema-bhakti, aunque se trate de un solo instante, nada podrá sustituirlo. Eso es lo que importa. Esa es la prueba de que se trata de lo más elevado. Todos los distintos trascendentalistas se muestran ansiosos por obtener prema-bhakti. Los burdos materialistas, desde luego, tienen su propia medida del placer: placeres ordinarios, insatisfactorios, placeres que resultan dolorosos a la larga. Esa es la variedad más baja.
Hay un nivel superior de placer material. Superiores a los materialistas burdos son los jñanis, aquellos que se encuentran situados en una plataforma más sutil, algo más refinada. Su placer, al ser de carácter intelectual, es más sofisticado y, por lo general, también es más duradero.
Aún más elevado es el placer del impersonalista, denominado brahmananda. Aquí es donde empieza la felicidad espiritual.
Pero el objetivo más codiciado es prema-bhakti, amor por Krishna, y todos los demás, ya sea consciente o inconscientemente, van tras el placer intenso que proviene del genuino estado de la conciencia de Krishna. Ese placer es tan intenso que, una vez probado, ya no es posible vivir sin él. Es enloquecedor. En particular, el sentimiento de separación de Krishna se describe calificándolo de irresistible.
Pero estamos adelantándonos. El arrebato divino de la separación, denominada viraha-bhakti, se revelará en el siguiente verso de las oraciones Siksastaka:
yugayitam nimesena
caksusa pravrsayitam
sunyayitam jagat sarvam
govinda-virahena me
«¡Oh, Govinda! Al sentir Tu ausencia, considero que cada segundo es como doce años o más. De mis ojos fluyen torrentes de lágrimas, y siento que en Tu ausencia el mundo está vacío».
En este verso, el séptimo de Chaitanya Mahaprabhu, se nos permite contemplar la guerra interna de un alma que se acerca a los más altos niveles de perfección. Como Chaitanya Mahaprabhu, en los versos anteriores, hacía el papel de un alma que aspira por la perfección, aquí muestra a una que saborea las primeras etapas de la conciencia de Krishna genuina, del amor por Dios. Aquí continúa refiriéndose a viraha-bhakti, o «devoción en separación». Es lo más elevado. Cuando se alcanza algún nivel, aunque se trate de un nivel módico de realización sobre el sendero del amor puro por Dios, se experimentan dos estados: sambhoga, o «devoción en la unión», y vipralambha (también llamado viraha-bhakti), o «devoción en la separación». Este último nivel es superior, pues la unión se ve realzada por la separación. La separación es el ingrediente primordial de la intensidad, incluso habiendo unión.
Por ejemplo, en una ocasión cuando Radha y Krishna estaban juntos desempeñando Sus pasatiempos divinos, un enorme abejorro negro se acercó volando. Pues bien, a veces a Krishna se le llama Madhusudana porque eliminó al demonio de nombre Madhu. Pero a los abejorros también se les llama Madhusudana, pues madhu es uno de los nombres de la «miel».
Cuando Krishna vio el abejorro, dijo bromeando:
―Radha, ¡cuidado! ¡Ese abejorro puede picarte!
Radharani se asustó y se apresuró a buscar el resguardo de los brazos de Krishna. Al hacerlo, Krishna volvió a tomarle el pelo, haciendo un juego de palabras con Sus propios nombres.
―Oh, Radha ―dijo Krishna―, ya no tienes que temer nada. Madhusudana ya se ha ido.
Por supuesto, Krishna se refería al hecho de que el abejorro había desaparecido, pero cuando Radha meditó en el otro significado considerado (que Krishna se había ido), cayó bajo la influencia de vipralambha-bhava, o el humor amoroso de la separación, aunque estaba entre los brazos del propio Krishna.
Y esa es, pues, la intensidad del amor en separación. Radha apreció aún más a Krishna cuando empezó a considerar Su ausencia.
Chaitanya Mahaprabhu empieza el séptimo verso llamando Govinda, «el que complace los sentidos», a Krishna. La separación de Krishna arremete los sentidos de Chaitanya Mahaprabhu, por ello se refiere a Él llamándole con el nombre específico de aquel que complace los sentidos.
También en este mundo se ven agredidos nuestros sentidos por la separación. Cada partícula de nuestro cuerpo nos duele. No podemos comer, no podemos dormir: se llama nostalgia. Todos la hemos padecido. En pocas palabras, puede volvernos locos. Y la separación intensa puede llevar a la locura. Yo me atrevería a decir que la mayoría de las locuras se deben a la separación. Los materialistas enloquecen debido a su separación de los objetos de su satisfacción sensual. Muere su esposa, fracasa su negocio, pierde el dinero o la casa. Se ve apartado de todas esas cosas, y le duele. Esa es la separación material, y es intensa. Vuelve loca a la gente.
Arrebato divino
Pues bien, la separación espiritual conduce al arrebato divino, o divya-mada, y Chaitanya Mahaprabhu es el mejor ejemplo. Pero algo que es singular respecto de la separación espiritual y el arrebato divino es que no suponen ninguna experiencia horrible. La separación espiritual está situada en la plataforma de lo absoluto, y eso significa que la separación espiritual y la unión no son más que las dos caras de una misma moneda. Son simples variaciones en el logro espiritual del placer de Krishna.
