Patita Pavana Dasa Adhikari

Un peregrino occidental encuentra una rara y casi desconocida ermita construida en honor de la encarnación guerrero del Señor Krishna.

«Ustedes son los descendientes de los ksatriyas [guerreros] que huyeron del hacha del Señor Parasurama». Esas palabras me llenaron de asombro. Era 1971, y yo estaba sentado a los pies de Srila Prabhupada, mi maestro espiritual. Él estaba sentado como un rey sobre el santo vyasasana (la silla del guru), hablando a una multitud que se había reunido en el templo de ISKCON en Brooklyn. Me detuve a reflexionar que de un modo u otro Srila Prabhupada tenía la facultad de decir cosas asombrosas, nunca oídas, con tanta seguridad que los oyentes percibían de inmediato que lo que estaban escuchando era cierto. Y yo me encontraba emocionado de estar escuchando, aprendiendo y comprendiendo la conciencia de Krishna, todo a la vez. Sentado a los pies de loto de Su Divina Gracia, podía ver que sus habilidades no sólo procedían de su elevada realización interior, sino de un poder que descendía de la sucesión discipular, como la electricidad que recorre un cable.

Por toda Europa y Asia

Srila Prabhupada continuó explicando como el Señor Parasurama, una encarnación del Señor Supremo Sri Krishna, derrotó en solitario vastos ejércitos de guerreros nómadas, saliendo victorioso en todos los encuentros. Muchos de los ksatriyasescaparon y viajaron hacia el occidente por toda Asia, asentándose en algunas zonas de Europa. Después me di cuenta de que eso explicaba la influencia del sánscrito en los idiomas europeos –germánicos o romances- y sobre los nombres de los países y regiones europeas.

Parasurama, encarnación del Señor Supremo Sri Krishna.

Con unas pocas frases emocionantes, Srila Prabhupada nos había situado a todos nosotros, occidentales, en su cultura y civilización védica. Rebeldes de los sesenta, ahora se nos entregaba una identidad de la que podíamos estar orgullosos.

En unos años me sentí muy atraído por la India. Viajaba en autobús y tren atravesando Europa y la zona occidental de Asia, haciendo el viaje contrario de mis pasados «ancestros». Iba lentamente, guardando las palabras de Srila Prabhupada en mi mente y buscando en Francia, Italia, Turquía, Irán y Afganistán los posibles vestigios de la cultura védica, que los ksatriyaspudieron haber traído consigo al establecerse en aquellos lugares en eras anteriores. No sería exagerado afirmar que vi cientos de estos vestigios por todo el camino.

Sri Parasurama Mandir, en los Himalayas.

En la India aprendí que los templos y lugares santos conectados con la adoración del Señor Parasurama eran muy raros. En la ciudad de Uttar Kashi, en los Himalayas, considerada como el «Benarés del norte», descubrí un Sri Parasurama Mandir muy pequeño, exactamente sobre el famoso templo de Ekadasa Rudra, «las once formas de Siva». Un sadhu viajero me dijo que como Señor Parasurama había realizado penitencias en aquel lugar, se levantó aquella pequeña ermita en Su honor hacía varios siglos atrás. Añadió que él no sabía que existieran otras ermitas dedicadas a Sri Parasurama aparte de una, un Parasurama Kunda (lago) en Assam. (Desafortunadamente, pocos años después el río Brahmaputra inundó el área, y hacia finales de 1970 se perdió la ermita de Assam).

Sentado ante la deidad del Señor Parasurama rezando Hare Krishna en mi rosario, los picos nevados de los Himalayas por arriba y el fragor del Ganga por debajo, sentí una fuerte reverencia hacia esta encarnación de Krishna. Después de todo, cualquier demonio matado por el Señor Supremo recibe moksa, o la liberación. Como mis antepasados son europeos y, por consiguiente, de raíces ksatriya, es posible que mis antepasados fueran liberados por el Señor del hacha hace millones de años.

Sólo tuve que esperar unos meses antes de descubrir la versión completa que el Srimad-Bhagavatam hace del lila, o pasatiempo, del Señor Parasurama. Por aquel entonces me encontraba en el centro Hare Krishna Land, en Mumbai, que estaba en pleno desarrollo, tratando de servir a Srila Prabhupada en la medida de mis pequeñas posibilidades. Acababa de publicarse el Noveno Canto del Srimad-Bhagavatamde Srila Prabhupada, y allí, en los capítulos quince y dieciséis, pude aprender más sobre el lila del Señor Parasurama.

