Juzgar sin comprender copy

Chaitanya-charana Dasa

Vali y Sugriva: de inseparables a irreconciliables. ¿Qué podemos aprender con la historia de estos dos hermanos?

Una de las tramas más conmovedoras del Ramayana es el enfrentamiento entre los dos hermanos monos, Vali y Sugriva. En el Mahabharata, la enemistad fraterna entre los Pandavas virtuosos y los Kauravas malvados, perdura hasta la muerte de los Kauravas. En cambio, el Ramayana presenta la reconciliación de los hermanos simios en el lecho de muerte, y es tan emocionantemente fascinante como éticamente instructiva.

El dúo impresionante

La historia de estos dos hermanos ocurrió en Kiskindha, el reino de los vanaras, al sur de la India. Los vanaras eran una raza de monos celestiales que poseían una fuerza e inteligencia formidables, y algunos de los monos líderes tenían más atributos sapientes que un simio. La localización de Kiskindha era geopolíticamente significativa, porque estaba situada estratégicamente entre el reino de los seres humanos, al norte, y el reino de los demonios, al sur. Durante su infancia y juventud, Vali y Sugriva eran inseparables. Ellos tenían dos padres, como los Pandavas: uno terrenal y otro celestial. El padre terrenal era Riksharaja, el rey de los vanaras, y sus padres celestiales eran Indra y Surya, respectivamente, dos de los dioses más poderosos. Así como Indra es superior a Surya en la jerarquía cósmica, Vali, el mayor y más fuerte, era superior a Sugriva. Así como Indra tenía arranques de arrogancia e ira, Vali también los tenía. Así como ambos dioses trabajaban en armonía en la administración cósmica, sus dos hijos también trabajaban en armonía en la administración del reino de los monos. Cuando Riksharaja se retiró, su hijo primogénito, Vali, ascendió al trono de Kiskindha, y Sugriva se convirtió en su fiel asistente.

Una vez, un demonio temible, Mayavi, fue a Kiskindha y desafió a Vali a luchar. El monarca vanara saltó de su trono, preparado para luchar, seguido de cerca por su hermano Sugriva. Vali tenía la intención de participar en un combate justo cara a cara, pero Sugriva lo acompañó por si el demonio aparecía con algún cómplice y lo atacaba indebidamente. Mayavi no sabía las buenas intenciones de los hermanos, así que cuando vio al impresionante dúo acercándose, se retiró atemorizado. Al darse cuenta que no era capaz de enfrentar semejante fuerza combinada, se dio la vuelta y huyó.

Vali sabía que el demonio perturbaría la paz de la vecindad si no le daba una lección, así que decidió perseguirlo, y Sugriva lo acompañó. Mayavi, desesperado por librarse de los dos hermanos, se adentró en la caverna de una montaña que conducía a un laberinto de catacumbas.

Vali decidió perseguirlo en aquel agujero oscuro y le dijo a Sugriva que lo esperara en la entrada, por si el demonio huía de Vali en el laberinto e intentaba escapar. Sugriva le imploró a Vali que lo dejara participar de la peligrosa búsqueda subterránea, pero Vali se negó y, una vez más, repitió su instrucción. Después de que su hermano desapareciera en la oscuridad inmensa, Sugriva se quedó esperando mucho tiempo, mirando al interior de la caverna tan lejos cuanto se lo permitían sus ojos. No veía ni escuchaba nada, hasta que finalmente el grito del demonio resonó por toda la caverna. ¿Fue un grito de agonía o de victoria? Sugriva esperó, esforzándose y rezando para escuchar algún sonido de su hermano, pero en la caverna había un silencio mortal. Cuando el silencio ensordecedor continuó, el corazón de Sugriva se angustió, creyendo que su heroico hermano había muerto.

Sugriva se sintió dividido entre el deseo de vengar la muerte de su hermano y su deber de proteger el reino del demonio mortal. Si Mayavi salía de la caverna, podría ser imparable. Sugriva pensó: “¿Seré capaz de dominar a un enemigo que ha vencido a mi hermano más poderoso?”. Decidió que la discreción era la mejor parte de la valentía, y de esa forma concibió una estrategia alternativa. Miro alrededor y vio una piedra gigante. Con mucho esfuerzo, sudando y jadeando, empujó la roca hasta cerrar la caverna. Estando seguro de que así mantendría al demonio acorralado, Sugriva regresó al reino.

