Maitreya Rsi
(Extractos del decimotercer capítulo del tercer Canto, del Srimad-Bhagavatam)
Mientras Brahma se ocupaba en la creación del universo, un gran diluvio inundó la Tierra y quedó sumergida en el océano. ¿Quién podría salvar al planeta y sus habitantes?
Tras su advenimiento, Manu, el padre de la humanidad, junto con su esposa, se dirigió de la siguiente manera al depositario de la sabiduría védica, Brahma, con reverencias y manos juntas: “Tú eres el padre de todas las entidades vivientes y la fuente de su subsistencia, porque ellas han nacido de ti. Por favor, ordénanos cómo podemos ofrecerte servicio. ¡Oh, tú, el adorable! Dígnate, darnos directrices para la ejecución del deber dentro de nuestra capacidad de trabajo, para que podamos seguirlo, y lograr la fama en esta vida y progreso en la siguiente”.
Brahma dijo: “Mi querido hijo, ¡oh, señor del mundo! Estoy muy complacido contigo, y deseo todas las bendiciones para ambos, tú y tu esposa. Sin ninguna reserva os habéis entregado a mí con vuestro corazón a la espera de mis instrucciones. Puesto que tú eres mi muy obediente hijo, te pido que engendres en el vientre de tu esposa hijos cualificados como tú. Rige el mundo en acuerdo con los principios del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios, y así, adora al Señor mediante realización de yajñas. La Suprema Personalidad de Dios, Janardana [Sri Krishna], es la forma que acepta todos los resultados de sacrificio. Si Él no Se siente satisfecho, el esfuerzo por avanzar es inútil. Él es el Ser Supremo, y, por consiguiente, aquel que no Le satisface neglige, sin duda, sus propios intereses”.
Sri Manu dijo: “¡Oh, todopoderoso señor! ¡Oh, destructor de todos los pecados! Actuaré siguiendo tus órdenes. Dígnate ahora hacerme saber mi lugar y el de las entidades vivientes nacidas de mí. ¡Oh, amo de los semidioses! Por favor, trata de levantar la Tierra, que está sumergida en la gran agua, porque es la morada de todas las entidades vivientes. Puede lograrse por tu esfuerzo y con la misericordia del Señor”.
Al ver la Tierra sumergida en el agua, Brahma puso su atención durante largo tiempo en cuál sería la manera de levantarla.
Brahma pensó: “Mientras me ocupaba en el proceso de creación, un diluvio ha inundado la Tierra, y se ha hundido en las profundidades del océano. ¿Qué podemos hacer nosotros, que estamos ocupados en este asunto de la creación? Lo mejor es que el Señor Todopoderoso nos dirija”.
Mientras Brahma se ocupaba en pensar, de repente, una pequeña forma de jabalí salió de la ventana de su nariz. Las dimensiones de la criatura no sobrepasaban las de la parte superior de un pulgar. Mientras Brahma Le observaba, aquel jabalí Se situó en el espacio. Era una manifestación maravillosa, tan gigantesca como un enorme elefante.
Llenos de asombro al observar la maravillosa forma de jabalí en el cielo, Brahma y grandes brahmanas como Marici, junto con los Kumaras y Manu, expresaron diferentes conjeturas. Mientras Brahma reflexionaba con sus hijos, la Suprema Personalidad de Dios, Vishnu, rugió tumultuosamente como una gran montaña.
La omnipotente Suprema Personalidad de Dios animó a Brahma y a los demás elevados brahmanas rugiendo de nuevo con Su voz extraordinaria, que levantó ecos en todas direcciones. Cuando los grandes sabios y pensadores que habitan Janaloka, Tapoloka y Satyaloka oyeron la tumultuosa voz del avatara Jabalí, que era el sonido por completo auspicioso del Señor completamente misericordioso, cantaron auspiciosos cánticos de los tres Vedas.
Antes de entrar en el agua para rescatar la Tierra, el avatara Jabalí voló en el cielo, azotando el aire con Su cola, Sus duros pelos estremeciéndose. Su mirada era luminosa, y disipó las nubes del cielo con Sus pezuñas y Sus resplandecientes colmillos blancos. Él era el Señor Supremo, Vishnu, en persona, y, por lo tanto, era trascendental, pero, como tenía el cuerpo de un cerdo, buscó la Tierra por el olfato. Sus colmillos eran aterradores, y miró a los devotos brahmanas ocupados en ofrecer oraciones. De esta manera entró en el agua.
Sumergiéndose en el agua como una gran montaña, el avatara Jabalí dividió el océano por la mitad, y aparecieron dos grandes olas, como los brazos del océano, que gritaba en voz muy alta, como si orase al Señor: “¡Oh, Señor de todos los sacrificios! ¡No me cortes en dos, por favor! ¡Dígnate darme protección!”.