Descubrimiento de Parasurama Kunda

Transcurrió un largo espacio de tiempo desde que escuché por vez primera los detalles que rodeaban el lila del Señor Parasurama, hasta 1980. Llegó el momento de mi matrimonio con Raguini, una joven señorita hindú, recién licenciada en medicina en Jabalpur, en Madhya Pradesh. Después de la elaborada ceremonia de matrimonio celebrada en Lucknow y la «luna de miel», o, mejor dicho, peregrinaje a los Himalayas, mi esposa y yo viajamos para residir con su familia en Jabalpur, una gran ciudad situada entre la cordillera Vindhya y el río Narmada. Allí hice amistad con unos panditasdel lugar, y poco tiempo después ya podía ir en moto a descubrir los lugares santos de los alrededores.

Visité el lugar donde Hanuman y sus amigos jugaban antes de unirse al ejército del Señor Rama para derrotar a Ravana. Vi, río Narmada arriba, en unos farallones de mármol blanco, la cueva donde el Señor Dattatreya, encarnación combinada de Brahma, Visnu y Siva, estuvo meditando. Viajé en bote por el agua verde esmeralda del Narmada al lugar donde realizó sus penitencias Banasura, cuya hija se casó con Aniruddha, nieto del Señor Krishna. Banasura era descendiente de Prahlada Maharaja e hijo de Bali Maharaja. En Banasura Ghat, que en la actualidad recibe el nombre de Bhera Ghat, él adoró millones de Siva-lingas. Por ello, es en este mismo lugar donde el Narmada produce Siva-lingas (svayambhu) automanifestadas, que se adoran en los templos de toda la India. Como la hija de Banasura, Usa, se casó con el nieto de Krishna, Aniruddha, hijo de Pradyumna, Banasura se convirtió en miembro de la familia de Krishna después de la gran guerra que se describe en el Srimad-Bhagavatam.

Durante días recorrí la cordillera Vindhya, que antiguamente era una grandiosa cordillera cuya altura tenía «el poder de bloquear la luz del Sol». Estas montañas se convirtieron en colinas al arrodillarse ante el sabio Atri, que intervino en nombre del dios del Sol. Pero las montañas dejaron atrás enormes cantos rodados que son prueba de su monumental pasado. En realidad, Jabalpur y el área que la rodea es una encantadora e ignorada parte del mundo que contiene lugares santos donde los devatas(semidioses) solían utilizar para sus juegos. En la actualidad los bondadosos campesinos trabajan la fértil tierra, mientras que algunas tribus primitivas moran en las junglas en compañía de tigres, venados y bisontes salvajes.

Un día, mientras recorría el lugar, le pregunté a mis guías si conocían algún lugar cercano donde hiciera penitencias, o tapo-bhumi, el Señor Parasurama. Yo sabía que se había refugiado en la cordillera Vindhya, y quizá pudiera encontrar el lugar donde realizara sus penitencias.

Uno de mis guías locales, Sri Gyan Prakash Khare, me dijo que había un Parasurama Kunda en las cercanías del río Pariat, afluente del Narmada. Además, había una colina solitaria que recibía el nombre de Parasurama Giri, perteneciente a los Vindhyas. El lugar se encontraba en una zona remota, entre la jungla y los cultivos, y poca gente de los alrededores lo conocía.

Al día siguiente nos montamos en nuestras Vespa y salimos de exploración. Más allá de los mercados, atravesando diminutas aldeas de chozas de barro y paja, recorrimos los campos y la jungla hasta que llegamos a un lugar desde el que podía divisarse el kunda formado por enormes rocas tantaniya, el nombre proviene del sonido que hacen cuando el viento pasa a través de ellas. A unos cuatrocientos metros del kunda estaba la colina de Sri Parasurama, que (según me informaría más tarde un yogui) tenía una piedra en su parte superior donde podían verse las huellas en piedra de los pies de loto de Sri Parasurama.

«Esta sila [piedra] ha sido vista por muy poca gente», me dijo, casi reprendiéndome, por mi atrevimiento de encontrarla.

Entre la colina de Parasurama y su kundas e encuentra el abandonado Sri Parasurama Mandir, erigido hace poco por las gentes de los alrededores. Dentro del pequeño santuario hay una rara deidad sonriente del Señor Parasurama que lleva su parasu (hacha) del mismo modo que la imagen que hay en su templo de Uttar Kashi. Como suele decirse, el Señor es muy amistoso y cariñoso con los devotos, pero aterroriza a los demonios.