Con el corazón angustiado, informó a los cortesanos, que los esperaban ansiosamente, sobre la desaparición del valiente monarca, y ordenó un periodo de luto en todo el estado. Una vez finalizado el periodo, los ministros pidieron a Sugriva que asumiera el papel de rey, pues no había ningún otro heredero cualificado. Sugriva todavía estaba afligido por la desaparición de Vali, pero aun así decidió continuar el legado de su hermano y aceptó el manto real.

De inseparables a irreconciliables

Unos días después, Vali regresó al palacio con los ojos llenos de ira. Después de una larga búsqueda en la caverna, había encontrado al demonio. Quería terminar cuando antes con esa amenaza agobiante, así que no quiso malgastar su energía rugiendo mientras mataba al demonio, que no paraba de gritar. Cuando volvió a la entrada de la caverna, se angustió al ver una roca enorme bloqueando el agujero. Llamó a Sugriva, pero no obtuvo respuesta. Cansado debido a la búsqueda y la lucha, fue incapaz de mover la piedra. La ausencia de Sugriva y la roca en la entrada le desconcertaron, y comenzó a sospechar: ¿era posible que su hermano confiable hubiera conspirado contra él y lo hubiera encerrado en la caverna?

Vali necesitó varios días para recuperar las fuerzas y llegar a un punto en el que pudiera mover la piedra. Cuanto más empujaba, más aumentaba su desconfianza. Ciertamente, la piedra era demasiado grande para que el viento u otras fuerzas naturales la hubieran arrastrado hasta la entrada. Y si hubiera sido movida naturalmente, seguro que no hubiera sido con tanta precisión que cerrase la caverna. Finalmente, Vali consiguió salir y corrió en dirección a su reino, lleno de dudas sobre su hermano. Cuando vio a Sugriva instalado en el trono, sintió que sus sospechas eran infundadas. Lleno de furia, atacó a Sugriva, cuya alegría al ver a Vali vivo desapareció rápidamente. Sugriva intentó explicarle la situación a su hermano, pero Vali estaba muy furioso para escuchar cualquier cosa, y simplemente golpeó a Sugriva con sus puños estruendosos. Sugriva estaba devastado al ver el odio en los ojos de su amado hermano. La idea de que su hermano no sólo hubiera sospechado de él, sino que también lo hubiera condenado, le dolió más que los golpes que recibió. Sin ánimos de luchar y con la esperanza de que más tarde, cuando Vali se calmara, habría una mejor oportunidad para explicarle lo que había sucedido, Sugriva huyó del palacio y del reino. Para Vali, la huida de su hermano reforzó la convicción de que Sugriva era culpable. De lo contrario, ¿por qué habría huido? Considerando a Sugriva un traidor, la mente egoísta de Vali lo incitó a perseguir a su hermano, incluso durante el exilio, para evitar sufrir otro golpe.

El infeliz Sugriva huyó muy lejos, pero Vali lo persiguió de manera implacable. Finalmente, Sugriva encontró refugio junto a Kiskindha – en la zona del lago Pampa, en las inmediaciones de la ermita del sabio Matanga. Cierta ocasión, Vali, intoxicado de poder y queriendo presumir su fuerza, arrojó la armadura de Dundubhi, un demonio que había matado. La sangre de la armadura cayó en la arena de sacrificio de Matanga y profanó la ofrenda. El sabio se irritó y quiso rectificar la arrogancia de Vali, así que lo maldijo diciendo que si alguna vez entrase en la región de la ermita, moriría. Sugriva vivió una paz inquieta dentro de la zona segura que creó Matanga, siempre con miedo, mirando hacia fuera por si Vali enviaba algún asesino para llevar a cabo lo que él mismo no podía hacer. Como la hostilidad de Vali no parecía disminuir, gradualmente Sugriva perdió completamente la esperanza de reconciliarse. Los dos hermanos inseparables se volvieron irreconciliables.