Aun así, la separación espiritual enloquece de amor al devoto, y por ello Chaitanya Mahaprabhu pide alivio pues es muy intenso: «¡Oh, Govinda!, ¡por favor alivia Mis sentidos!».
Pregunta: Pero, ya que es parte del trato divino entre Krishna y Su devoto, ¿por qué debe anhelar tanto el devoto? Él sabe que el Señor Supremo es misericordioso. Sabe que, eventualmente, acabarán reunidos, que el Señor sólo lo está seduciendo con esa separación.
Satyaraja Dasa: Sí. Eso estaba a punto de explicar. Tengan en cuenta que el conocimiento no lo es todo. La relación espiritual, rasa, supera al conocimiento. Como el ejemplo de Radharani y el abejorro. Ella era consciente de que Krishna estaba allí entre Sus brazos. Tenía la constancia experimental. Y, sin embargo, Sus emociones la arrastraron a vipralambha-rasa, la separación. ¿Por qué? Porque es lo más dulce. El objetivo más codiciado. Sólo cuando se aprecia realmente a Krishna es posible apreciar el humor de separación y todo lo que dicho humor ofrece.
Pregunta por qué ha de tomarse tan en serio la separación, a pesar de la certeza de que nos uniremos al Señor a su debido tiempo. Le he dado una respuesta. Le he expuesto ese conocimiento, pero no es suficiente. Otra perspectiva es la revelada por Chaitanya Mahaprabhu en este mismo verso. Cuando se anhela reunirse con el Señor, que se denomina sambhoga-rasa, cada momento parece durar un milenio (yugayitam). Parece interminable. En otra parte, Chaitanya Mahaprabhu dice que parece «como si el día nunca acabase».
Un yuga suele definirse a veces como un período mínimo de doce años, por eso al traducir este verso Srila Prabhupada ha escrito: «Cada momento parece como doce años o más». Pero, por lo general, el término yuga se refiere a muchos miles de años. Por eso Chaitanya Mahaprabhu pide alivio para esta prolongada espera. «¡Quiero reunirme con Krishna ahora! Ya no puedo más». Ese es su humor.
Así que el sentimiento de urgencia es lo que provoca que el devoto se tome la separación muy en serio.
Pregunta: ¿Es en este momento de la evolución espiritual que se producen los síntomas extáticos?
Satyaraja Dasa: Sí. Eso mismo se revela también en este verso. Chaitanya Mahaprabhu dice que por culpa de esta separación, experimenta pravrsayitam: lágrimas que fluyen de sus ojos como torrentes de lluvia. Se trata de un síntoma de éxtasis. Dice que Sus ojos se vuelven varsara megha-praya: como nubes de la estación de las lluvias. Las lágrimas de los grandes devotos son como las lluvias monzónicas. Recuerdo una analogía tradicional: En la India, cuando hace calor se resecan las refrescantes aguas —en especial los pequeños estanques—, lo cual provoca el marchitamiento de los lotos que allí florecen. Se compara a los devotos con esos lotos, pues sienten un marchitamiento similar debido a la separación del Señor. Pero los grandes devotos lloran debido a la separación como las lluvias monzónicas y, así, refrescan a sus lotos hermanos y hermanas, los novicios de la conciencia de Krishna.
El fuego de la separación
A veces el devoto que sufre la separación siente como si lo consumiera lentamente un fuego terrible. Pero sabe que Krishna no desea su sufrimiento, y por ello el devoto sincero por lo general razona: «Krishna actúa así para probar mi amor». Este es, en especial, el humor de Srimati Radharani, la devota en separación por excelencia.
Pero Radharani llega hasta el extremo de afirmar: «¡Quizá fuera mejor no hacerle caso! Si Krishna Me somete a tales pruebas, no quiero saber nada de Él».
Eso es un ejemplo de indignación espiritual, denominado mana en sánscrito. Por supuesto, tan pronto como Radha siente esta emoción, queda asediada por emociones entremezcladas. Las características genuinas de Su amor natural se vuelven a manifestar en Su puro corazón. Los variados síntomas extáticos de celo, envidia, impaciencia, humildad y súplica se manifiestan todos a la vez. En ese exaltado humor, la mente de Radharani se perturba, en sentido trascendental, y habla inequívocamente a Sus amigas las gopis, las doncellas vaqueras de Vrindavana. Chaitanya Mahaprabhu pronuncia el siguiente verso, el último verso del Siksastaka, con ese mismo espíritu. Lo cierto es que cuando este verso salió de Sus labios, se encontraba totalmente dominado por la identidad de Radharani.
aslisya va pada-ratam pinastu mam
adarsanan marma-hatam karotu va
yatha tatha va vidadhatu lampato
mat-prana-nathas tu sa eva ampara
«A nadie, sino a Krishna, reconozco como Mi Señor, y Él permanecerá como tal aunque Me trate rudamente con Su abrazo o Me deje con el corazón destrozado apartándose de Mi vista. Él es totalmente libre para hacer cualquier cosa, pues Él será siempre Mi Señor adorable de manera incondicional».