Cada año se celebra en este lugar un festival, en Makara Sankranti (enero), cuando el Señor Surya Narayana, el dios del sol, entra en Capricornio (según los cálculos védicos), y así empieza su viaje de seis meses por las regiones celestiales. Este es el único festival que se celebra en el lugar, y reúne a muchos aldeanos de los alrededores. La aldea más cercana, Matamar, está a unos dos kilómetros y consiste en unas pocas cabañas de barro y paja. En las junglas de los alrededores viven loas tribus Gonds, que se dedican a la pesca y la caza y a pequeños trabajos por los que les pagan por jornada. Siempre que me bañaba en el lugar, algunos nativos de las tribus se quedaban observándome sin moverse escondidos tras los matojos. Ellos tienen su propia religión, idioma y costumbres que les apartan de los hindúes. Lo cierto es que la lengua y las costumbres varían de tribu en tribu.

Hace unos pocos años vino al lugar un yogui que habla inglés. El ex jefe de policía, nacido en Nepal, M. K. Rana es ahora el renunciante Mahankal Baba. Vive en una cabaña y sólo come lo que siembra con sus manos en los alrededores del kunda. Él me señala los grandes camiones que, en la lejanía, están adentrándose en el idílico lugar con la finalidad de hacer ladrillos de la roja arcilla local.

«Si no los detengo yo y evito que profanen la sagrada bhumi [tierra] del Señor Parasurama, ¿quién lo hará?», me pregunta.

En una ocasión le pregunté a Baba Mahankal si él recordaba que algún otro extranjero hubiera visitado el kunda.

«¿Estás bromeando?» dijo entre risas. «¡Ni los de aquí saben donde está este lugar!»

Mientras hacía fotografías para este artículo, le pedí una vez que se sentara en uno de los peñascos, al lado del kunda.

«¿Y por qué me he de sentar ahí?» respondió, indignado. «¡Ya tengo mi sitio para sentarme!»

Otro yogui vive en las cercanías, en una pequeña cueva al lado de Parasurama Giri. Como perdió su pierna en un accidente, los aldeanos le traen un poco de arroz cada día. Alrededor de la cueva yacen abandonados toda clase de tesoros arqueológicos: columnas esculpidas de algún templo muy ornamentado que hace siglos se alzaba en las cercanías. En el siglo XVI, el ejército de Akbar, emperador de Delhi, invadió la zona. La reina local de Gondwana, Maharani Durgavati, que tendría unos veinte años, reunió un ejército de entre las tribus Gond y se enfrentó valientemente a las huestes invasoras montada en su elefante. Desgraciadamente murió en la batalla. Sucesivas olas de invasores destruyeron los templos, como Aurangzeb, nieto de Akbar, que profanó el Sri Radha-Govinda Mandir de Vrindavana. Las grandes columnas son la prueba de que hubo un gran templo en este lugar, pero para conocer los detalles sería necesaria mucha investigación. El samadhi o tumba de la reina Durgavati todavía permanece a unos cuarenta kilómetros. Dicha tumba, muy reverenciada por las tribus de los alrededores, está cerca del río Gaur, en el lugar donde entregó su vida para proteger la civilización védica.

Un llamamiento

En todo el mundo no existe ningún lugar de peregrinaje o templo adecuado dedicado al Señor Parasurama. Si esta zona alrededor de Sri Parasurama Kunda se volviera a restablecer como capilla, millones de personas de todo el mundo podrían conocer y adorar esta maravillosa encarnación del Señor Supremo Sri Krishna. Una carretera de tierra, la Jabalpur-Sihora Road, conduce a la zona desde Panagar, en la Carretera Nacional 7. Miles de peregrinos recorren la Carretera Nacional 7 cada mes para visitar el monte de Devi, la Diosa Sharada de Maihar. Cada autobús de peregrinos, y cada vehículo, se detendría a buen seguro para ver los templos de Sri Parasurama.

La capilla perdida en la jungla del avatar de Sri Krishna, el Señor Parasurama, podría convertirse de nuevo en un lugar de peregrinaje, antes de que las industrias, centros comerciales y horrorosos bloques de apartamentos invadan un tesoro espiritual. ¿Quiénes llegarán antes, las excavadoras o los devotos?

 

 

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1 comentario

  1. Muchas gracias por sus interesantes articulos. Justo ayer le preguntaba a un devoto experto en el Mahabharata que Srila Prabhupada dijo que el Mahabharata menciona que Parasurama expulso a los Kshatriyas y que algunos de ellos son los egipcios, griegos y otros. Saben que otros pueblos son descendientes de esos ksatriyas?

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