Error de atribución

Tanto Sugriva como Vali habían llegado a conclusiones equivocadas: Sugriva sobre la muerte de Vali, y Vali sobre la traición de Sugriva. Si consideramos las informaciones disponibles a su alcance, ambos habían llegado a la conclusión correcta. La diferencia entre ellos era que Sugriva no pudo comprobar su conclusión (la posibilidad de la salida de Mayavi era muy peligrosa). Sin embargo, Vali tuvo muchas oportunidades para poder poner a prueba su conclusión (como era el más fuerte, podía permitirse escuchar a Sugriva). Además, Sugriva no era ningún demonio indigno de confianza, si no su hermano honesto, y un hermano que no había hecho otra cosa que servirle fielmente como su brazo derecho durante muchos años. Debido a su relación y su historia, Sugriva merecía que lo escuchara antes de juzgarlo. Infelizmente, Vali estaba muy seguro de la forma en la que vio la situación, y no sentía la necesidad de escuchar una explicación.

Vali sucumbió a un error humano común, que los psicólogos llaman “error de atribución”. Cuando vemos a otra persona comportándose de forma inadecuada, solemos atribuir ese comportamiento a sus defectos de carácter, en vez de atribuirlo a las circunstancias externas atenuantes. Por eso, cuando vemos a alguien comiendo de forma exagerada, concluimos que es un glotón. Sin embargo, cuando nosotros comemos demasiado, solemos juzgarnos con más comprensión: “Hacía mucho tiempo que no comía”.

El “error de atribución” ocurre por la combinación de las prisas y un exceso de confianza. Cuando nos deparamos con algo inesperado, queremos comprenderlo rápidamente, y cuando pensamos en una explicación nos aferramos a ella, pensando: “Soy muy inteligente, no me estoy equivocando”.

No obstante, si somos realmente inteligentes, consideraremos la posibilidad de que podemos estar equivocados. A fin de cuentas, en este mundo las cosas ocurren de forma complicada. Y la forma de pensar de las personas es aún más complicada. Por eso no es fácil concluir lo que las hace comportarse de una manera determinada. Sin embargo, cuando sabemos algo de la otra persona, presumimos que tenemos la información suficiente para descubrir su comportamiento, y muchas veces, esta presunción está influida por nuestros preconceptos y errores. En vez de ser víctimas de semejantes presunciones y llegar a conclusiones precipitadas, podemos hacer un mejor uso de nuestra inteligencia y otorgar el beneficio de la duda a los demás y, con la mente abierta, escuchar su lado de la historia. Debido a las prisas y el exceso de confianza (la receta perfecta para que las relaciones se arruinen), Vali cayó en el error de juzgar a Sugriva sin entenderlo. Y rápidamente su relación se arruinó.

La intervención (marcial y verbal) de Rama

Al cabo de unos años, Rama entró en la escena e hizo una alianza con Sugriva. Como parte del pacto, Rama prometió que corregiría los errores que Vali cometió con Sugriva. Rama pidió que Sugriva desafiara a Vali a luchar. Cuando los dos hermanos estaban luchando, Rama, después de un intento inicial fallido, disparó una flecha mortal contra Vali.

Podemos cuestionar la moralidad de la acción de Rama, tal como hizo Vali mientras estaba tumbado en el suelo, herido de muerte. Rama respondió dando varias razones, centrándose en el punto de que a un agresor pecaminoso se le puede matar de cualquier manera. Vali había agredido a su hermano de varias formas: lo atacó con intención de asesinarlo a pesar de que Sugriva había perdido toda su riqueza, e incluso tomó a su esposa, Ruma, como a su propia esposa. Un hermano mayor que toma a la esposa de un hermano menor comete un grave pecado, casi semejante al incesto. Debido a todas esas agresiones injustificadas, Rama declaró que Vali merecía la pena capital.

Analizar este razonamiento puede llevarnos un artículo entero. Para nuestro propósito presente, debe ser válido para que Vali encontrara un razonamiento convincente. Si en un caso que se considera injusto, después de la debida discusión y deliberación, el demandante anuncia que no se cometió ninguna injusticia, también habremos de aceptar su posición – después de todo, el autor sabe más y se percibe mejor que nosotros.

