Dvarakadhisa Devi Dasi
Las palabras de una oración escritas hace siglos pueden parecernos a menudo la expresión más sincera de nuestros anhelos espirituales particulares.
En el Srimad-Bhagavatam (7.5.2324), el devoto Prahlada Maharaja, una gran autoridad espiritual, dice: «Escuchar y cantar los trascendentales y santos nombres, formas, cualidades, enseres y pasatiempos del Señor Vishnu [Krishna], recordarlos, servir a los pies de loto del Señor, ofrecer al Señor una adoración respetuosa, ofrecerle plegarias al Señor, ser Su sirviente, considerar al Señor como el mejor amigo y entregar todo al Señor (es decir, servirle en cuerpo, mente y palabras): estos nueve procesos se consideran servicio devocional puro. Aquel que dedica su vida al servicio de Krishna mediante estos nueve métodos debe considerarse la persona más sabia, pues ha alcanzado el conocimiento completo».
Continuamos nuestra serie de artículos dedicados a los nueve procesos de bhakti-yoga, o servicio devocional al Señor.
Este intenso proceso personal, es también el más universal, ya que las oraciones llenan las tradiciones de las religiones y culturas del mundo, creando nuestros lazos más antiguos y nuestro lenguaje más común. Las Escrituras están llenas de oraciones: oraciones que son nuestros amigos y acompañantes de por vida. Casi todo el mundo ha sentido la paz de una oración infantil, o la familiar conmoción de pertenencia cuando se recitan oraciones conocidas.
La oración es a menudo lo primero que aprende un niño acerca de Dios. Los padres enseñan a sus hijos oraciones sencillas para recitar antes de acostarse, o para agradecer los alimentos. Estas primeras oraciones enseñan a los niños cómo acercarse al Señor. Hay oraciones sencillas de agradecimiento, oraciones para proteger a los seres queridos, y, por supuesto, oraciones para que se cumplan algunos deseos codiciados. Las oraciones infantiles a menudo expresan miedo al mal, o a la ira de Dios. Configuran principios teológicos, como el cielo o el infierno eternos, que conforman la conducta de ciertas culturas.
Mientras que cada uno de nosotros tiene un modo individual de comunicarse con el mundo, la plegaria invita a un tipo de comunicación que suplanta las circunstancias materiales. La oración en su forma más amorosa despierta nuestros sentimientos y añoranzas más profundos y primigenios. La oración articula un conocimiento que parece brotar de algún lugar más allá de los recuerdos de esta vida; es por eso que las palabras de una oración escritas hace siglos pueden parecernos a menudo la expresión más sincera de nuestros anhelos espirituales particulares.
La oración nacida de la aflicción
La oración es a menudo fruto del sufrimiento. Según el Bhagavad-gita, Dios acepta tales plegarias, aunque estén más centradas en nuestra propia satisfacción que en la de Dios. Un agradable relato del Srimad-Bhagavatam nos explica por qué.
Un enorme elefante llamado Gajendra caminaba con su manada cuando, de repente, se sintió cansado y sediento. La manada se detuvo a orillas de un lago, donde disfrutaron jugueteando dentro de las aguas. Sin embargo, en lo hondo de las aguas, vivía un cocodrilo muy fuerte. El cocodrilo apresó la pata de Gajendra entre sus poderosas mandíbulas y, a pesar de la fuerza de Gajendra y la ayuda de la manada de elefantes, Gajendra fue incapaz de soltarse.
Estuvieron peleando un rato. Lentamente, la fuerza de Gajendra empezó a desvanecerse, mientras que el cocodrilo, un ser acuático, estaba en su plenitud en su elemento. Como Gajendra se dio cuenta de que se acercaba el momento de su muerte, se dio cuenta de que nadie podría salvarle, a excepción del Señor Supremo. Desde lo más profundo del elefante brotó una plegaria aprendida en alguna vida anterior, y la recitó con toda su devoción. Krishna, el Señor Supremo, conmovido por la pura oración de entrega, apareció y acabó con el cocodrilo.