Chaitanya Mahaprabhu, en el humor de Radharani, afirma que Krishna siempre es mat-prana-nata, «el Señor de Mi vida». Eso es así aunque Le abrace fuertemente o lo estruje, o destroce Su corazón al no estar presente ante Él. Una vez más, nos enfrentamos a sambhoga y vipralambha; en la unión o en la separación, Chaitanya Mahaprabhu permanece fiel al Señor de Su existencia. Este es el nivel de dedicación exigido para obtener el destino supremo.
En el intenso estado emocional del arrebato divino de Srimati Radharani, Chaitanya Mahaprabhu llama a Krishna lampatah, es decir, un «libertino que se junta con otras mujeres». En otros términos, es consciente de la naturaleza astuta de Krishna. Como la Personalidad Suprema, e independiente Señor, Krishna puede hacer lo que guste, y el devoto siempre es consciente de ello. Tal independencia mostrada por Krishna aumenta la emoción de la relación. El Señor Krishna no está obligado a mostrar Su misericordia: podría no hacerlo. Pero, por supuesto, siempre lo hace. Esta paradójica maravilla aporta emoción a la vida espiritual.
Esta emoción la sienten de manera especial las gopis. Las gopis, cuyo ejemplar amor se resume en Srimati Radharani, aman a Krishna sin importarles como las trate. Por supuesto, Sri Krisna no se aprovechará de ellas en ningún momento. Esa es la diferencia entre el amor material y el espiritual. Cuando esa fidelidad absoluta se manifiesta en este mundo, da lugar al peor tipo de credulidad. Por lo general, se hiere y explota. Pero las gopis son espirituales, y han dedicado totalmente sus vidas a Krishna, el Espíritu Supremo.
Aun así, Krishna pareció abandonar Vrindavana, y aunque Se quedó en un estado no manifiesto, fue, mediante Su porción plenaria Vasudeva, a Mathura. Esto hizo que las gopis sintieran el corazón destrozado. «¿Regresará Krishna alguna vez?» se preguntaban. Y solían gritar llamándole: «¿Dónde estás Krishna? ¡Krishna! ¡Krishna! ¿Dónde estás?».
Curar nuestra amnesia
Aquí se cierra el círculo: volvemos al canto. Los gritos de amor de las gopis son la perfección del canto. Y nuestro propio rezo o canto tiene como finalidad evocar gradualmente el recuerdo de que nosotros también estamos buscando a Krishna. «Krisna, ¿dónde estás?». Ese es también nuestro estribillo original, y cantar facilita el esclarecimiento de nuestra memoria. Cura nuestra amnesia espiritual.
Las gopis, por culpa de su intensa separación de Krishna, sintieron que su corazón estaba destrozado, lo mismo que afirma Chaitanya Mahaprabhu en este verso. Tras la marcha de Krishna de Vrindavana, pasaron el resto de sus vidas sintiendo una profunda separación de Él. En ese estado, sintiendo la separación, desde luego, Le recordaban constantemente. Esto recibe el nombre técnico de lila-smaranam, y es un estado muy avanzado. De este modo, las gopis se reunían con su amado Señor Krishna, experimentando sambhoga incluso en medio de vipralambha.
En su separación, el amor de las gopis por Krishna no disminuyó ni un ápice; en vez de ello, se volvió aún más intenso. Ese es el fin del amor en separación, y esa es la razón por la que Krishna permite que Sus devotos atraviesen una experiencia trascendental tan desesperante. Aumenta su amor. Si un pobre logra, mediante sus esfuerzos, acumular riquezas, las aprecia en su justo valor. Lo que es más, si de repente las pierde, estará pensando en ellas las veinticuatro horas del día. De modo similar, para aumentar el amor de Sus devotos, Krishna a veces parece como si desapareciera de su vista, pero en vez de olvidarlo, descubren que sus sentimientos trascendentales amorosos aumentan.
Eso es verdadero amor. A pesar del abuso, abandono, indiferencia y toda clase de maltratos generalizados, el amor aumenta sin cesar. Hablamos de entrega y sumisión absolutas y desinteresadas. Es realmente distinto de la sumisión material, que siempre tiene el peligro de sufrir explotación. Krishna nunca se aprovecha de nosotros; siempre es nuestro amigo.
Cuando Chaitanya Mahaprabhu vivía en Puri, siempre estaba ensimismado meditando en los sentimientos de separación que las gopis sienten alejadas de Krishna. Y por mediación de Su ejemplo enseñó la adoración a Krishna en separación, el más alto ejemplo de sumisión y amor. Él ofreció en Sus oraciones Siksastaka las mismas enseñanzas, que fueron recogidas en el Chaitanya-charitamrita y el Padyavali de Rupa Gosvami. Los demás Gosvamis también recogieron en sus escritos estas mismas enseñanzas. Afortunadamente, las enseñanzas han sobrevivido hasta el día de hoy, y por ello todo el mundo moderno está en deuda con la vida y los esfuerzos de Srila Bhaktivinoda Thakura, Srila Bhaktisiddhanta Sarasvati Thakura, y, por supuesto, Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada.
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