Después de analizar su caso, Rama anticipó la sentencia para Vali: “Si crees que actué de forma equivocada, retiraré la flecha y te devolveré tu vida y tu fuerza inmediatamente”. Las flechas de Rama habían perforado su pecho, y las palabras-flechas de Rama habían penetrado en sus presunciones, destruyendo su orgullo y haciéndole reflexionar en sus acciones y reconocer su error. Vali respondió humildemente que aunque había llevado a cabo muchos crímenes, había recibido la bendición sin causa de morir en la presencia auspiciosa de Rama – una oportunidad que no quería dejar pasar sólo para tener una vida más larga. También confesó que durante mucho tiempo, sintió que podría estar perjudicando a Sugriva, pero que su orgullo no le permitía considerar ese sentimiento.

Reconciliación en el lecho de muerte

En sus últimos suspiros, Vali consoló a su afligida esposa Tara y a su hijo en luto, Angada. Él les pidió que no guardaran resentimiento contra Sugriva, sino que vivieran en paz bajo su abrigo. A continuación, se giró hacia Sugriva y le pidió que no tuviera malas intenciones con Tara y Angada, sino que los cuidara.

Vali quería obtener el perdón de su hermano y hacer las paces con él. Por eso, se sacó el collar de joyas que le había dado Indra, un collar celeste que otorgaba la bendición de proteger a su portador. En realidad, ese collar había mantenido a Vali vivo durante tanto tiempo, incluso después de que la flecha de Rama lo hiriera mortalmente. Cualquier padre querría darle esa protección a su hijo, y así como Indra le había dado ese collar a su hijo, Vali también podría habérselo dado a su propio hijo. Pero en su lugar se lo dio a Sugriva, mostrando con esta acción su profundo arrepentimiento, ya que no le quedaba energía ni tiempo para expresárselo en palabras. En cuanto el collar abandonó las manos de Vali, su alma salió del cuerpo.

Después de escuchar las dolorosas palabras de su hermano, y de verlo caer hacia atrás, inmóvil y silencioso, Sugriva se desmoronó. Era su hermano mayor, al que había conocido, amado y perdido durante mucho tiempo – y ahora lo había perdido para siempre. Sugriva, oprimido por el pesar de haber causado el asesinato de su hermano, se culpó a sí mismo y decidió expiar su pecado acabando con su vida. Rama y Lakshmana lo consolaron con palabras gentiles, recordándole su deber con su familia y los ciudadanos. Sugriva se recompuso, instruyó a los monos que organizaran un funeral real para el rey fallecido, y comenzó un segundo período de luto por su hermano.

RPDA para la reconciliación

La historia de Sugriva y Vali desafía los parámetros simples del bien contra el mal. Los dos hermanos eran virtuosos, pero estuvieron separados prácticamente toda la vida debido a un error de juicio de parte del hermano más impetuoso, más poderoso. Debido a un malentendido que no se aclaró, lo que podría haber sido una historia feliz de afecto fraternal se volvió en una historia infeliz de enemistad fraterna, y terminó en una muerte devastadora. Por suerte, Rama intervino y redujo la infelicidad de aquel momento ayudando a que ambos hermanos se reconciliaran.

Nosotros también podemos reducir la infelicidad en nuestras relaciones si tomamos en cuenta la lección inmortal de esta historia: evitar juzgar sin comprender. Y si juzgamos a los demás sin entenderlos, podemos intentar reconciliarnos, tal como hizo Vali. Podemos conseguir reconciliarnos si seguimos los pasos RPDA: Reconocer, Pedir Disculpas y Alterar.

  1. Reconocer: En las relaciones que estén dañadas, podemos ser honestos con nosotros mismos y humildemente escuchar a la otra persona, para poder verificar si estamos más equivocados de lo que pensamos. Si descubrimos nuestro error, habremos de reconocerlo, tal como hizo Vali con Rama.
  2. Pedir Disculpas:Así como las palabras arrogantes pueden herir, las palabras humildes de reconciliación pueden curar. Podemos dar grandes pasos en la reconstrucción de las relaciones si pedimos disculpas, así como Vali, por las cosas equivocadas que hicimos, consciente o inconscientemente.
  3. Alterar:Las acciones dicen más que las palabras. Así como Vali entregó su collar a Sugriva, si las circunstancias nos lo permiten, podemos hacer algo para corregir, o por lo menos atenuar, las consecuencias de nuestro error de juicio.

Vali necesitó dos golpes mortales para abandonar su orgullo y compensar su error de juicio. Esperemos que al meditar en su historia y aprender de él, podamos hacerlo mucho antes de un golpe tan extremo.

 

 

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