El Señor Krishna acude a rescatar al elefante Gajendra tras escuchar su sincera oración.
¿Qué atrajo al Señor Krishna hasta el elefante? ¿Fue la increíble visión de un elefante recitando una oración? ¿Fue la oración en particular, un largo recorrido por las glorias de Krishna, lo que hizo que Él apareciera en el lugar de los hechos?
Ninguna de estas cosas atrae realmente al Señor Supremo. Después de todo, continuamente, y en todas partes, se están recitando oraciones en Su honor. Pero la asombrosa característica de la oración de Gajendra fue que se pronunció motivada por una comprensión espiritual pura. Gajendra se dio cuenta de que su dominio triunfante como señor entre los elefantes de su manada no era más que un papel temporal en este mundo. Su función eterna tenía que ver con el Señor, y cuando Gajendra se dio cuenta de esta realidad, desde el interior de su corazón brotó la inspiración de recitar aquella glorificación. Lo importante de este hecho no es que él conociera la oración y la utilizara para liberarse de una situación peligrosa, sino que la sintió, sintió la oración, y la recitó con todo su amor.
A menudo las oraciones llevan anhelos consigo. Después de todo, ¿de qué sirve comunicarse con el Señor del universo si no podemos expresarle libremente nuestros deseos? Si tenemos la conciencia de la omnipotencia de Dios, orarle pidiendo lo que deseamos es natural. Pero piensen en todas esas oraciones —pidiendo buen tiempo, dinero, curas milagrosas— y consideren lo imposible que sería satisfacerlas todas a un tiempo. Como indicara Srila Prabhupada, durante la II Guerra Mundial las esposas de los soldados alemanes oraban pidiendo el regreso de sus maridos, y las esposas de los soldados británicos también oraban pidiendo lo mismo. En una guerra, ¿cómo satisfacer a todos?
Resultados mezclados
En ocasiones somos bendecidos con una respuesta positiva a nuestras oraciones, y otras se nos bendice con el (aparente) rechazo de nuestras plegarias. A veces nuestras plegarias obtienen respuesta, pero no somos capaces de reconocer la respuesta del Señor Krishna. ¿Cómo decide Krishna qué peticiones otorgar? ¿Cómo reaccionamos nosotros cuando da la impresión de que Él ignora nuestras plegarias, aun en el caso de que nuestra situación parezca desesperada?
En cierto nivel, responder a estas preguntas es algo complejo, debido a la existencia de las consecuencias kármicas y a las lecciones que tenemos que recibir para nuestro bien, igual que los padres a veces niegan al niño algunos placeres que podrían implicar daño o dolor. ¿Piensan en la cantidad de veces que, en retrospectiva, hemos agradecido a Dios que no nos otorgara lo que pedimos en alguna oración? Menos mal, reflexionamos más tarde, que perdí aquel trabajo. Menos mal que aquel/aquella a quien amaba, no me correspondió. A salvo de nuestra miopía, Dios nos rescata ignorando nuestras súplicas.
Pero a veces nuestras pérdidas son de tal magnitud que nos cuesta ver su fundamento, las razones que expliquen la negligencia de Krishna. ¿Cómo se puede decir que está bien perder un hijo? ¿Cómo se puede afirmar que es correcto el ir decayendo por culpa de una dolorosa enfermedad? Cuando estas tragedias irrumpen en nuestras vidas, como sucede en este mundo de miserias impredecibles, a menudo recurrimos a la oración con una intensidad que nos sorprende a nosotros mismos. Y, a menudo, no experimentamos alivio alguno del dolor, no hay muestras de que Krishna esté escuchándonos, ni de que Le importe. Es difícil impedir que germinen las semillas de la ira, así como evitar que la duda empañe nuestra relación con Krishna, cuando parece que estuviera destruyendo deliberadamente todo lo que estimamos.
A veces somos bendecidos con una respuesta positiva a nuestras oraciones, y otras se nos bendice con el (aparente) rechazo de nuestras plegarias.