El avatara Jabalí penetró en el agua con Sus pezuñas, que eran como flechas afiladas, y dio con los límites del océano, aunque era ilimitado. Vio la Tierra, el lugar de reposo de todos los seres vivientes, yaciendo como al principio de la creación, y Él, en persona, la levantó.
El avatara Jabalí, Varaha Deva, mató al demonio Hiranyaksha después de salvar la tierra.
El avatara Jabalí, con gran facilidad, tomó la Tierra sobre Sus colmillos, y la sacó del agua. De este modo, Su presencia era esplendorosa. Entonces, candente Su ira como la rueda Sudarshana, mató inmediatamente al demonio [Hiranyaksha], aunque éste trató de luchar con el Señor. En un momento, el avatara Jabalí mató al demonio dentro del agua, tal como un león mata un elefante. Las mejillas y la lengua del Señor se mancharon con la sangre del demonio, del mismo modo que enrojece un elefante que escarba en la tierra púrpura.
Entonces el Señor, jugando como un elefante, suspendió la Tierra sobre la punta de Sus curvos colmillos blancos. Asumió una coloración azulada como la del árboltamala, y de esta manera los sabios, encabezados por Brahma, pudieron entender que era la Suprema Personalidad de Dios, y ofrecieron al Señor respetuosas reverencias.
Los sabios ofrecen reverencias a la Suprema Personalidad de Dios, Varaha Deva.
Todos los sabios dijeron, con gran respeto: “¡Oh, inconquistable disfrutador de todo sacrificio! ¡Toda gloria, toda victoria sean Tuyas! Te mueves en Tu forma que personifica los Vedas, y en los poros capilares de Tu cuerpo están sumergidos los océanos. Por ciertos motivos [para levantar la Tierra] ahora has adoptado la forma de un jabalí. ¡Oh, Señor!, que se repita Tu aparición es el deseo que hay tras todo tipo de iniciación. Tu cuello es el lugar de tres deseos, y Tus colmillos son el resultado de la iniciación y el lugar donde terminan todos los deseos. Tu lengua constituye las actividades que anteceden a la iniciación, Tu cabeza es el fuego sin sacrificio, y también el fuego de adoración, y Tus fuerzas vitales son el agregado de todos los deseos.
¡Oh, Señor! Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, y eres digno de ser adorado mediante oraciones universales, himnos védicos y elementos para sacrificios. Te ofrecemos nuestras reverencias. Tú puedes ser entendido con la mente pura, liberada de toda contaminación material, visible e invisible. Ofrecemos nuestras respetuosas reverencias a Ti como maestro espiritual supremo del conocimiento sobre el servicio devocional.
¡Oh, levantador de la Tierra! La Tierra con sus montañas, que Tú has levantado con Tus colmillos, está situada tan bellamente como una flor de loto con hojas sostenida por un elefante enfurecido saliendo del agua. ¡Oh, Señor! Como los picos de las grandes montañas, que adquieren belleza cuando las nubes los decoran, así Tu cuerpo trascendental se ha vuelto hermoso al Tú levantar la Tierra sobre la punta de Tus colmillos. ¡Oh, Señor! En vistas a ser el lugar de residencia de todos sus habitantes, tanto móviles como inmóviles, esta Tierra es Tu esposa, y Tú eres el padre supremo. Te ofrecemos nuestras reverencias respetuosas, y a la madre Tierra, a quien Tú has investido con Tu propia potencia, como un experto oficiante de sacrificios que pone fuego en la madera de arani.
¿Quién excepto Tú, la Suprema Personalidad de Dios, podía liberar la Tierra del interior del agua? Con todo, tratándose de Ti, esto no es maravilloso, porque Tú actuaste de manera sumamente maravillosa en la creación del universo. Con Tu energía, has creado esta maravillosa manifestación cósmica. ¡Oh, Señor! Tus maravillosas actividades no tienen límite. Todo aquel que desee conocer el límite de Tus actividades es ciertamente un tonto. Todos, en este mundo, están condicionados por las poderosas potencias místicas. Otorga, por favor, Tu misericordia sin causa a estas almas condicionadas”.
El Señor, así adorado por todos los grandes sabios y trascendentalistas, tocó la Tierra con Sus pezuñas, y la colocó sobre el agua. De esta manera, la Personalidad de Dios, Sri Vishnu, el sustentador de todas las entidades vivientes, levantó la Tierra de dentro del agua y, tras dejarla flotando sobre el agua, regresó a Su propia morada.
Si, en actitud de servicio devocional, se escucha y describe esta auspiciosa narración del avatara Jabalí, que es digna de describir, el Señor, que está en el interior del corazón de todos, Se complace mucho.
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