Pero es posible que de eso se trate. Nosotros amamos profundamente a las personas y a las cosas de este mundo. Y aunque este amor sea natural, debemos mantenerlo en la perspectiva debida. El amor, en su forma más pura y satisfactoria, es para Krishna. Nosotros somos más auténticos, más enteramente felices, cuando ese amor por Dios se despierta plenamente en nuestro ser, cuando, en este mundo, damos y recibimos amor de los demás, como parte del objetivo de amarle a Él. Lo anterior, por supuesto, no es fácilmente manifiesto, y no se puede adoptar de modo superficial. Pero de tanto en tanto puede que el Señor nos lo desvele mediante aparentes tragedias. Es seguro que no se siente como una bendición, pero nada menos que se nos está ofreciendo la oportunidad de restituirnos a Aquel que más nos quiere.
Nada de lo que he leído ilustra mejor la relación entre plegaria y sufrimiento que las oraciones de la Reina Kunti. Ella y su familia tuvieron la dicha de estar con el Señor Krishna, que les ayudó a soportar la muerte y la separación de sus seres queridos, la ruina y la humillación. Por último, cuando acabaron sus padecimientos, Krishna se preparó para abandonarles. Kunti oró: «Que se repitan todos nuestros sufrimientos, pues verlos a ellos es verte a Ti, y así superaremos nuestro nacimiento y nuestra muerte». Más adelante, oró: «Por favor, desata los lazos de mi apego familiar de modo que mi amor pueda fluir solamente hasta Ti, como fluye el Ganges hacia el mar». La mayoría de nosotros dudaríamos en ofrecer tales plegarias, ¡ese no es el caso de la audaz Reina Kunti!
La oración, pues, refleja nuestra comprensión y nuestra inigualable relación con Krishna. La oración es, desde nuestras conversaciones más íntimas con el Señor en nuestro corazón, hasta las expresiones universales de alabanza y gratitud pronunciadas a lo largo de todos los tiempos. No es un lenguaje hecho de palabras, sino hecho de corazón. Las oraciones hermosas sin sentimiento no llegan a Dios; la belleza de una oración está en la sinceridad con la que se pronuncia.
Busquen sus oraciones mas hermosas y ofrézcanlas con ánimo.
Oraciones
«Oh, hijo de Maharaja Nanda [Krishna], soy Tu eterno sirviente, pero de una u otra forma he caído en el océano del nacimiento y la muerte. Por favor, rescátame de este océano de muerte y sitúame como uno de los átomos a Tus pies de loto».
Sri Chaitanya Mahaprabhu
«Oh, Krishna, Te ofrezco mi reverencia pues Tú eres la personalidad original y a Ti no Te afectan las cualidades del mundo material. Tú existes tanto dentro como fuera de todo, y aun así eres invisible a todos los ojos».
Srimati Kunti Devi
«Oh, Señor Mukunda [Krishna], inclino ante Tu Señoría mi cabeza, y Te pido respetuosamente que satisfagas este deseo mío: que en cada uno de mis nacimientos futuros pueda, por la misericordia de Tu Señoría, recordar siempre y jamás olvidar Tus pies de loto».
Rey Kulasekhara
«Oh, todopoderoso, no deseo otro don que el servicio a Tus pies de loto, el don que más ansiosamente persiguen todos los que están liberados del deseo material. Oh, Hari [Krishna], ¿qué iluminado que Te adore a Ti, dador de la liberación, elegiría un don que provocara su atadura?»
Rey Muchukunda
«Oh, mi Señor, las personas que aspiran el aroma de Tus pies de loto, arrastrados por el aire del sonido védico hasta los orificios de los oídos, aceptan Tu servicio devocional. Para tales personas nunca Te apartas del loto de sus corazones».
Señor Brahma
«Oh, hijo de Vasudeva [Krishna], reverencias a Ti, dentro del cual residen todas las entidades vivientes. Oh, Señor de la mente y los sentidos, Te ofrezco de nuevo mi reverencia. Oh, amo, por favor, protégeme pues estoy rendido a Ti».
Akrura
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